Libros que se someten a cuarentena y otras normas de la nueva normalidad en las bibliotecas
Las principales bibliotecas han desarrollado un protocolo para mantener la trazabilidad de los usuarios que hacen uso de sus instalaciones ante la posible aparición de contagios
También han aumentado su personal de limpieza para ofrecer al público las mayores garantías de seguridad
Las puertas de acceso están abiertas de par en par para permitir la ventilación en su interior. Junto a ellas, un dispensador de gel hidroalcohólico para higienizar las manos de los usuarios. Antes de pasar el umbral de acceso, también hay una alfombra que permite la limpieza de las suelas del calzado. A su derecha, un gran cartel avisa a los usuarios de una serie de normas que hay que cumplir antes de utilizar las instalaciones: mantener la distancia de seguridad, uso obligatorio de mascarilla, limpieza de manos, no comer ni beber en el interior del edificio, etc, etc, etc.
A pocos metros de la entrada se encuentra un mostrador en cuyo interior los trabajadores compartimentan sus labores y, también, sus puestos de trabajo. Uno de ellos atiende al teléfono, otro se encarga de los préstamos, uno más recoge las devoluciones y un cuarto apunta los datos personales de los usuarios para permitir, ante un caso de positivo por Covid-19, rastrear su trazabilidad. Una secuencia que bien podría pertenecer a una película de ciencia-ficción. Pero, sin embargo, es el día a día tanto de los trabajadores como de los usuarios de las bibliotecas.
Con el establecimiento del estado de alarma, el pasado 14 de marzo, por parte del Gobierno de Pedro Sánchez, bibliotecas públicas y privadas echaron el cierre a la espera de la llegada de tiempos mejores que les permitiera abrir de nuevo. En el caso de las bibliotecas públicas de la Comunidad de Madrid, muchos de sus trabajadores y trabajadoras siguieron prestando servicio -no de préstamo de libros- mediante el teletrabajo, aunque este no fuera al 100%. En algunas bibliotecas se dotó a su personal de material durante el confinamiento, facilitándoles las tabletas que utilizaban para la formación de usuarios.
La difícil reapertura tras el estado de alarma
Tras varios meses bajo el estado de alarma, el 21 de junio, el BOE recogía el real decreto ley que iniciaba la “nueva normalidad” y en el que se sentaban las bases de las medidas de higiene y seguridad que deberían respetarse en todo el territorio español. El 6 de julio, doce de las quince bibliotecas públicas de la Comunidad de Madrid abrían de nuevo sus salas de lectura al público, sin cita previa, con un aforo del 75%. Myriam Serrano, subdirectora de la Biblioteca Elena Fortún, situada en el barrio de Pacífico, explica que unas semanas antes de permitir el acceso a las instalaciones libremente “el usuario únicamente acudía con cita previa para recoger aquellos libros que ya había solicitado por teléfono o para la devolución de los mismos”.
Con la llegada de la “nueva normalidad” también a estos espacios, señala la subdirectora de la Biblioteca Elena Fortún, “el usuario hace el mismo uso de la biblioteca que hacía anteriormente, pero con algunas excepciones. La prensa, por ejemplo, no se facilita, porque se trata de un documento que pasa por muchas manos en un día, con lo cual, ahora mismo, el usuario no puede consultarla. Sin embargo, las revistas, aunque no se pueden consultar en la sala, si se pueden llevarse en préstamo. Por lo demás, todo se puede hacer igual que antes, solo que con reducciones en cuanto al uso de espacios, de ordenadores de consulta o de puestos de lectura, y siempre teniendo en cuenta el uso obligatorio de mascarilla durante el tiempo que permanece el lector en el interior, la distancia de seguridad y la higiene de manos”.
Las normas dentro de las bibliotecas
Además, el usuario se puede mover con libertad dentro de la biblioteca. “Sigue siendo una biblioteca de libre acceso, y se mantiene el servicio de préstamo y devolución, realización de carnés, tanto en infantil como en adultos, y las personas también pueden estudiar”, apunta Myriam Serrano. En aquellos casos en los que el usuario permanece tiempo en un puesto fijo durante la jornada, las normas de acceso desarrolladas por las Bibliotecas de la Comunidad de Madrid señalan que “los usuarios que accedan (a la sala de lectura o estudio) deberán identificarse a la entrada de la biblioteca durante todo su horario de apertura. Se tomará nota: apellidos, nombre y 4 dígitos del DNI…”.
El horario de la biblioteca también se ha reducido. Ahora es de 9 a 14 horas de la mañana y por la tarde de 16 a 20 horas. Las dos horas intermedias se utilizan para desinfectar la biblioteca: los puestos de trabajo, por un lado, y también las mesas de los usuarios, que a lo largo de la jornada se limpian continuamente porque, según explica la responsable de la Biblioteca Elena Fortún, “Tenemos un sistema de tarjetas para que, cuando el usuario se marcha, se proceda a la limpieza de su puesto”. En cuanto al uso de los libros, Myriam Serrano dice que “los libros nunca se han desinfectado, porque realmente no se puede hacer, se estropearían. Lo que se hace es someterlos a una cuarentena tras su devolución”.
Donde ha habido un cambio sustancial en cuanto a los tiempos anteriores a la pandemia es en la agenda de actividades propuestas por la biblioteca. Myriam Serrano manifiesta que, “anteriormente, teníamos muchísimas actividades, porque no solamente tenemos las que programa la Consejería, sino que además todas las bibliotecas estamos abiertas a las solicitudes que nos hacen los propios usuarios del espacio, como presentaciones de libros, etc. Ahora mismo eso está muy restringido. Las primeras actividades están previstas para el próximo mes de octubre pero, dada la situación actual, no sé si se podrán mantener”.
El uso que hacen los más pequeños de la casa de estas instalaciones también ha cambiado. Ahora, prosigue Myriam Serrano, “se concibe como una zona de tránsito, se controla el aforo y se pide al usuario que esté, aproximadamente, un máximo de 15 minutos, dependiendo también de la demanda de ese momento. El bibliotecario ayuda a los niños y niñas a elegir libros, a buscar el material que se quieran llevar, pero no se pueden sentar”. De hecho las sillas están precintadas sobre las mesas para evitar su uso.
La corresponsabilidad del usuario de la biblioteca
Estas normas se hacen extensivas también a aquellas bibliotecas que están fuera del circuito de las que pertenecen a la Comunidad o el Ayuntamiento de Madrid, como es el caso de la de La Casa Encendida, perteneciente a la Red de Bibliotecas de la Fundación Montemadrid. Carmen Pilar Vicente, coordinadora de la Biblioteca La Casa Encendida, comenta que, “un mes antes de abrir sus puertas al público, estudiaron de manera meticulosa todas las medidas que debían poner en práctica para ofrecer al usuario la mayor seguridad, ajustándose de manera milimétrica tanto a los protocolos que dictó el Gobierno como a los establecidos por las comunidades autónomas”.
La apertura de la biblioteca de La Casa Encendida se realizó el 1 de julio y se pusieron a disposición del público todos los espacios a excepción de la sala infantil. Carmen Pilar Vicente dice que los usuarios se encuentran en la biblioteca cumpliendo las normas de higiene, uso de mascarilla y distancia de seguridad y apunta que, cada vez que un usuario deja su puesto, “se precinta para que se proceda a su limpieza, momento después del cual estará apto para otro usuario”. En el caso del uso de los libros, previamente se utilizaban con reserva a través del catálogo de la Fundación y, ahora, ya se pueden reservar presencialmente. La coordinadora de la biblioteca comenta que “durante los primeros días de reapertura los libros permanecían 14 días en cuarentena en otra sala. Actualmente, se dejan siete días para que no estén expuestos al público, aunque los protocolos marcan tres días”.
En cuanto a los horarios, la biblioteca de La Casa Encendida también ha modificado sus horarios respecto a los que tenía antes de la pandemia. Ahora permanece abierta de 10 a 14 horas, momento en el que se cierra para, como dice la directora de La Casa Encendida, “ventilar y limpiar”, y se vuelve a abrir entre las 16:30 y 21 horas. En el caso de su mediateca, “se hacen dos turnos por la mañana y dos turnos por la tarde, con cierres durante media hora, para proceder a limpiar minuciosamente teclados, ratones, etc”, continúa Carmen Pilar Vicente.
Refuerzo de personal de limpieza
La Biblioteca de La Casa Encendida ha reforzado el personal de limpieza, de seguridad y de atención al público. En cuanto a la implementación de protocolos de trazabilidad, la responsable de estas instalaciones dice que “se han hecho protocolos en cada una de las salas, tanto de la biblioteca como de formación”. Carmen Pilar Vicente asegura que, desde la reapertura de sus instalaciones, “no ha habido ningún positivo entre sus usuarios y tampoco entre los trabajadores. Además, hemos hecho un turno de refuerzo para que si se dieran casos entre nuestro personal, poder contar con trabajadores que cubran esos puestos y no tener que cerrar”.
Tanto la responsable de la Biblioteca Elena Fortún como la de La Casa Encendida subrayan que, al principio de la apertura de sus instalaciones, algunos usuarios se mostraron un tanto reacios a hacer un uso adecuado de la mascarilla, lo que provocó alguna tensión. Incluso presentaban certificados en los que se justificaba que no tenían que utilizarla, aunque fueran dudosos. Pero, actualmente, tanto los profesionales de las bibliotecas como los usuarios han interiorizado el hecho de que, de momento y durante los próximos meses, el disfrute de las bibliotecas y de sus libros es posible, pero cumpliendo estrictamente todos los cuidados que nos exige la pandemia.