La marcha Radetzky (Editorial Alba) no es sólo la música de Strauss que sirve para cerrar, cada 1 de enero, el concierto de Año Nuevo de la Orquesta Filarmónica de Viena. Ese símbolo de la monarquía de los Habsburgo, Joseph Roth lo convirtió en una de las mejores novelas políticas jamás escrita. Así la describe Mario Vargas Llosa.
Roth toma a la familia Trotta para reflejar en su caída, la decadencia del imperio austrohúgaro. Narra la historia de tres generaciones que veneraban a Francisco José. El fundador de la dinastía que salva la vida al joven emperador durante la batalla de Solferino; su hijo, al que el padre prohíbe ser militar, y el nieto, que volverá al ejército para poner, finalmente, un triste epígono al acabar sumido en el alcohol, el juego y la lujuria.
Fue un final triste para esta familia y un final sin gloria para la que fuera una de las potencias dominantes en la Europa moderna y un foco irrepetible de cultura. Aquella sensación de inevitabilidad de la Primera Guerra Mundial nos la muestra Roth como si el mundo llegara a su fin.
Provisionalidad y derrumbe, pequeños paréntesis de serenidad y deslumbramiento. Así es la escritura de uno de los grandes nombres de la literatura centroeuropea. Su libro más célebre nos lo recomienda esta semana Alfonso Tordesillas, de la librería Tipos Infames, de Madrid (San Joaquín, 3).