Polonia descubre al verdadero James Bond: un '007' ligón y amante de la cerveza tras el Telón de Acero
El Instituto Nacional de la Memoria de Polonia descubre a un agente británico llamado James Albert Bond que actuó en el país entre 1964 y 1965
La pregunta ha roto amistades y hasta matrimonios, casi tantos como la mítica: "La tortilla de patata, ¿con cebolla o sin cebolla?". La pregunta en cuestión es ¿quién ha sido el mejor James Bond de la historia? Una reciente encuesta de Radio Times concluía que para los británicos el mejor agente 007 fue el 'original': Sean Connery.
Claro, Connery fue el primero. Se metió en la piel del agente con licencia para matar en seis ocasiones y sentó las bases del personaje creado por Ian Flemming. ¿Y los demás? Timothy Dalton se queda con la plata y Pierce Borsnan, es el tercero. Ni Daniel Craig, George Lazenby ni Roger Moore se llevan a la chica en esta ocasión.
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Sin embargo, esta clasificación es un error comprensible fruto de la ignorancia. Porque el mejor Bond, el Bond que nació para serlo y que lo fue siempre -o al menos eso se cree- se llamaba en realidad James Albert Bond y -para sorpresa de todos- existió en la vida real. Y no sólo eso: además de existir, se permitió el lujo de ser un agente británico al servicio de Su Majestad y queriéndolo o sin querer dejó su rastro detrás del Telón de Acero, en la oscura Polonia de la década de 1960.
Su rastro en Polonia
A James Albert Bond no lo ha desenmascarado un maligno Doctor No, sino el Instituto de la Memoria Nacional de Polonia (IPN). Según las informaciones que maneja esta institución, Bond llegó oficialmente a Polonia el 18 de febrero de 1964 en calidad de archivista del Abogado Militar de la embajada británica. O eso dijo. Los servicios de contraespionaje polacos no lo vieron tan claro y decidieron seguirle la pista.
La directora del IPN, Marzena Krurk es tajante: "Sabemos que estuvo en Polonia en 1964 y 1965". Sabemos también -si lo dice Kruk, nos lo creemos- que "viajó poco, le gustaban las mujeres como a su tocayo literario, pero ni una palabra sobre el Martini". ¡Vaya por dios! "Sin embargo, hay información de que le gustaba la cerveza polaca". Algo es algo.
Al contraespionaje polaco, este Bond cervecero le puso las orejas tiesas: le siguió el rastro por su periplo en las regiones de Bialystok y Olsztyn, al noreste del país. Allí -como buen '007'- intentó penetrar en "instalaciones militares" del estado satélite soviético. Eso dicen los archivos de Kruk.
El hecho de que la primera película de la saga Bond -precisamente 'Dr. No'- se estrenara en 1962 llevó a pensar a la inteligencia polaca que alguien les estaba gastando un broma. Ni siquiera Kurk lo sabe de manera fehaciente. Quién sabe si fue el proverbial humor británico.