Arantxa Sánchez Vicario y su ex marido Josep Santacana se enfrentan a una pena de cuatro años de cárcel y 6 millones de euros de multa por presunto delito de alzamiento de bienes.
En el juicio que ha arrancado hoy en Barcelona, se les acusa de haber ocultado su patrimonio a través de un testaferro para evitar pagar al Banco de Luxemburgo una deuda de 7,5 millones de euros.
La ex tenista y el padre de sus hijos, aún en otra guerra judicial por su divorcio, se culpan mutuamente del presunto delito. Ella, aunque hace dos años confesó haber ocultado bienes, dice haber sido víctima de la gestión de sus temas financieros por parte de su ex marido. "Me fié de él y después me arrepentí", ha declarado hoy ante el juez:
“Mi único error fue enamorarme y confiar en una persona que me la jugó”, cuenta en El País, a lo qué Santacana responde en el mismo diario: “Su error no fue enamorarse de mí, sino no pagar a Hacienda y no pasar cuentas a su familia”, además de negar que la deportista sufra dificultades económicas: “Vive en un apartamento de lujo cerca de Enrique Iglesias”, dice después de que Arantxa asegurase estar “sacando adelante a mis hijos con ayuda de amigos”.
Santacana mantiene que "nunca engañó ni se benefició económicamente" de su mujer, que ya era "insolvente" cuando se casaron, si bien hace años declaró que la tenista tenía "pasta" en Suiza.
A Arantxa Sánchez Vicario no le ha ido tan bien en el amor como en la pista de tenis, donde hasta su retirada en 2002 después de 17 años en la élite, llegó a ganar cuatro títulos de Grand Slam en categoría individual, seis en categoría de dobles y cuatro en dobles mixtos, además de cuatro medallas olímpicas y cinco títulos de Copa Federación con el equipo español.
En 2002, cuando estaba en pleno auge de su carrera, la deportista se casó con el periodista deportivo Joan Vehils, entonces director del diario Sport, a quien había conocido seis años antes cuando este la entrevistó.
Un año después de una mediática boda en la ermita del castillo de San Marçal, en la Cerdanyola (Barcelona), con 650 invitados como los Pujol, Pilar de Borbón, José María Aznar y Ana Botella, se divorciaron de forma amistosa. Él se casó después con la periodista de TV3 Helena García Melero.
Tras este primer matrimonio fallido, Arantxa tuvo luego una relación sentimental con quien había sido su entrenador al comienzo de su carrera, Antonio Hernández, con quien se reencontró años después y surgió la chispa, como ella misma contó: "Reapareció en mi vida y del trabajo en común nació el amor". Pero tampoco funcionó.
La menor de los Sánchez Vicario volvió a ilusionarse cuando conoció a Josep Santacana en 2007. “Fue un flechazo”, recuerda en su libro de memorias ¡Vamos! Memoria de una lucha, una vida y una mujer. Les presentó en Ibiza José Guindulain, un subastero de Barcelona que había trabajado con Santacana y que falleció dos años después, presuntamente por suicidio y asfixiado por las deudas.
El hombre del que se había enamorado Arantxa nunca gustó a su familia, por su dudoso prestigio como empresario. Llegaron a contratar a un detective para investigar su pasado y descubrieron que no tenía ninguna profesión, sino que trabajaba comisionista del mencionado subastero y estaba envuelto en varios procesos judiciales.
Alertaron de ello a la tenista, se opusieron su boda y le pidieron que al menos firmara capitulaciones matrimoniales para salvaguardar su fortuna, a lo que la tenista se negó al principio, aunque sí lo hizo después de casada.
Arantxa, “muy enamorada”, como cuenta al diario El País, decidió apostar por la relación y se casó con Santacana en 2008, en una boda celebrada en el castillo de Peralada. Bajo estas líneas, en la boda de Rafa Medina y Laura Vecino a la que asistieron juntos:
Arantxa puso tierra de por medio para empezar de cero con Josep Santacana, al que nombró además apoderado de todas sus empresas y gestor de su patrimonio, calculado en 45 millones de euros.
Se mudó con él a Miami (Estados Unidos), donde han crecido los hijos de la pareja, Arantxa y Leo, de 14 y 11 años, respectivamente. Ella dice ganarse la vida ahora como profesora de tenis y ocasionalmente como comentarista deportista, aunque la mayor parte de sus ingresos van destinados a pagar su deuda con el Banco de Luxemburgo.
Su matrimonio le hizo romper lazos con su familia, llegando a culpar a sus padres, Marisa y Emilio, de la mala gestión que hasta entonces habían hecho de sus ganancias como tenista. Les acusó de haberla arruinado en un juicio que perdió en 2015 por falta de pruebas.
También señaló a su hermano Javier por tener más posesiones que ella cuando su carrera profesional había sido muchos menos fructífera.
Cinco años después, tras su separación de Santacana en 2018, Arantxa tuvo que dar la razón a sus padres y se mostró arrepentida por haber estado tanto tiempo enfrentada a ellos.
“Siempre han querido lo mejor para mí”, dijo en 2021 en una entrevista a laSexta, cinco años después del fallecimiento de su padre, de alzheimer, con quien nunca tuvo ocasión de reconciliarse ni de acudir al entierro porque se lo prohibieron sus hermanos, Marisa, Javier y Emilio. "Mi madre está conmigo aun habiéndole dado mil patadas. Me ha demostrado lo que es el amor incondicional", dijo de su progenitora.
En esta misma revista fue donde Arantxa anunció su ruptura con Santacana y arrepentimiento por haberle confiado sus finanzas. “Tenía que haber separado el amor del resto de mi vida”, confesó. Él achacó el final de su relación a la presión que supuso la oposición familiar.
En la primera demanda de divorcio que Santacana interpuso en 2018, cuando ya llevaba un año separado de Arantxa, pidió la custodia total de sus dos hijos, una orden de alejamiento y un informe que ponía en duda la salud mental de su mujer. Se llevó todas las pertenencias de , incluso sus trofeos, y la dejó en la ruina más absoluta, recuerda ¡Hola!.
Aunque el proceso de divorcio sigue abierto en Estados Unidos, lo último que se sabe es que se ha pedido custodia compartida y no hay ningún informe psicológico por medio.
El mismo año en el que anunciaban su divorcio, comenzaron los problemas judiciales que les tiene hoy sentados en el banquillo.
Arantxa Sánchez Vicario no ha rehecho su vida sentimental, que se sepa, y dice vivir “solo para sus hijos”. A Josep Santacana sí se le atribuyó tras la separación una nueva novia, Raquel, una madrileña que vivía en Barcelona hasta que se fue a vivir con él a Miami, según publicaron medios como Sálvame (Telecinco) ,que avanzó la noticia, o Mujer Hoy, que publicó después las primeras fotos de la pareja.
Fue esta mujer la que acompañó al ex marido de Arantxa en el juicio de su divorcio celebrado en 2019 en Esplugues de Llobregat (Barcelona), como muestran estas imágenes de Europa Press.
El propio Santacana había revelado un año antes a la revista ¡HOLA! que tenía una nueva pareja, “que no se parece en nada a Arantxa”, y desmintió que fuera gogó o que no tuviera carrera universitaria, como se había dicho. Ella, por su parte, negó haber sido la causante de la separación de la tenista y su marido.