Sevilla es una ciudad que bien merece una visita, pues todo aquel que acude a verla parece confirmar que es un lugar lleno de belleza, con planes sin fin y espacios que no pueden quedar sin visitar… a no ser que el proyecto sea regresar. Llena de color, arte y buen ambiente, la ciudad tiene mucho que ofrecer, ya sea una escapada de unas horas o unos días.
Entre los rincones que no pueden quedarse sin ser visitados destacan algunos emblemáticos, como el barrio de Triana o el parque de María Luisa, la Giralda o el Real Alcázar, la Casa Pilatos o la Basílica de la Macarena, la Plaza de España o la Torre del Oro… espacios que merecen la pena y que guardan secretos que son desvelados a los visitantes por los guías, pero que también pueden ser consultados en otras fuentes.
Así, nadie tiene por qué quedarse sin saber algo de esta ciudad, las peculiaridades de su arquitectura pueden ser compartidos, así como los motivos para que una de sus edificaciones más emblemáticas, la catedral de Sevilla, esté rodeada por cadenas. Existe un motivo por el que encontramos este elemento a su alrededor y forma parte de la historia de este lugar, como tantos detalles por descubrir.
La de Sevilla es la Catedral gótica más grande del mundo y la católica más grande del mundo. Además de su impresionante y admirable arquitectura, cuenta también con un detalle en su exterior, unas columnas conectadas por gruesas cadenas de hierro, granito y mármol. El motivo de que estén ahí no es puramente estético y para conocer su significado completo hay que remontarse al siglo XVI, cuando la vida era muy diferente.
Porque estas cadenas delimitan el perímetro de la catedral, pero también marcan otros límites, como el espacio físico que protegía a los ciudadanos que buscaban refugio de la justicia civil en el ámbito eclesiástico. En esa época existían diferentes organismos de justicia y no todos eran considerados amables. Cada persona buscaba amparo en el tribunal que más le convenía, los soldados en el tribunal militar o los curas en el eclesiástico.
Las cadenas delimitaban la jurisprudencia de la iglesia, una barrera física que separaba lo que ocurría dentro y lo que ocurría fuera de la iglesia. Quienes lo necesitaran podían pedir amparo a la iglesia, solicitando protección dentro de recintos sagrados. En Sevilla, estas cadenas se instalaron a partir de 1565, con el objetivo de delimitar físicamente el espacio donde acababa la jurisdicción civil y comenzaba la eclesiástica.
Este es el motivo oficial por el que hay 157 columnas, 100 de ellas pareadas (unidas por cadenas) y 57 de ellas solitarias, pero hay otros motivos. Al parecer, las gradas de la catedral se empleaban como zona para tratar asuntos comerciales e incluso para cobijarse cuando hacía mal tiempo y algunos mercaderes llegaban a entrar al templo con sus animales, esta barrera física buscaba impedirlo. Esto, según aseguran en El Diario de Sevilla, fue el motivo por el que se construyó un edificio, la Antigua Casa Lonja de los Mercaderes, para que pudieran reunirse en él, que con el tiempo se convertiría en el Archivo de Indias.