Anda estos días Javier Cercas (Ibahernando, Cáceres, 1962) atareado con la publicación de su nueva novela policiaca, Independencia: “Le he puesto ese título para que todos me preguntéis por qué la he titulado así”. ¿Acaso aparece el proceso independentista? “Habla de eso, pero por debajo, elípticamente”.
Todo lo contrario que otro libro suyo que también sale en edición conmemorativa, Anatomía de un instante: “Es una novela muy rara, porque es una novela sin ficción”. No es exagerado decir que, desde su publicación en 2009, se convirtió en el libro definitivo sobre el golpe del 23-F del que se cumplen 40 años. Un buen motivo para hablar de la realidad, la ficción, los bulos, las sombras y los personajes del golpe, que es como hablar de la Transición y la democracia española condensadas en un instante.
Pregunta: Ya son más los españoles que no tienen un recuerdo nítido de aquel instante, que los que guardan memoria del significado de aquella tarde del lunes 23 de febrero de 1981. De nuestros líderes políticos, por ejemplo, Sánchez tenía ocho años, Iglesias tres y Casado 22 días. ¿Cómo hay que contar el 23-F a las generaciones más jóvenes?
Respuesta: Para estas generaciones, para nosotros y para el futuro, el 23-F va a ser lo mismo. El 23 de febrero de 1981 es el mito fundacional de la democracia española. Es un día cargado de sentido. Más concretamente, un instante de ese día. El instante al que alude el título del libro, en el cual los golpistas entran el parlamento exigiendo que los parlamentarios se tiren al suelo y hay tres personas que deciden no hacerlo. Esas tres personas son claves porque son los artífices fundamentales de la Transición: Adolfo Suárez, presidente del Gobierno, Santiago Carrillo, secretario general del Partido Comunista, y Manuel Gutiérrez Mellado, vicepresidente del Gobierno.
Tres protagonistas fundamentales de Anatomía de un instante
Son tipos fundamentales, porque ninguno de los tres se ha educado en democracia. Uno es un general que ha hecho la guerra con Franco, otro es un estalinista de toda la vida y el otro ha hecho toda su carrera en el partido único, ha sido secretario general del Movimiento Nacional, un franquista toda su vida. En el momento en que esos tres tipos -que no se han educado en democracia, que no han creído durante la mayor parte de su vida en la democracia- deciden jugarse la vida por la democracia, ahí ocurre los siguiente: terminan dos siglos de intervencionismo militar en España y empieza de verdad la democracia española. Ahí termina la Transición, termina el franquismo y la Guerra Civil. Porque la Guerra Civil no duró tres años, duró 43 años. El franquismo fue la prolongación de la Guerra Civil por otros medios. La Guerra Civil empezó con un golpe de estado frustrado y termina con un golpe de estado frustrado. Y por eso el 23-F es el mito fundacional de la democracia española.
¿Era el 23-F una intentona anacrónica abocada al fracaso en la Europa democrática?
En absoluto. Recuerda lo que dice Woody Allen. Tragedia más tiempo igual a comedia. No fue un golpe de opereta. Fue el último golpe moderno en Europa. Ahora los golpes son posmodernos. Ya no volveremos a tener un golpe de ese tipo. No fue una broma. Fue absolutamente en serio. Ahora lo vemos como una escena grotesca. En aquel momento fue terror lo que sintió todo el mundo. La prueba es la reacción del país. Silencio absoluto. Tenía todas las probabilidades de triunfar. Hay infinidad de indicios que lo demuestran. Quizá el más importante es que la preparación fue escasísima, porque todo estaba maduro para que triunfase, tanto en el ejército como en la sociedad. No necesariamente para volver al franquismo, que era lo que Tejero tenía en la cabeza. Lo más verosímil hubiese sido ir a una democracia recortada, que era lo que tenía en la cabeza el general Armada, verdadero líder del golpe.
Cuentas cómo el golpe "embarrancó" apenas unos minutos después de empezar, cuando Armada no consiguió acceder al Palacio de la Zarzuela. El famoso “ni está ni se le espera” de Sabino Fernández Campo, jefe de la Casa Real, en respuesta a la llamada del general al mando de la División Acorazada Brunete, el general Juste. ¿Fue ese el momento en que fracasó el golpe?
No. El golpe pudo triunfar hasta el último momento. Ese es un momento muy importante. ¿En qué consistía el golpe? Primero, el golpe se daba en el centro neurálgico. Se secuestraba a los diputados y al Gobierno. Segundo, Milans del Bosch sacaba los tanques a la calle en Valencia. Tercero, la División Acorazada Brunete tomaba Madrid. Eso era el triunfo del golpe. Armada había vendido la especie de que el rey lo aprobaba. Ellos estaban deseando creérselo. Nadie había hablado con el rey, Armada sí, pero no le había dicho que iba a entrar en el Parlamento pegando tiros. Yo iré a ver al rey, le dijo Armada a Milans, porque el rey puede dudar, y cuando tengamos al rey, se acabó, será un golpe con el rey. Y, efectivamente, Armada no puede entrar en la Zarzuela, porque se huelen que está en el ajo. Sospechan desde el momento en que el general Juste de la Brunete llama a la Zarzuela y pregunta si está ahí Armada y le dicen que no, que ni está ni se le espera, en ese momento ya sospechan de Armada y ahí el golpe cambia de dirección. Pero hay muchos momentos.
¿Qué otros momentos fueron decisivos?
Hay un primer momento en que el golpe va hacia otro lado. El hecho de que haya tiros en el Parlamento hace que ya sea más difícil un golpe blando, que es lo que Armada tenía en la cabeza. Hay que tener en cuenta que hay tres golpes en uno solo. Los tres principales protagonistas tienen tres golpes distintos en la cabeza y a la hora de la verdad esos tres golpes chocan y eso lleva al fracaso. Tejero tiene en la cabeza un golpe franquista, una dictadura militar. Milans es un militar monárquico y tiene en la cabeza un régimen como la dictadura de Primo de Rivera, una junta militar que apoya al rey. Y Armada tenía en la cabeza la ascensión de De Gaulle al poder. Ser presidente de un Gobierno compuesto por todos los partidos, que apoyase al rey y convirtiese a España en una semi-democracia: fuera autonomías, quizá algún partido como el comunista.
Todos los golpes del golpe, titulas un capítulo de Anatomía de un instante
Esos tres golpes chocan en otro momento clave. Cuando Armada consigue ir al Parlamento para negociar con Tejero. La situación es brutal. La clase política y el Gobierno están encerrados en el Parlamento con un tipo que no se sabe qué puede hacer. Puede empezar a matar gente. Se lo ha dicho a su superior. Es una situación extrema. Armada va allí a conseguir su propósito, algo que es fantástico: que el triunfo del golpe parezca la solución al golpe. Ese es el golpe ideal. Pero comete un error: decirle la verdad a Tejero. Que tiene que marcharse en un avión y que él va a formar un gobierno de concentración. Tejero no lo admite de ninguna manera. Él quería su golpe franquista. Lo que le proponía Armada era imposible de aceptar para él. Ahí se para la posibilidad de un golpe blando. Ocurre de manera simultánea al discurso del rey.
¿Ese es el final del golpe?
Tampoco ahí se acaba el golpe. A partir de ese momento, el golpe blando ya era imposible, pero podía haber ocurrido cualquier cosa hasta las cuatro o cinco de la madrugada, cuando Milans del Bosch retira el bando. Muchos mandos intermedios estaban deseando salir a la calle. En la Acorazada Brunete y en otras unidades. Si tú pones cinco tanques en el Congreso y matas a cinco personas, esto ya da un vuelco total y entonces habríamos visto de qué lado se decantaban los capitanes generales, podía haberse dividido el ejército… No hay un solo momento decisivo, hay diversos momentos decisivos.
Las trayectorias de Suárez, Gutiérrez Mellado y Carrillo -lo decías antes- explican la Transición española. Sus destinos se prestan a un juego de simetrías que supera la imaginación de cualquier novelista. ¿Fue esto lo que te motivó?
No, lo que me motivó a escribir este libro fue la imagen de Adolfo Suárez quieto en su escaño ese día. ¿Por qué ese hombre, por el que yo no sentía una gran simpatía, hace una cosa tan rara: permanecer en su escaño cuando están disparando? Yo me hubiese metido debajo del sótano. Pero esa imagen a mí me fascinó, me obsesionó. Por eso me puse a investigar. Yo opero a base de obsesiones. Luego esas simetrías increíbles las descubrí al trabajar y descubrí lo fundamental.
Esos tres hombres eran para los suyos tres grandes traidores. Gutiérrez Mellado, un traidor a sus compañeros, que nunca, nunca, nunca le perdonaron, que le odiaron a muerte por haber convertido un ejército franquista en un ejército democrático. Santiago Carrillo, traidor total a la izquierda. Hoy todavía no le han perdonado que considerase obsoleta la dicotomía monarquía o república porque lo importante era la democracia. Nunca le perdonaron que renunciase a sus ideales comunistas, a todas estas cosas que están volviendo ahora. Y Adolfo Suárez era el gran traidor porque hizo posible la traición de los otros. Los únicos que se alegraron cuando Suárez llegó al poder fueron los más franquistas, el búnker, que se llamaba entonces. Y en menos de un año, este tipo desmonta el franquismo y monta los fundamentos de la democracia. Conclusión: la lealtad es una virtud, pero hay momentos en la vida de las personas y de los países en que es más virtuosa la traición que la lealtad. Y ese es uno de ellos. Sin esa traición, no hay democracia.
En Anatomía de un instante
No es una crítica. Es una constatación. ¿Por qué ocurre eso? ¿Por qué no hay una reacción inmediata? Hay muchos factores. Uno, el recuerdo de la Guerra Civil. Hay mucha gente que recuerda la Guerra Civil y el pánico es instantáneo. La gente se encierra en casa. Miedo. Terror fue lo que hubo. Segundo factor: falta de tensión democrática en España. En el año 77 hay un índice de aprobación de la democracia altísimo, por encima del 90%. Entre el 80 y el 81, ha caído en picado, ronda el 30%. Podemos discutir si desaprobaban la democracia o el funcionamiento de la democracia. Y había razones que lo avalaban. Una crisis económica brutal, un Gobierno descontrolado, el 80 fue el año en que ETA mató a más gente... Ni critico ni dejo de criticar. Constato un hecho inapelable. No hubo reacción al golpe. Esto es una obviedad, pero es lo que enfadó a mucha gente con este libro.
¿Qué opinas de la crítica creciente a la Transición?
No es una crítica a la Transición, es un bulo. No parte de un conocimiento real de la historia, sino de una constatación orwelliana: para controlar el presente y el futuro, primero hay que controlar el pasado. Se trata de decir que la Transición fue una estafa cuyo resultado no fue una democracia de verdad, sino la prolongación del franquismo por otros medios. Es un bulo.
El vicepresidente Iglesias insiste en que en España “no hay plena normalidad democrática
El vicepresidente del Gobierno ha pasado de las tertulias de Intereconomía a la vicepresidencia del Gobierno con este bulo. Que diga, para cubrirse las espaldas, que él se refiere a que la democracia es imperfecta es una estupidez. Todas las democracias son imperfectas. Lo que está diciendo es que España no es una democracia. Ese es el razonamiento fundamental de los independentistas. Tenemos que separarnos de España porque España no es una democracia, es Turquía o es Rusia. Eso no es una reinterpretación del pasado, es simplemente un bulo.
¿Y qué te parece la comparación que a veces se hace entre el 23-F y el 1-O en Cataluña, los dos momentos más graves de la democracia española?
Eso es evidente. Pero el 23-F fue el último golpe moderno. El 1-O es el primer golpe posmoderno. No tiene nada que ver. Está lanzado desde el poder. Se parece muchísimo más al asalto al Capitolio. Desde el poder, se lanza a la gente a la destrucción de la democracia. Los señores que asaltaron el Capitolio creían que estaban salvando la democracia. No eran Tejero, Tejero quería destruir la democracia. Los del Capitolio querían salvar la democracia, como los del 1 de octubre. En los golpes posmodernos, se trata de atacar la democracia en nombre de la democracia. Eso no tiene nada que ver con Tejero
Pocos dudan de que la intervención del rey Juan Carlos paró el golpe. ¿Fue el 23-F el momento en que el rey se ganó la legitimidad y, de paso, la licencia y la impunidad sobre sus actuaciones privadas que ha desembocado en su abdicación y exilio?
No todo el mundo está de acuerdo en que el rey fue el héroe del 23-F. El bulo fundamental del 23-F es que en realidad el rey lo organizó. El 23-F es a la izquierda española lo que los atentados de Atocha a la derecha. La derecha dice que no está del todo claro, que en realidad no fueron los yihadistas, sino Rubalcaba y Zapatero para darle la vuelta a las elecciones. El 23-F es lo mismo. La izquierda dice que el rey lo organizó y luego lo paró para legitimarse. Ese es el bulo fundamental sobre el golpe de estado del 23-F. Y, vamos a ver, yo creo que Pablo Iglesias lo va a decir antes del martes. Raro que no lo haya dicho ya, porque es lo que le interesa decir. Se trata de deslegitimar el régimen del 78, que es el otro nombre de la democracia española.
Que se legitimó el rey es indudable. El rey cometió errores muy graves que propiciaron el golpe, como los cometió casi toda la clase dirigente. Por eso hubo un golpe. ¿El rey paró el golpe? Es evidente que lo paró. Tan evidente como que los yihadistas cometieron los atentados del 11 de marzo. ¿Eso le dio bula al rey? No hay duda. Pero el culpable no sólo fue el rey, que ha acabado como ha acabado. Para mí el principal culpable es la prensa española. Cada vez que oigo a un periodista decir que eso lo sabíamos todos, lo estrangularía. Yo no lo sabía. Y yo creo que la inmensa mayoría tampoco. Si los sabíais, ¿por qué no lo investigabais? El principal responsable es el rey, no sé a qué atribuirlo, la edad, no sé, un hombre consciente del pasado de la monarquía española va y hace esto. No lo entiendo... Pero la prensa es responsabilísima.
40 años después, ¿quedan zonas oscuras por aclarar?
Del 23-F lo esencial lo sabemos desde hace muchos años. ¿Lo sabemos todo? No, porque no se puede saber todo de un acontecimiento histórico. Ahí vamos al bulo: ¡No se sabe todo del 23-F!, quiere decir que lo montó el rey. ¡No se sabe todo de los atentados de Atocha!... No hay ningún acontecimiento de la historia de España del que sepamos todo. Ni de la historia de ningún país del mundo. Claro que quedan muchas cosas por saber, qué pasó en Barcelona, otras historias locales... Pero el gran secreto sobre el golpe de estado del 23-F es que no hay ningún secreto.