Turismo sin escrúpulos: protesta por poner una heladería a las puertas del campo de exterminio en Auschwitz
El turismo sin escrúpulos ofrece itinerarios divertidos en escenarios bélicos, donde murieron muchas personas
La dirección del museo de Auschwitz protesta contra la instalación de un puesto de venta de helados y una letrina portátil en la entrada
El Tribunal Supremo prohíbe que los opositores se hagan selfis en su sala de Vistas porque no es serio
Preocupa el llamado turismo de guerra. Por increíble que parezca hay agencias que ofrecen vacaciones en lugares en conflicto o en espacios históricos en los que los viajeros se hacen selfis divertidos y graciosos. El puesto de helados instalado a las puertas del campo de concentración de Auschwitz es la última, que ha provocado indignación y críticas.
Las críticas a estas estrategias comerciales que no respetan los escenarios de tragedias históricas, como la matanza de los nazis a más de un millón de personas en el campo de concentración. La venta de helados y una letrina portátil a apenas 200 metros de distancia de todo un símbolo del horror nazi ha provocado una protesta del Museo, en la Lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO.
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Los que visiten el campo de exterminio de Auschwitz verán la heladería que ha plantado el Gobierno local a pesar de la denuncia de la dirección del museo memorial del Holocausto, que considera una falta de respeto esta decisión comercial que solo busca obtener beneficios.
Qué decir de los turistas sin alma ni respeto que llegan a los barracones, donde tantos sufrieron y murieron. Posan, se hacen selfis para alimentar el postureo en las redes. Se exhiben en un lugar sagrado como si de una fiesta se tratara; sin respeto simulan dormir en las literas, donde los prisioneros no podían pegar un ojo por el frío y el hambre; otra hace equilibrios en las vías del tren que conducían al exterminio.
La frivolidad que algunos ven en el llamado turismo de guerra, también presente en algunos de esos escenarios bélicos recuperados para recordar las atrocidades del pasado que terminan convertidos en auténticos parques de atracciones.