Rodríguez Losada, el relojero que hace 155 años regaló al "pueblo de Madrid" el reloj de Sol
Era uno de los relojeros más reputados de Londres, que incluso arregló el Big Ben
Regaló el reloj en 1866 al pueblo de Madrid y se inauguró con motivo del cumpleaños de Isabel II
En sus 155 años de historia el reloj de la Puerta del Sol nunca ha dejado de funcionar
José Rodríguez Losada (1801-1870) era un hombre "alto, enjuto, cejijunto, brusco en sus modales y corazón de oro", así le describió su gran amigo el escritor José Zorrilla, con quien compartía tertulias y confidencias. Era también relojero, y fue quien regaló en 1866 al "pueblo de Madrid" el reloj situado en el templete de la Real Casa de Correos en la Puerta del Sol. Ese que todos seguimos en Nochevieja para comernos las uvas al ritmo que marcan sus doce campanadas.
"Era un magnífico relojero. En aquella época los relojes se hacían para que duraran y los grandes maestros cuidaban todo con esmero. El de la Puerta del Sol es una construcción magnífica con grandes materiales, la prueba es que está funcionando dos siglos después con una precisión increíble", comenta Pedro Ortíz, uno de los responsables de la relojería Losada que hoy se encarga del mantenimiento.
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"Aunque nuestra tienda lleve el nombre de Losada no somos familia, él murió sin hijos en Londres. Pero cuando abrimos la relojería en Madrid (1981) no sabíamos que nombre ponerle y se nos ocurrió llamarla así en su honor", cuenta Ortíz. Y quiso la casualidad que en 1996, tras las obras de restauración del edificio de la Casa de Correos (donde se encuentra ubicado el reloj), la relojería Losada ganó el concurso público para restaurar y mantener el reloj regalado por el verdadero Losada.
"A lo largo de estos años hemos tenido que cambiar poquísimas piezas. Solo en 1997 cuando se desmontó para acometer la restauración del edificio aprovechamos para cambiar alguna, pero el 98% por ciento de las que lleva son las originales", explica el relojero.
La maravilla del reloj de la Puerta del Sol cuenta el experto es que "cualquiera de sus piezas se puede desarmar sin tener que desmontar la maquinaria" lo que permite un estupendo mantenimiento.
Todo un acierto de un fabricante que no iba para relojero, pero el destino y su pericia quiso que se convirtiera en uno de los más prestigiosos del mundo.
¿Quién era Rodríguez Losada?
"Era un leonés nacido en Iruela, un pequeño pueblo de La Cabrera (León) que cuando terminó la Guerra de la Independencia tuvo que huir de su casa. Su familia tenía vacas y un día mientras José las cuidaba perdió una. Su padre le dijo que si no la encontraba le mataba a palos. El chico la encontró pero devorada por los lobos, ante el miedo a las represalias paternas se fue de casa . No volvió nunca más", explica el escritor Emilio Lara y autor de "El relojero de la Puerta del Sol" (ed.Edhasa).
"Después se fue buscando la vida y terminó enrolado como militar del ejército liberal donde se hace un gran liberal y anti absolutista por lo que acabó perseguido por la policía de Fernando VII. Huyendo de esa persecución acabó exiliado en Londres", resume Lara tras confesar que la historia de Rodríguez Losada le atrapó. Se la contó un amigo en la universidad y se quedó fascinado. Tras investigar decidió que tenía que escribir una novela sobre él, porque no podía entender que todavía nadie lo hubiera hecho.
"Es un personaje fascinante. Empieza en Londres limpiando como barrendero en una relojería pero en vez de tirar las piezas que encuentra las guarda y aprende a arreglar relojes por su cuenta. Cuando el dueño lo descubrió le contrató como aprendiz, y al final, a la muerte de su patrón, acabó casado con la viuda. Terminó siendo uno de los relojeros más reputados de Londres hasta el punto que le llamaron para restaurar el Big Ben cuando se rompió y nadie sabía hacerlo", aclara Lara.
Le le llamaron para restaurar el Big Ben cuando se rompió y nadie sabía hacerlo
En Londres Rodríguez Losada ganó prestigio. Poco a poco se fue haciendo un nombre como relojero, y como persona. "Era tan buena gente que cuando le contaron que Zorrilla, el dramaturgo, malvivía en Londres se acercó a verle y le pagó las deudas", explica Lara. Una noble acción que tiene más mérito cuando se tiene en cuenta que el padre Zorrilla era el comisario jefe de policía de Fernando VII por el que tuvo que huir de España.
"El comisario intentó atraparle en una emboscada pero le salió mal, los amigos de Rodríguez Losada le apresaron, le ataron y le obligaron a firmar un salvoconducto que pudo usar para escapar de España" aclara Lara quien cree que el relojero se sentía incómodo por el humillante trato que dispensó al comisario (Zorrilla padre) y quiso compensar al hijo (Zorrilla hijo) ayudándole en Londres. Sea como fuera José Zorrilla hijo, y José Rodríguez Losada se hicieron muy amigos, tanto que hasta le dedicó unos versos:
"Losada es un gran mecánico que alcanzó inmenso renombre, y, no obstante, vale el hombre más que su reputación. Aunque seco, cejijunto y algo brusco en sus modales, leal entre los leales, tiene de oro el corazón más que su reputación.", recitaba el autor de Don Juan Tenorio quien se convirtió además en un asiduo de las tertulias de españoles que se organizaban en la trastienda de su relojería en Londres.
"Admitía a todos allí, les acogía independientemente de lo que pensaran, nunca preguntaba afiliación política. Allí se concentraron personas tan dispares como el general carlista Cabrera o el general Prim, con una sola exigencia: no hablar de política. Recreaba así un ambiente de tolerancia como el que deseaba para España. Era una gran persona", resume Lara quien cree que no se le ha hecho justicia en España. "Ni siquiera tiene una calle", explica.
Madrid merecía un reloj como el Big Ben
Rodríguez Losada regalo el reloj a la ciudad de Madrid en 1866 tras descubrir que el que entonces había en la zona no funcionaba bien. "En 1960 se alojó en una pensión que daba a la Puerta del Sol y comprobó que el reloj que medía las horas en la Real Casa de Correos era bastante malo, pensó que el pueblo de Madrid se merecía algo mejor así que decidió fabricar uno similar al Big Ben y regalarlo. Se inauguró con motivo del cumpleaños de Isabel II", concluye Lara.
Así fue como llegó el famoso reloj a la Real Casa de Correos, sede de la Comunidad de Madrid.
"Lo revisamos cada semana, debe ser de los relojes más cuidados y más mimados del mundo, todas las semanas vamos a comprobar sus engranajes, pero va estupendamente", confirma el relojero que actualmente se encarga de su maquinaria.
Rodríguez Losada murió un 6 de marzo de 1870 en Londres con 69 años. Dejó una gran fortuna de unas 30.000 libras esterlinas que heredaron sus hermanas, sus sobrinos, su médico y sus sirvientes. Y aunque pocos ya le recuerdan, dejó para siempre otra gran herencia en España: un reloj que nunca ha dejado de funcionar y que cada Nochevieja nos guía con sus campanadas en el cambio de año con una precisión admirable para sus 155 años de vida.