¿Por qué se apagan las luces de la cabina del avión durante el despegue y aterrizaje?

Los vuelos en avión comercial tienen una serie de hábitos que muchas veces los viajeros no llegan a comprender o, simplemente, sobre los que no se preguntan su origen. Y uno de ellos es apagar las luces de la cabina durante el despegue y el aterrizaje.

Del mismo modo que las ventanillas deben estar subidas en esos momentos del vuelo o que los cinturones de seguridad deban estar abrochados, esta práctica tiene una explicación y, al igual que casi todo lo que ocurre en un avión, está relacionada con la seguridad del pasaje.

¿Por qué se atenúan las luces?

La razón tiene que ver con el ojo humano, ya que apagar las luces de la cabina del avión ayuda a que, en caso de que haya un accidente o una evacuación de emergencia, la vista se habituará más rápidamente a las nuevas condiciones lumínicas, las cuales probablemente sean más escasas. Está comprobado que el ojo tarda una media de diez minutos para adecuarse totalmente a la oscuridad, tiempo que puede resultar crítico cuando se trata de una emergencia.

Pero eso no es todo, una menor potencia en la iluminación interior ayuda a que las ventanas no la reflejen, pudiendo así entorpecer la labor de la tripulación a la hora de observar cualquier situación complicada en el exterior. 

No en vano, el hecho de que las ventanillas deban estar subidas en despegue y aterrizaje se debe a que, de ese modo, cualquier pasajero pueda observar si ocurre algo en el exterior del avión. De ese modo avisará a los asistentes de vuelo que a su vez se lo comunicarán al piloto.

¿Por qué durante el despegue y el aterrizaje?

La respuesta a esta pregunta es más sencilla y cualquier persona puede llegar a ella: son los momentos más peligrosos durante un vuelo. Según la web de Aviation Group, “el 60% de los accidentes fatales ocurren en estas fases ya que la principal dificultad a la que se encuentran los pilotos es la de alcanzar la velocidad suficiente para levantar el avión dentro de una pista de despegue. Lo mismo ocurre con el aterrizaje, ya que el avión se encuentra en movimiento y la fase de aproximación es la más crítica”.

No obstante, el avión sigue siendo el medio de transporte más seguro para moverse. Según datos publicados por la Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA), la tasa de accidentes aéreos en 2023 fue de una por cada 1,26 millones de vuelos, con lo que las posibilidades son ínfimas para cualquier persona que opte por este transporte. Si a eso le añadimos que las cifras siguen bajando, llegamos a la conclusión de que las posibilidades de morir en un avión son muy remotas. De acuerdo con datos del Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos, la probabilidad es de una entre 205.552, cuando en coche es de una entre 102.

Eso sí, para conseguir estas cifras tan espectaculares no solo es necesario que la tecnología aérea siga mejorando, sino también seguir a rajatabla las indicaciones que en cada vuelo realiza la tripulación; porque en cuestión de seguridad, cualquier medida ha de ser bienvenida.

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