Las circunstancias que rodean a su muerte aún reservan lugar a la incógnita: ¿Se suicidó el genio de la pintura, Van Gogh? La respuesta, más de un siglo después, sigue sin ser clara. La versión más aceptada, –recogida también por el Museo Van Gogh de Ámsterdam–, defiende que así fue; que en la tarde del 27 de julio de 1890 el pintor holandés se disparó con un revolver en el pecho, muriendo por la herida dos días después, –tras haber regresado tambaleándose a su posada–, el 29 de julio, en Auberge Ravoux.
Otras versiones, sin embargo, sugieren que pudo haber fallecido por un homicidio involuntario o, incluso, asesinado. Según Steven Naifeh, biógrafo estadounidense ganador del Pullitzer por sus obras sobre Jackson Pollock y sobre Vincent Van Gogh, pudo ser disparado de forma accidental por un joven local llamado René Secrétan; una hipótesis que también presenta el pintor y director Julian Schnabel en su película ‘Van Gogh, a las puertas de la eternidad’.
Lo único que se da por plenamente seguro es que murió tras el balazo infligido por un revólver; un arma de fuego que este miércoles se ha subastado por un precio de 162.500 euros. O al menos así se ha anunciado en la casa de subastas de Drouot de París: como el revólver que acabó con la vida del artista.
El precio de salida se estimaba entre 40.000 y 60.000 euros, pero finalmente su precio inicial fue rebajado, precisamente, por el hecho de no haber podido comprobar de manera concluyente que fuera el arma causante de la muerte.
No obstante, según el medio especializado ‘The Art Newspaper’, el tipo de arma, su calibre, su estado, la ubicación y las circunstancias del hallazgo sugieren que sí lo es.