Raúl Rivas, microbiólogo: “Las vacunas de ARN son extraordinarias, las tenemos gracias a la investigación anterior en ciencia básica”

  • El profesor, investigador y divulgador publica un nuevo libro, Las sirenas de Colón y otras historias prodigiosas de la biología

  • Subraya que la divulgación es fundamental para que la sociedad comprenda la necesidad de invertir en ciencia básica

  • En el libro repasa desde la ciencia mitos como el vellocino de oro, los unicornios, las plagas de Egipto o los gigantes de Irlanda

En 1898 el matrimonio Curie descubrió un nuevo elemento, el radio, del que deriva el concepto de radiactividad. La palabra no tenía la carga nociva que adquirió con posterioridad. Nadie sabía que era cancerígeno. La fascinación finisecular por el radio lo convirtió en remedio para todo. Incluso se llegó a comercializar agua radiada.

Una compañía de Estados Unidos aplicó sus propiedades luminiscentes a las esferas de los relojes militares: “Las trabajadoras eran aconsejadas a lamer la punta de los pinceles pringados de radio y zinc… Muchas ingirieron cantidades alarmantes de radio. De repente trabajadoras jóvenes y sanas desarrollaron necrosis mandibulares, deformaciones faciales y empezaron a perder los dientes”.

Lo cuenta Raúl Rivas (Salamanca, 1974), catedrático de Microbiología de la Universidad de Salamanca, apasionado por la divulgación científica y colaborador de NIUS, en Las sirenas de Colón y otras historias prodigiosas de la biología que sigue la línea de sus libros anteriores: La maldición de Tutankamón y otras historias de la Microbiología y El asesino que envenenó a Napoleón y otras historias de la Microbiología. “Siempre me ha gustado la divulgación, me gusta escribir y contar historias”, nos cuenta.

La ciencia ¿no es cada vez más complicada como para divulgarla a un público no especializado?

Sí. Cada vez los protocolos y los métodos que utilizamos quizá sean más abstractos. Pero por eso mismo es tan necesaria la divulgación científica. Hay que acomodar el lenguaje para que el público lo pueda entender de una manera sencilla. Lo importante es trasladar el concepto.

Todos entendemos las aplicaciones de la tecnología científica. Más difícil es comprender la importancia de la ciencia básica. A menudo ante una ‘oscura’ investigación, la gente pregunta: ¿y eso para qué sirve? Y es probable que ni el mismo científico tenga la respuesta. ¿Qué papel juega ahí la divulgación científica?

Es algo crítico hacer comprender a la gente que la inversión en ciencia básica es fundamental para desarrollar en un futuro a veces lejano un medicamento que nos posibilite luchar contra el cáncer, por ejemplo. Todo ha surgido de un estudio en ciencia básica. Sin años de investigación en ciencia básica, las actuales vacunas de ARN [contra la covid] no se hubiesen podido desarrollar con la rapidez con la que se han desarrollado este año. Es fundamental trasladar esto a la gente desde edades muy tempranas.

En tu libro, sean las caras de Bélmez, el chupacabras o el Kraken, expones explicaciones naturales para fenómenos que han pasado por sobrenaturales. ¿El misterio siguen vendiendo más que la explicación científica?

Sí. Nos encanta el misterio. Nos encanta esas cosas que no podemos comprender y a las que damos explicaciones divinas o diabólicas. Así ha pasado a lo largo de siglos. El aumento del conocimiento nos permite vislumbrar que sucedía en determinadas ocasiones. La divulgación es importante no solo para comprender misterios y enigmas que nos han acompañado durante generaciones, también objetos mundanos como las vacunas. ¿Por qué sirven las vacunas? ¿Qué han hecho por nosotros?

En los capítulos de tu libro enlazas unas historias con otras al estilo de una matrioska o de la Wikipedia, por llamarlo de alguna manera, como si el texto nos llevara de un hipervínculo al siguiente. Un capítulo empieza con Stravinsky y termina con el baile de San Vito pasando por el origen de la tarantela italiana y la picadura de la araña conocida como ‘viuda negra’. ¿Por qué has elegido este tipo de narración?

Me gusta contar historias y contarlas relacionadas entre ellas porque así es como ocurren en la realidad. No podemos aislar un hecho científico de un acontecimiento literario o pictórico. Todo está relacionado. También me gusta dejar algunas ramas para picar la curiosidad del lector, para que intente profundizar un poco más por su cuenta. La lectura de la divulgación debe provocar el interés por determinados temas que no se desarrollan del todo en el libro.

Repasas desde la ciencia mitos, leyendas e historias que nos han acompañado durante años y siglos: los cíclopes, el chupacabras, las caras de Bélmez o el kraken. Empiezas por el vellocino de oro que alimenta el mítico viaje de Jasón y los argonautas y que puede explicarse por la técnica en que lo habitantes de la Cólquida (actual Georgia) lavaban y colaban el oro.

Nos ha acompañado durante generaciones y al final parece que está basado en un hecho real, como ocurre con muchas fábulas. Tienen un germen en un acontecimiento real que se puede ir distorsionando por la transmisión de esa información a lo largo de los siglos. Hubo una búsqueda de oro que tuvo que ver no tanto con un carnero de piel áurea sino con la localización de yacimientos de oro en determinados lugares a los que había que llegar después de una auténtica odisea.

También hay un fondo real en las historias de los licántropos u hombres lobo.

Sí. Las historias de hombres lobo se asocian con epidemias de enfermedades infecciosas. ¿Cómo se convierte una persona en hombre lobo en estas historias? Pues, al ser mordido por un lobo o por otro hombre lobo. Es una transmisión de una enfermedad y, en este caso, hay diversas hipótesis. Unas relacionadas con enfermedades genéticas como la hipertricosis, pero otras vinculadas a brotes epidémicos de la rabia en distintas partes de Europa. La rabia es un virus extremadamente peligroso. Lo transmiten animales salvajes, principalmente perros y cánidos. La sintomatología, la forma de transmisión y la fecha de aparición de estos brotes de rabia tiene mucho que las leyendas de hombres lobo en Centroeuropa.

El virus de la rabia, por cierto, que sigue siendo el más letal si no se aplica rápidamente un tratamiento.

En ausencia de tratamiento, hay muy pocas personas en el mundo que hayan podido sobrevivir con diferentes secuelas. Se considera que la mortalidad de la rabia es prácticamente del 100%. Es una enfermedad muy grave en países donde no están vacunados los perros. Por eso es tan importante entender el concepto de ‘one-health’, no sólo por lo que nos está pasando con el actual coronavirus sino por otras enfermedades. La sanidad humana está ligada a la sanidad animal. La rabia es un ejemplo clarísimo. Si dejamos de vacunar a los perros, el índice de rabia va a subir y por tanto puede transmitirse más fácilmente a humanos. Hay casos de rabia en muchos países. Hace no mucho murió una persona de rabia en el País Vasco como consecuencia de la mordedura de un gato en un viaje a Marruecos. A pesar de que hay tratamiento, si no se administra a tiempo, el índice de mortalidad es altísimo.

En otro capítulo hablas de los fuegos fatuos, vistos en cementerios y lagunas pantanosas, y que han dado pie a tantas leyendas. Me llama la atención que no haya aún una explicación científica definitiva.

La ciencia nos aporta muchos datos, pero todavía no tiene la verdad absoluta. Hay diferentes hipótesis sobre los fuegos fatuos, estas luces espectrales. Muy probablemente tiene que ver con la emisión de diferentes gases, algunos formados por actividad microbiana, pero la verdad es que todavía no hay una certeza absoluta sobre cómo ocurren.

No tocas la actual pandemia del covid, pero me pregunto si también nos dejará un mito, una leyenda o un bulo por el origen aún no aclarado del todo del coronavirus.

Las teorías conspiranoicas siempre venden más que la verdad. La OMS afirmó hace pocos días que el origen del virus es natural. No hay nada que nos indique que no sea así. Ha ocurrido otras veces y no será la última vez que ocurra. Estos saltos de diferentes microorganismos desde animales al ser humano volverán a pasar. No sé cuándo, pero volverá a suceder.

¿Con qué te quedas de este año de pandemia?

Me quedo con la respuesta científica. Una de las mejores que hemos podido obtener son las vacunas de ARN. Estas vacunas parece que han venido para quedarse. Nos pueden dar un montón de alegrías con otras enfermedades. Lo que ha pasado este año es algo insólito. El desarrollo de este tipo de vacunas en apenas un año con la eficacia que han mostrado es algo extraordinario y ha sido gracias, como decíamos, a toda la investigación básica que se había hecho antes sobre este tipo de vacunas, sobre otros tipos de coronavirus, sobre la manera en que infectaban, sobre esa proteína S contra la que se han dirigido las vacunas, si no se hubiera investigado antes en otros coronavirus habría sido mucho más difícil. Dentro de la catástrofe que ha supuesto, la pandemia nos ha pillado en el mejor momento. Hace cinco, diez o quince años antes, la incidencia hubiera sido mucho mayor, porque aún había muchas cosas por aprender.