Cambiamos el patio de butacas por asientos improvisados, las lámparas de cristal por las luces de neón, el publico engalanado por jóvenes tomando un cóctel, en definitiva, sacamos de contexto la música clásica con el objetivo de buscar nuevos fans. Desdes hace tiempo en Nueva York hacen cola para escuchar a Bach en una discoteca, en el metro en Londres o Budapest o incluso un chelo y un portatil se ponen de acuerdo en Berlín; formas diferentes de escuchar música clásica que llegan a Madrid y Barcelona.