El 12 de julio a las 9 de la mañana en Estados Unidos, el presidente ejecutivo de Twitter, Jack Dorsey, anunciaba a través de su perfil de la mencionada red social que comenzaba la acción a través de la cual se iban a excluir una gran cantidad de cuentas que ya habían sido bloqueadas con anterioridad. Tan solo 15 minutos después, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, había perdido 100.000 seguidores, tal y como ha publicado el Washington Post.
La cuenta oficial de Trump no ha sido la única en verse afectada. Su antecesor en el cargo, Barack Obama, ha perdido unos 400.000. Eso sí, todavía le quedan 104 followers. Además de los políticos, los famosos también han notado el cambio. La cantante Katy Perry, quien tiene el honor de ser la persona que más seguidores atesora en la red social, ha perdido un millón y medio.
Cristiano Ronaldo, Shakira, Pedro Sánchez o el Papa Francisco. Todos se han visto afectados por esta acción en mayor o menor medida. También los usuarios normales, que van a ver cómo sus seguidores disminuyen un seis por ciento. "Sabemos que este ajuste puede llegar a resultar sorprendente para algunos, pero estamos convencidos de que la precisión y la transparencia son fundamentales a la hora de hacer de Twitter un lugar seguro y fiable para la conversación pública", afirmaba el jefe de legalidad, políticas, confianza y seguridad de la compañía, Vijaya Gadde, en un comunicado.
Un largo proceso
No es la primera acción de este nivel que lleva a cabo la red social. Entre mayo y junio ya quitaron más de 70 millones de cuentas. Antes de llegar a este extremo, Twitter cumple un procedimiento. En primer lugar, congelan o restringen los perfiles en los que detectan comportamientos raros. Posteriormente se ponen en contacto con los responsables de las cuentas, para que las validen o cambien las contraseñas. Si esto no ocurre, es finalmente excluida.
"Hasta que no confirmamos que está todo bien en la cuenta, la bloqueamos, lo que les incapacita para tuitear o ver anuncios", ha confirmado Gadde. Una gran purga con la que la compañía pretende revertir la crisis que viven desde las elecciones de Estados Unidos en 2016, cuando las noticias falsas inundaron la red social.