Lo cierto es que nada más llegar a la Piazza de Roma (donde dejan todos los autobuses llegados del aeropuerto) no puedes más que darte cuenta de que nada allí es parecido a todo lo que hayas visto anteriormente.
Sensación que se multiplica si procedes de la capital española. Como es bien sabido, Venecia tiene seis distritos separados a su vez en 120 islas a las que se accede a través de sus 400 puentes.
Es decir, que nada de carreteras y, por su puesto, nada de coches. En su lugar, nos encontramos con los vaporettos (algo así como autobuses que recorren el Gran Canal), los tragettos (servicios económicos de góndolas para cruzar de un lado al otro del Canal) y, por su puesto, las mismísimas góndolas (para los más románticos y los más 'afortunados'. Su precio suele rondar los 60-80 euros).
Seis distritos, seis sentidos
Bajo este lema han arrancado los Carnavales de Venecia 2009. Santa Croce ha apostado por el olfato, Canaregio por el gusto, San Polo por la vista, Castello por el tacto, Dorsoduro por el oído y San Marco, por la mente.
Pero, ¿a qué se refieren con este sexto sentido? ¡Y en plena plaza de San Marcos!, quizá la más conocida de la isla. Pues ni más ni menos que a explotar todos y cada uno ellos en un mismo lugar.
Así, podías encontrarte, como si tal cosa, andando entre la Basilica y el Palacio Ducal y tropezarte con dinosaurios de más de tres metros, mientras te acercabas al Cafe Latte y te ofrecían un exquisito chocolate o te asomabas a la cafetería 'Tea Time' y podías contemplar una escena del siglo XVII, con todo el mundo disfrazado con el atuendo adecuado para tal ocasión.
Aunque lo cierto es que por donde quieras que pasees de Venecia puedes encontrarte con edificios espectaculares, gente disfrazada, fiesta, tiendas con todo tipo de artilugios y, sobretodo, máscaras.
Venecia y sus puentes
Pese a contar con más de 400 puentes en toda la isla, lo cierto es que sólo cuatro atraviesan el Gran Canal: El Puente de la Academia, el Puente de los Descalzos, el Puente de Rialto y el más moderno, el realizado por el arquitecto español Santiago Calatrava..
Aunque tampoco hay que dejar de ver el llamado Puente de los Suspiros, que une el Palacio Ducal con Piombi (muy cerca de San Marcos). El nombre se lo debe a que por este canal pasaban los presos que eran conducidos hasta la prisión. Y se dice que podían oírse sus suspiros al pasar por el canal y saber que no volverían a ver el mar ni el cielo.
Salvo una decena de los puentes, todos cuentan con escaleras lo que resulta bastante incómodo para el turista que viaja con maletas. Por no hablar de que ni siquiera ese número se encuentra habilitado para las personas con algún tipo de minúsvalía.
Teniendo en cuenta que algunos de ellos se construyeron en el siglo XVI, no es de extrañar. Ahora que el llamado Cuarto Puente, es decir, el del señor Calatrava, bien podía haber pensando en estos detalles y no sólo en el diseño. Máxime cuando se trata del puente de acceso a la ciudad (conecta la Piazza de Roma con la Ferrovia). Es decir, que vengas por el medio que vengas, lo tienes que atravesar.
Sea como fuera, Venecia es uno de esos lugares que dejan buen sabor de boca, más allá del Cannaregio y que merece la pena recomendar y visitar en más de una ocasión pues no hay rincón que deje indiferente ni edificio que no obligue al visitante a alzar la vista.
En Carnavales, como era de esperar, todo está lleno de luz y color, sobretodo cuando cae la noche, pero pasadas estas fechas no perderá ni un ápice de sus seis sentidos.