Quién es Mary Wollstonecraft, inspiradora de una polémica escultura en Londres
Algunas voces creen que la instalación, coronada por una figura femenina desnuda, no es el mejor homenaje a esta filósofa británica del siglo XVIII
Sufrió violencia doméstica, estudió por su cuenta, creó una escuela y luchó para que las niñas también fuesen al colegio
Escribió ‘Vindicación de los Derechos de la Mujer’ y fue un modelo para el movimiento sufragista
“Refuercen la mente de la mujer ensanchándola y se acabará la obediencia ciega”. Esta frase que Mary Wollstonecraft escribió en el siglo XVIII se puede leer en una cartulina blanca que alguien ha colocado a los pies de la recién inaugurada estatua dedicada a la madre del feminismo.
En su día casi todo lo que decía esta escritora y filósofa londinense causaba polémica; ahora sus palabras ya no resultan controvertidas, pero sí lo ha sido la obra que se ha creado para recordarla. La instalación, coronada por una mujer desnuda y diminuta, se ha colocado en el pequeño parque de Newington Green, en el barrio de Islington, en el norte de la capital británica. Y no deja indiferente a nadie.
Una vida tan apasionante como trágica
Mary Wollstonecraft nació en Londres en 1759. Era la segunda de siete hermanos y sufrió la violencia de su padre que se fundía el dinero de la familia, le daba a la bebida y pegaba también a su madre. Muy a su pesar solo la mandaron a la escuela durante unos años, así que decidió estudiar por su cuenta.
A los 25 abrió un pequeño colegio con internado para niñas cerca de donde está ahora la cuestionada estatua. Se lanzó a este proyecto con sus hermanas y su amiga Fanny, pero fue una odisea desde el punto de vista económico y lo dejó cuando esta falleció.
Se relacionó con los intelectuales de su tiempo como Benjamin Franklin, Thomas Paine o William Blake. En 1792, cuando tenía 33 años, aunque le aconsejaron no ir, viajó a París porque quería ser testigo de la Revolución Francesa. Llegó un mes antes de que guillotinasen al rey Luis XVI, experimentó en primera persona el “Régimen del Terror” y quedó defraudada por lo que vio.
Allí vivió con un estadounidense, el aventurero Gilbert Imlay. Dos años más tarde dio a luz a una niña, a la que llamó Fanny en honor a su amiga. De vuelta en Londres, disgustada por las infidelidades de su pareja, intentó suicidarse en dos ocasiones: la segunda lanzándose al río Támesis, pero fue rescatada por un desconocido.
Más tarde empezó una relación con el filósofo anarquista William Godwin, con el que se casó estando embarazada. Decidieron vivir en casas distintas, aunque a unos pasos el uno del otro. Su matrimonio fue feliz, pero breve. Murió en 1797, con 38 años, once días después de dar a luz a otra niña. Esta se llamó Mary. Y se convirtió más tarde en Mary Shelley, la novelista que escribió ‘Frankenstein’.
Godwin quedó destrozado, como prueban estas palabras que escribió a un amigo: “Creo firmemente que no hay nadie como ella en el mundo. Sé por experiencia que estábamos hechos el uno para el otro. No tengo la mínima expectativa de encontrar la felicidad de nuevo”. Sus restos descansan en Old Saint Pancras Churchyard en Londres, el lugar en el que se casaron.
Un legado muy valioso
Escribió novelas, narrativa de viajes e incluso libros para niños, pero su obra más famosa es ‘Vindicación de los Derechos de la Mujer’. En ella imaginaba un orden social en el que las mujeres se considerasen iguales a los hombres y argumenta que el sistema educativo de su tiempo formaba a estas de manera deliberada para ser frívolas e incapaces. Ella insistía en que si se daban las mismas ventajas a las niñas que a los niños las haría esposas y madres excepcionales, pero además buenas trabajadoras en distintas profesiones.
Varias de las novelas de Jane Austen contienen alusiones positivas al trabajo de Wollstonecraft. El equilibrio que una mujer debe encontrar entre sus sentimientos y la razón en ‘Sentido y Sensibilidad’ sigue la recomendación que la feminista hace en su novela ‘Mary’. Y también hay referencias a la esclavitud y al trato de las mujeres en ‘Mansfield Park’.
La obra de Wollstonecraft causó controversia, pero no generó reformas inmediatas. Y durante muchos años sus enemigos hicieron campaña contra ella denostándola, incidiendo en su vida excéntrica. Más tarde los movimientos feministas del Reino Unido y Estados Unidos resucitaron los principios de sus libros. Fue la sufragista Millicent Fawcett, cuya estatua se inauguró en la Plaza del Parlamento en 2018, la que limpió su reputación un siglo después de su muerte y la convirtió en un modelo durante su lucha para conseguir el voto para las mujeres.
Una escultura para Mary
Una escultura para Mary
Hace diez años una serie de voluntarios se pusieron manos a la obra para hacer realidad el homenaje que pensaban que esta mujer se merecía en un Londres en el que el 90 por ciento de las estatuas representa a hombres. Así fue como montaron la campaña ‘Mary on the Green’ y comenzaron a recaudar los 160.000 euros que necesitaban para ello.
El resultado es una instalación que muestra una mujer plateada y desnuda emergiendo libre y desafiante de un torbellino de formas femeninas. La mayoría esperaba una escultura más realista, aunque algunos, una vez vista y escuchado el mensaje de sus defensores, aceptan el resultado.
Otros no. Es el caso de la activista Caroline Criado Perez, que hizo campaña para que Jane Austen apareciese en los billetes de 10 libras. Para ella, la estatua es “irrespetuosa con la propia Wollstonecraft”, mientras que la escritora Tracy King afirma que “no hay ninguna razón para representar a Mary desnuda a no ser que intenten ser provocadores y generar debate. Las estatuas de hombres se visten porque se centran en su trabajo y sus logros”.
La Presidenta de la campaña, Bee Rowlatt, defiende la escultura: “Era una rebelde y una pionera y se merece una obra de arte pionera. Este trabajo es un intento de celebrar su contribución a la sociedad con algo más allá de las tradiciones victorianas de poner personas sobre un pedestal”.
La escultora, Maggi Hambling, asegura que ha intentado representar “el nacimiento de un movimiento” y cree que ha habido un malentendido: “’No han leído una palabra importante en el plinto que dice claramente que es para Mary Wollstoncraft; no es una estatua de ella”.
Lo que está claro es que desde su inauguración es raro que alguien pase de largo. Siempre hay gente a su alrededor: vecinos del barrio o visitantes que se paran para observarla y acaban hablando entre ellos. Y los pequeños juegan a su alrededor y leen los mensajes y las palabras que escribió en su día reivindicando que las niñas tuviesen acceso a los libros.
Y es que, quizá gracias a esta polémica que ya ha traspasado fronteras, más personas se interesarán por su figura, querrán conocer su vida y leer las obras de esta pionera británica que hace más de dos siglos luchó para que el Estado sufragase la educación de todos los niños y que las mujeres tuviesen representación en el Parlamento.