El Monegros Desert Festival ha demostrado en su decimoséptima edición que la crisis es cosa del pasado para la consolidada 'rave' del desierto oscense, con más de 20 horas ininterrumpidas de música electrónica.
La venta de entradas se ha recuperado respecto a 2010, y ha rondado las 40.000. Asimismo, vuelve a demostrarse la vocación internacional de un evento que, cada vez más, recibe multitud de asistentes de Francia e Italia, entre otros rincones del mundo. La organización afirma que se han vendido entradas en 40 países distintos, mientras cifra en 180 los autobuses procedentes de ciudades españolas y europeas.
Al éxito de esta edición han contribuido sin duda los cabezas de cartel: David Guetta y Busta Rhymes, ambos conocidos por sus acercamientos sin complejos a la música comercial. La presencia del rapero Rhymes cobraba especial significado después de su ausencia de la edición anterior, cuando canceló su actuación con apenas unas horas de antelación.
Finalmente, el de Brooklyn deleitó con sus frenéticos rapeos y el garbo que solo 20 años en el rap americano pueden dar. Por su parte, en el escenario Open Air Gobierno de Aragón Guetta optó esta vez por dejar al margen sus grandes éxitos con figuras de la música pop, y en cambio hilvanó una sesión con la que trataba de responder a lo que le pedía el público monegrino.
No obstante, este concluyó más bien templado, y Boys Noize tuvo que encargarse poco después de subir las revoluciones. El veterano productor y DJ de techno Óscar Mulero -acompañado de Reeko- había comenzado a pinchar a las 18.30 horas en ElRow Open Air. A pesar de tratarse de un artista de gran reputación, en esta ocasión se vio desplazado a la tarde del sábado por lo apabullante del cartel.
En el espacio más pequeño de los cinco que conforman el recinto, el Red Bull Music Academy, el joven Andrés Campo hacía vaticinar una dilatada trayectoria en el género comandado por Mulero. Horas después, dicho escenario se quedaría pequeño con la presencia de, entre otros, el DJ de techno galo Popof.
La carpa San Miguel Experience volvió a convertirse un año más en un festival consagrado al Hip Hop, aunque lamentablemente el sistema de sonido no estuvo a la altura de las circunstancias. Al consabido Rhymes le habían precedido el malagueño Capaz, los zaragozanos Rapsusklei y Sho Hai y el sevillano ToteKing. Estos dos últimos dieron buena muestra de sus últimos trabajos e intercalaron fraseos que recuerdan a otra época del Hip Hop español.
Caspa tendría que haber recogido el testigo, pero el DJ de dubstep sufrió un accidente que le impidió acudir a la cita. En cuestión de horas, la organización del festival pudo contratar a los raperos Foreign Beggars, quienes fueron la transición perfecta entre el Hip Hop y el dubstep.
Precisamente en la recta final de su concierto hicieron sonar su colaboración con Noisia, trío de productores neerlandeses de drum and bass que también habían cancelado su actuación en el último momento. En esta ocasión el grupo Pendulum hizo de cambio natural en formato 'DJ Set'.
Después de Foreign Beggars, Rusko y Benga se hicieron con las bajas frecuencias, para dar paso después a otros sonidos alternativos de la electrónica, como el electro-house ofrecido por Tiga. Entretanto, en la carpa Eristoff los diferentes artistas no hacían sino subir los bpm. Fue sin duda la zona predilecta para los amantes del hard-techno, el psytrance y el schranz.
Buena parte de los grandes reclamos se concentraron en el Open Air Gobierno de Aragón del propio Guetta. Allí fue donde Vitalic dejó patente su elegancia a la hora de producir, sobre todo con temas como 'Poison Lips'.
El tempo parecía bajar por momentos con la llegada de Paul Kalkbrenner, cuya sesión, llena de parones, sonó a un constante 'Mad World', también con la elegancia por bandera. Las tornas cambiarían con Richie Hawtin, quizás, el DJ más técnico de toda la noche. El canadiense no tardó en meterse al público en el bolsillo, y de nuevo dejó claro que su sapiencia musical no tiene límites.
Ben Sims y Mac lograron sacar partido al calor en la pista, una vez la noche y el viento helador del desierto se habían batido en retirada. Esta vez Steve Aoki se comportó de manera más comedida que en otras ocasiones, aunque ello no impidió que sus ráfagas de electro destructor llenaran el espacio.
Por último, el veterano Carl Cox supo atender las ganas de fiesta que, en torno a las 11.00 de la mañana, aún demostraba el público, y logró congregar ante el escenario principal al grueso de los asistentes, a medida que el resto de espacios echaban el cierre. Un final por todo lo alto para un festival que en 2012 alcanzará su mayoría de edad, con una merecida reputación de buena organización y mejor propuesta musical.