Inocencia o perversión , Balthus llega al Thyssen
Cómo nos miran o cómo las miramos. Esa es la cuestión. Aterriza el erotismo casi sagrado, la sensualidad explícita de Balthus en Madrid con sus célebres retratos de lolitas, siempre invitando al debate y últimamente, en tiempos del Me Too. De hecho, en 2017 una iniciativa popular pidió firmas por internet para que el MET de Nueva York descolgase uno de los lienzos del autor de sus paredes. El museo zanjó el tema, dijo que nunca prohibiría la creatividad. Y Teresa, la protagonista de la controvertida obra, sigue plácidamente soñando. Estos días aquí en España, en el Thyssen, entre otros 47 lienzos del genio.
Explica el comisario de la muestra, Juan Ángel López Manzanares, que el artista nunca estuvo oficialmente acusado de pederastia y que hay que entender a Balthus dentro del contexto de los años 30. La sensación generalizada de angustia, su exploración de los límites de la sexualidad son los que le impulsan a retratar la magia y el universo de una suerte de Alicias en el País de la Maravillas.
El artista presta su pincel a la débil frontera entre la niñez y la madurez, la inocencia y la perversión, el día que empieza y termina (como diría Rilke, su mentor).
Su viuda, presente en la inauguración de la muestra, no quiere ni hablar de los que censuran. Asegura que no saben observar el arte de un observador nato.
Balthus, siempre agazapado en la niñez.