Italia acaba en abril de 2021 con la censura en el cine
Una ley italiana prohíbe definitivamente la censura en el cine, vigente desde 1914
Sirvió como control político en el fascismo y veló por la moral en la conservadora Italia de la posguerra
Aquella noche la sede del Partido Radical estaba hasta los topes. Un mes antes, un juez del Tribunal de Casación había ordenado de forma definitiva la destrucción de todas las copias de 'El último tango en París'. Si la escena de la mantequilla llegó a escandalizar a los franceses, imaginen lo que ocurrió en la pacata Italia, gobernada por la Democracia Cristiana y el Vaticano. Era el 6 de febrero de 1976. Un grupo de activistas se hizo con una copia del filme y decidió que si tenía que verse por última vez, que fuera a lo grande. A la proyección acudieron comunistas, curiosos, libertarios, bohemios, reporteros, morbosos y su director, Bernardo Bertolucci. Aquella noche 'El último tango en París' se salvó de la hoguera.
Entre los organizadores estaba un joven llamado Francesco Rutelli. Hoy lo recuerda, con una carcajada al otro lado del teléfono, delante del cartel de la película, que cuelga en su despacho. “Fue un acto de desobediencia civil. La velada había sido anunciada y todos sabían que se montaría un gran lío. Acudió un funcionario civil, al que había que entregarle la copia al final del espectáculo. Quedamos en eso, le dimos otro rollo y él se fue, sabiendo perfectamente que no se llevaba ‘El último tango’, sino otra película”, rememora. El Partido Radical era entonces el abanderado de las luchas sociales, como la legalización del aborto o el divorcio. A Rutelli lo nombraron después alcalde de Roma y, más tarde, ministro de Cultura.
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Lo que ocurrió ese día en el centro de Roma define bien lo que fue la censura. Una convención, con respaldo político y judicial, que había que cumplir, pero que en última instancia se podía burlar con un poco de picardía y un funcionario cómplice. Mejor dicho, lo que ocurrió ese día en el centro de Roma define bien lo que es Italia. 'El último tango en París' pasó a tener una vida clandestina, sólo se podía ver en fiestas privadas y antros de dudosa reputación, con una compañía también sospechosa. Y ya habrán adivinado lo que pasó. Se convirtió en un filme de culto y cuando, por fin, llegó a las salas se ganó el título de la película más taquillera en Italia durante más de una década. En televisión sólo se ha visto la película íntegra y sin cortes hace poco más de dos años, cuando murió Bertolucci.
Se ve que la censura en Italia no es cosa de dictaduras apolilladas. La caza de brujas ha quedado finalmente abolida ahora, en abril de 2021. Hace cinco años se aprobó una ley que mutilaba en la práctica los órganos censores, pero sólo esta semana se ha completado todo el trámite burocrático. También esto resume bien Italia y su pesada maquinaria legislativa. El lugar de Torquemada lo ocupará una comisión de 49 expertos, que simplemente catalogará las películas por franjas de edad. En el grupo de trabajo habrá cineastas o profesores, pero también padres y colectivos ambientalistas. Ojo también con la nueva dictadura de la moral.
Del fascismo a hoy
Lo cierto es que la censura ya no es lo que era. Nació, claro, durante el fascismo, en 1914, como instrumento de control político y social. Como todo el cine, en realidad. Pero, al igual que la industria, la censura fue madurando. Unas veces, mirando para otro lado; otras, siendo más papista que el papa. “Una de las situaciones más comunes era la del cazador de gloria que llegaba al Parlamento a defender que una película difamaba su tierra, con lo que se vetaba su exportación. Y también estaba el abogado de provincias, que se sentía ofendido por los ataques a la religión”, recuerda el gran historiador del cine italiano Tatti Sanguineti.
‘Umberto D’ (1952), una de las películas más moralistas de Vittorio De Sica, sólo pudo ser exhibida después de cortar 32 metros de rollos, a petición del primer ministro democristiano Giulio Andreotti. Mientras que ‘Alemania, año cero’ (1948), el filme posbélico de Roberto Rosellini, tuvo que añadir a cada escena un rótulo explicativo para aclarar que una cosa era la sociedad deprimida que dejó Hitler y otra la Italia de reconstrucción. Aunque en las primeras películas del neorrealismo se parecieran mucho.
Una de las víctimas propiciatorias de la censura fue Pier Paolo Pasolini, comunista, homosexual y demasiado imaginativo para ser ignorado. Lo curioso es que su ‘Evangelio según San Mateo’ (1964), su particular digresión sobre la vida de Cristo, sólo tuvo problemas por su banda sonora, que rápidamente solventó. El ‘Osservatore Romano’, el periódico oficial vaticano, la consideró más tarde la mejor película sobre Jesucristo de la historia. Menos suerte tuvo ‘Salò o los 120 días de Sodoma’ (1976), un retrato atroz del fascismo y la condición humana, que pasó por todos los tribunales posibles. La prohibieron, la confiscaron y la volvieron a legalizar. Mientras tanto, a Pasolini, considerado casi un insurrecto, lo asesinaron y el crimen nunca se aclaró.
Dijo Fellini que “la censura es un modo de conocer la debilidad y la insuficiencia intelectual”. Él, por supuesto, tampoco se libró. Aunque quizás su obra más onírica y personal, ‘Ocho y medio’ (1967), pasó incólume. Probablemente porque los censores tampoco la entendieron. El listado de cintas mutiladas es interminable, casi 35.000 largometrajes, de los que 274 fueron completamente vetados. No sólo cine patrio, también internacional. En Italia no se vieron intactas ‘Taxi Driver’ (1976), ‘La naranja mecánica’ (1975) u ‘Holocausto caníbal’ (1980), ese pseudo-documental convertido en película de culto antes de que Internet dejara aquella violencia prohibida en nada.
La última víctima data de 2012. Fue otra película italiana de terror llamada ‘Morituris’, que tampoco nadie habría echado en falta si la hubiesen borrado entera. Su único mérito fue cerrar una lista que ya no se podrá ampliar. Desaparece así un oficio pedagógico. Rafael Azcona, el genial guionista de Berlanga, contó una vez que un censor escuchó en una película la palabra “espermatozoide”. Tuvo que buscarla en el diccionario y dudó si el término estaba o no justificado.