La adicción a la pornografía es un trastorno muy polémico en el mundo de la psicología y de la psiquiatría. Por un lado, el consumo de videos pornográficos está tan normalizado que la línea que separa lo "normal" de lo "patológico" es difusa. Por otro lado, no está muy claro dónde meterlo. ¿Es un trastorno del control de los impulsos? ¿Es una parafilia? ¿Está relacionado con las adicciones?
La última versión del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5) pone nombre a este problema: Trastorno hipersexual. Es importante especificar si se trata de conductas masturbatorias, consumo de pornografía, relaciones sexuales consentidas, llamadas telefónicas, sexting o varias.
Independientemente del tipo de trastorno que sea, cuanto antes se trate mejor para evitar problemas asociados. La adicción al porno afecta a la vida de pareja, a las relaciones sociales, a nuestro bienestar psicológico, al trabajo… Vamos, que pone tu vida patas arriba.
Para entender esta adicción mejor, Santi ha decidido compartir su historia:
"Mi nombre real no es Santi, pero me da vergüenza que alguien me reconozca así que imaginaos que me llamo así. Lo que sí es verdad es que tengo 17 años y soy adicto al porno.
Empecé a masturbarme más o menos como todos los chicos de mi edad. Tenía 12 años, un móvil y mucho porno en Internet. No sabría decir cuando empezó a escapar a mi control, pero a los 15 años mi tutor del instituto llamó a mis padres porque me pillaron masturbándome en clase.
Lo malo de la adicción al porno es que está muy bien vista. Si tú le dices a tus amigos que te metes una raya de cocaína te van a mirar con cara de "estás fatal", pero si les dices que tienes cientos de vídeos porno en el móvil te pedirán que se los pases. Igual si tienes novia ella te dice algo, pero si no te comes un colín nadie se da cuenta de nada, ni tus padres.
Cuando llamaron a mis padres para contarles el incidente, empezaron a preocuparse y a hacer preguntas. De todos modos, tampoco se metieron mucho porque les daba tanta vergüenza como a mí. Por eso estuve dos años más sin pedir ayuda. Perfeccioné mis técnicas para que nadie se diese cuenta de que estaba como loco con el porno. Mi lugar preferido era el baño del instituto.
Esta movida no empezó a afectarme hasta que me eché novia con 17 años. Cuando lo hicimos por primera vez no fui capaz de correrme, y lo intentamos mil veces más y tampoco pude. Buscamos en Internet y me puse en lo peor; ya sabéis, tumores y esas cosas. Me preocupé mucho y lo hablé con mi padre. Le pedí por favor ir al médico.
Me hicieron pruebas y todo estaba bien, así que el problema era psicológico. Me recomendaron una psicóloga que trataba estos temas y fui. En la segunda sesión se dio cuenta de que yo tenía un problema con la pornografía que estaba afectando a mis relaciones sexuales.
Me explicó como a veces el porno nos mete en la cabeza unas expectativas del sexo y como yo había asociado la eyaculación con la masturbación obsesiva. Para mí, masturbarme viendo porno ya no era algo placentero, sino un acto automático que hacía para desestresarme. Y me había acostumbrado tanto a mis manos que otra cosa no me daba el mismo placer.
Creo que mucha gente no se da cuenta de que tiene un problema así hasta que perjudica sus relaciones sexuales. Mi psicóloga me ha contado que hay gente que tiene problemas con la pornografía y la masturbación que derivan en eyaculación precoz. A mí me tocó justo lo contrario.
Ahora mismo sigo yendo a terapia y todavía no he sido capaz de correrme con las relaciones sexuales. Por suerte mi novia me apoya y mi psicóloga me está ayudando mucho. Es difícil dejar el porno. A veces tengo impulsos y recaigo, pero cada vez menos. Algún día podré disfrutar del sexo sin recurrir a la pantalla del móvil."
Quizás te interese:
Si te has sentido identificado, pide ayuda profesional. La terapia sexual es confidencial y muy efectiva.