Con solo seis años, Odile Rodríguez de la Fuente (Madrid, 1973) se sabía "de pe a pa" la guía de aves Peterson, el libro de referencia en el mundo de la ornitología. "Podía reconocer cualquier ave que estuviera volando o posada. Mis hermanas y yo salíamos con mi padre al campo al despuntar el alba, y nos daba una peseta por cada ave que identificábamos", recuerda la hija pequeña del gran divulgador ambientalista de los 70.
Vivir con Félix, el personaje más popular de la época, tenía esas cosas. "Para mi era lo normal, lo cotidiano, pero más tarde me di cuenta de que no todo el mundo compartía esa sensiblidad hacia los animales, hacia la naturaleza. Hasta el cuento de Caperucita Roja me lo contó al revés. En mi casa, las malas eran la niña cursi y la abuela gruñona, y el bueno era el lobo", recuerda.
No pudo disfrutar muchos años de su compañía: "Ver la vida a través de sus ojos era mágico", porque al cumplir siete años su padre murió en un trágico accidente aéreo en Alaska, dejándola huérfana a ella y a todo un país. "Debo ser la persona con más hermanos del mundo porque no te imaginas la cantidad de personas de aquella generación que se me acercan y me dicen "Yo fui un niño de Félix, tu padre fue como otro padre para mi. Eso es una maravilla", relata con emoción.
El cariño y la gratitud se han disparado desde que Odile decidió escribir Félix. Un hombre en la tierra. El libro sobre el que fue uno de los personajes más influyentes de España. El que recoge su legado como humanista, naturalista, ecologista y comunicador, y demuestra la vigencia de su proyecto. "Se publicó en plena pandemia y ya lleva cinco ediciones, la última, que acaba de salir, está especialmente cuidada. El boca a boca ha funcionado muchísimo, la verdad", explica su autora.
Pregunta. ¿La idea de escribirlo parte de ti?
Respuesta. Qué va, cuando me lo propuso GeoPlaneta les dije que no, porque ya se ha escrito mucho sobre mi padre, se han hecho documentales... y no sabía qué más podría aportar yo. Pero luego, yo, que me declaro como la fan número uno de mi padre y conozco muy bien toda su obra, sí que he ido detectando a lo largo de los años una carencia respecto a su figura, y es que la gente se ha quedado un poco como con una caricatura suya, lo recuerdan como un personaje muy popular de los 70, que era un comunicador de la tele y que hablaba de animales. Y sin embargo, el mensaje, que yo considero más importante, más profundo y más atemporal de mi padre, pues eso había caído un poco en el olvido. Entonces decido rescatar todas aquellas citas de mi padre que considero que son de total actualidad.
P. En los 70 no existía ninguna conciencia ecologista a nivel colectivo, pero él ya avisaba de que nos estábamos cargando el planeta...
R. Él fue verdaderamente el primer gran comunicador ambiental. Uno de los primeros ecologistas. Tuvo una participación activa en las ONGs que surgieron en la época, que fueron dos, SEO BirdLife y WWF, que se llamaba Adena entonces. Su obsesión era despertar esa conciencia del daño que le estábamos haciendo al medio ambiente y que en definitiva nos estábamos haciendo a nosotros mismos. Él lo que quería era que viéramos que formamos parte de esa totalidad viva, de esa capa viva que rodea nuestro Planeta y que todo lo que le pase a él nos pasa a nosotros. Que la pérdida de biodiversidad es una pérdida de riqueza de nuestro imaginario, que pertenecemos a algo mucho mayor que nosotros, que somos parte de un equilibrio,de una totalidad.
P. Y lo consiguió porque sirvió de inspiración a muchos de los que hoy defienden el planeta.
R. Mira, creo que ha sido la única persona en la historia de la humanidad que ha convertido la conservación de la naturaleza en un fenómeno de masas, que eso es extraordinario. Cómo fue capaz de llegar a todas las generaciones, cómo en España se convirtió en el personaje más popular de la época. Y todo ello hablando del lirón careto, que ni siquiera era hablando del león, era hablando de animales secundarios que él convertía en auténticos protagonistas, porque es que tenía a España entera pendiente de las tribulaciones de lirón careto..., es un fenómeno digno de análisis desde el punto de vista de la comunicación.
P. ¿Cuál crees que sería su lucha ahora, si siguiera vivo?
R. Yo creo que estaría de lleno metido en el reto del cambio climático, en la urgencia del cambio climático, y estaría probablemente trabajando a nivel de la ONU, de las Naciones Unidas y habría dado el salto más allá de nuestras fronteras y probablemente seguiría seduciendo y arrastrando al público. Pero a nivel internacional.
P. En las televisiones actuales no cabría un espacio como aquel maravilloso El hombre y la Tierra
R. Eso le decepcionaría mucho, que la televisión se haya vuelto cada vez más banal, más frívola, en algo de consumo rápido, pero seguro que encontraría otras vías para llegar a la gente.
P. ¿Las redes sociales?
R. Mi padre habló de que la Humanidad sería capaz de conectarse de forma instantánea y global en el tiempo y compartir cultura y conocimiento, lo que hoy en día conocemos como Internet, así que seguro que sí. Si viviera es probable que fuera un influencer del cambio climático.
P. Fue un adelantado a su tiempo
R. Adelantado a su tiempo e incluso al nuestro, habló de la necesidad de una nueva conciencia, de cómo el ser humano está llamado a crear una nueva conciencia en armonía con la Tierra. Fue desgraciadamente visionario en muchos temas, denunció que estábamos amenazando el equilibrio entre lo vivo y lo inerte y que lo que le estábamos haciendo al medio ambiente nos iba a pasar factura, como ha sucedido. Era una persona que brinda mucha luz sobre nuestra identidad, sobre quiénes somos. Yo creo que cuando te lees el libro te quedas con una especie de sensación de que puedes con cualquier cosa, de que con ganas de vivir y de coger la vida con uñas y dientes y vivirla intensamente y hacer lo mejor de tu vida y aportar al colectivo y darte cuenta de la oportunidad que supone estar vivo.
P. Tu eres una de esas personas a las que contagió el amor por la vida y el planeta. Eres bióloga y te has preocupado de que su legado no se pierda
R. Yo creo que es que me quedé atrapada en ese halo de magia que desprendía. Y no estando él, pues por lo menos sí que estaba todo aquello de lo que él me hablaba, que era la naturaleza y la vida con mayúsculas. Me enseñó la forma de estar en el mundo y eso nunca lo he dejado atrás. Es lo que guía mi vida, y me encanta desde el punto de vista intelectual, emocional, espiritual, en todos los sentidos. La naturaleza, el ser humano, nuestro lugar en el mundo, el plantearnos qué significa todo esto, hacia dónde vamos o si seremos capaces de salir de esta. Las cuestiones profundas que preocupaban a mi padre y que yo he procurado que no se olviden porque son necesarias y hoy más que nunca.
P. Tu padre no era un ecologista, era un filósofo...
R. Exactamente, por eso acabo el libro con una frase suya en la que dice: "A veces pienso que mi meta última no es otra que la Filosofía con mayúsculas". Él era un pensador, era mucho más que un comunicador ambiental o que uno de los primeros ecologistas... era un agitador de conciencias, un humanista y una persona que tocaba muchas disciplinas diferentes pero que hablaba a la esencia humana, a lo que somos. Veía cosas que nadie más veía.
P. Casi un personaje de novela
R. Yo siempre digo que las mejores historias no son las historias que contaba mi padre, la mejor es su historia, la historia de su vida. Era un personaje de ficción totalmente. Hasta el punto de que muere el mismo día que nace y sobrevolando los paisajes de Alaska que ya dibujaba de niño en los libros de texto del colegio en Vitoria donde estaba interno. Hay cantidad de aspectos de la vida de mi padre que son las de un personaje de ficción.
P. ¿Por qué crees que tantos años después de su muerte no ha surgido nadie como él?
R. Bufff, pues por lo mismo que no hay dos Picassos, porque son personajes únicos e irrepetibles.