Adiós a las esperanzas de encontrar con vida a las cinco personas que viajaban a bordo del sumergible desaparecido el domingo, durante una inmersión para ver los restos del Titanic, en la costa atlántica de Canadá. En la tarde de este jueves, cuando ya se habían agotado las 96 horas de capacidad de oxígeno en la nave, el robot utilizado para la búsqueda encontró escombros ("un tren de aterrizaje y una cubierta trasera del sumergible") pertenecientes al submarino perdido que habría sufrido una "implosión catastrófica" sin supervivientes.
Estos días hemos conocido decenas de testimonios de ex pasajeros del Titán, el mismo sumergible de OceanGate Expeditions en el que ha ocurrido la tragedia. Entre ellos el del youtuber Alan Estrada o David Pogue, el excolumnista de tecnología del New York Times y presentador de CBS que participaron en una expedición similar hace un año.
Pero había un silencio atronador, el de James Cameron. El testimonio del cineasta, filántropo y explorador marino canadiense era uno de los más buscados, no solo por haber dirigido la oscarizada película Titanic (1997), sino por ser la persona que más veces ha descendido a las profundidades del océano para ver los restos del transatlántico hundido en 1912 que se encontraron en 1985.
De hecho, en una entrevista de 2009, Cameron llegó a confesar que hacer la película de Leonardo DiCaprio y Kate Winslet -la más taquillera de la historia con 2.188 millones de dólares recaudados-, era solo una excusa para financiar sus expediciones submarinas para estudiar de cerca los restos del icónico barco. "Hice Titanic porque quería bucear entre los restos del naufragio, no porque quisiera hacer la película", declaró el director de otros taquillazos como Avatar, The Abyss o Terminator a la revista PlayBoy.
Cameron rodó Titanic doce años después del hallazgo de los restos en 1985, en el Atlántico norte, a 3.821 metros de profundidad. "El Titanic era el Everest de los naufragios y, como buzo, quería hacerlo bien". "Cuando supe que otros tipos habían buceado en el Titanic para hacer una película IMAX, dije: 'Haré una película de Hollywood para pagar una expedición y hacer lo mismo'. Me encantó ese primer contacto, y quise repetir".
Varios medios llevaban días intentando contactar con James Cameron para conocer su opinión sobre lo que había podido pasar en el Titán de OceanGate, pero no obtenían respuesta. También guardaba silencio en sus redes sociales. Su última publicación en Twitter era un texto del pasado febrero en la que hace referencia a imágenes nunca vistas de la primera expedición al Titanic, en 1986:
Fue este jueves por la noche, cuando se hallaron los restos del Titán implosionado y se dio por muertos a los 5 tripulantes, cuando Cameron ha hablado al fin. Califica la búsqueda de "farsa" ya que "desde el principio se sabía que no había esperanza". Asegura que ve "similitudes" en la tragedia de este sumergible con la del Titanic, ya que el dueño de OceanGate estaba advertido de los peligros que conllevaba sus expediciones, y no hizo caso, de la misma forma que "el capitán" del mítico barco hundido "recibió avisos de forma reiterada sobre el hielo que tenía delante y aún así aceleró a toda máquina". Además, Cameron se encuentra especialmente consternado, ya que uno de los pasajeros, el francés Paul-Henry Nargeolet, exoficial de la marina francesa experto en el Titanic, era amigo de él.
Ahora se entiende el silencio de Cameron, que podría deberse al respeto a las víctimas por su mayor conocimiento del caso, además de los recuerdos agridulces que podría traerle este dramático suceso. En uno de los 33 viajes que Cameron realizó al Titanic, el cineasta de 68 años quedó atrapado. "Una corriente de agua los atrapó en contra de la popa y estuvieron ahí 16 horas hasta que el agua se desviara porque no podían salir", dijo el youtuber mexicano Alan Estrada.
Cameron tuvo otra experiencia submarina aún más dramática que él mismo relató en una entrevista, rescatada en un vídeo de TikTok que se ha hecho viral:
Aquella vez, el cineasta hacía su primer viaje en solitario para sumergirse en la fosa de Bougainville (también conocida como fosa de Nueva Bretaña), al este de la isla de Nueva Guinea, en el océano Pacífico. Es una de las mayores del mundo, a 9.140 metros de profundidad.
“Las cosas empezaron a fallar" cuando llegó a los 7.900 metros de profundidad, recuerda Cameron, que sospechó que “algo le pasaba al PAC (Programmable Automation Controller), el ordenador que controla todo en el sumergible. “Fue un poco aterrador porque perdí mi altímetro, el control del sistema de iluminación, el control del propulsor y más cosas", relata el director, que dudó sobre qué hacer. “No sabía si seguir adelante y al final solté lastre porque no sabía dónde estaba el fondo y no quería chocarme".
Cameron reconoce que él fue el único responsable del accidente, ya que la noche anterior había pedido que cambiaran las líneas de código fuente “para que registraran los datos de la pantalla táctil como yo los veía", lo cual fue un error. También fue gracias a él por lo que se salvó. Afortunadamente, un año antes había pedido a los responsables de electricidad del sumergible que el sistema de lastre fuera independiente del PAC, una decisión que fue determinante para que pudiera volverá a la superficie. “Menos mal que lo hice, porque si no estaría aún sentado ahí abajo", dice en el vídeo.
La fascinación de Cameron por las profundidades del mar le viene de niño, cuando se quedaba “asombrado” viendo los documentales de Jacques Cousteau, según contó a National Geographic.
Con 14 años visitó el Museo Real de Ontario y quedó fascinado por una exposición de un hábitat submarino diseñado por Joe MacInnis, al que escribió una carta que, para su sorpresa, tuvo respuesta. Obtuvo la dirección de contacto del fabricante de plexiglás, lo que le permitió obtener una muestra del material.
"Creo que el trabajo del explorador es ir y estar en el borde remoto de la experiencia humana y luego volver y contar esa historia", declaró el director a NPR hace diez años.
Cameron ha hecho decenas de viajes submarinos desde que rodó Titanic. En 2012, se sumergió en la fosa de las Marianas, a 11.000 kilómetros de profundidad, mucho más allá de donde se encuentra el transatlántico hundido. Lo hizo a bordo de su propio sumergible de 7 metros de longitud, el Deepsea Challenger:
El director batió el récord que tenía desde 1960 el famoso explorador suizo Jacques Piccard. Una hazaña que hasta ahora solo ha conseguido él, que fue el único que pasó hasta tres horas explorarando el fondo y recogiendo muestras de sedimento que revelaron microorganismos hasta entonces desconocidos.
Así contó la experiencia en National Geographic. "Salí como un rayo, lo más rápido que he visto nunca. La superficie simplemente retrocedió", dijo. "Simplemente se fue. Estoy mirando el medidor de profundidad y estoy a 1.000 pies [300 metros] en el primer par de minutos. Luego 2.000, luego 3.000. El submarino iba como un murciélago".
Cameron se atrevió a ir más lejos de la profundidad del Titanic y llegó a los los 27.000 pies o unos 8 kilómetros, a tan solo 2,7 kilómetros de distancia del fondo del océano.
Su mujer, Suzy Amis Cameron, que interpretó a Lizzy Calvert en Titanic, contactó con él a través del sistema de comunicación desde la superficie. "Aquí estoy, en el lugar más remoto del planeta Tierra, al que ha costado tanto tiempo, energía y tecnología llegar, y me siento como el ser humano más solitario del planeta, completamente aislado de la humanidad, sin posibilidad de rescate en un lugar que ningún ojo humano ha visto jamás", dijo Cameron a su esposa.
Esta expedición se puede ver en el documental James Cameron: Desafío en las profundidades (2014), en Amazon Prime Video y Apple TV+.
En otro documental de 2018, el cineasta explicó que sus viajes no eran fruto del “ego de un rico”, sino del objetivo de “ser testigo de un milagro. Si tienes la suerte de tener dinero, ¿por qué no invertirlo en tu sueño?".
El resultado de los viajes épicos de Cameron al fondo marino han sido retratados en documentales como el ya mencionado y otros como Una expedición de James Cameron: el acorazado Bismark (2002), Misterios del Titanic (2003) y Misterios del océano (2005).