Óscar Martínez, historiador del arte: "Hay una línea que une el pantocrátor, Superman y un emoticono”
El profesor de arte y diseño publica 'Umbrales', un viaje por la cultura occidental a través de sus puertas: “Pocos elementos han marcado tanto la civilización”
Opina que el mundo se ha empobrecido visualmente: “Nunca hemos estado tan rodeados de imágenes con tan poca importancia”
Critica el peligroso adanismo de muchos artistas actuales: “Nada es del todo nuevo en el arte”
Óscar Martínez (Almansa, Albacete, 1977) es doctor en Bellas Artes por la Politécnica de Valencia y licenciado en Historia del Arte por la universidad de la misma ciudad. Desde hace más de diez años es profesor de historia del arte, arquitectura, fotografía y diseño en la Escuela de Arte de Albacete.
Tras una etapa dedicándose al mundo del arte, como pintor, dibujante y grabador realizando diversas exposiciones individuales y colectivas tanto en España como en el extranjero, en los últimos años desarrolla sus inquietudes artísticas desde un punto de vista literario.
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Umbrales (Siruela) es un ensayo narrativo que entreabre una veintena de puertas, proponiéndonos así un periplo a través de la cultura y el arte, de la historia y los secretos del periodo en el que fueron levantadas. Desde la Casa de los Vettii en Pompeya hasta el dolmen de Menga o la abadía de Sainte-Foy; desde el panteón de Adriano y el arco de Tito hasta el templo funerario de Ramsés III y la basílica de San Marcos.
Pregunta: “Hay pocos elementos marcado tanto civilización como las puertas”, dices.
Respuesta: En realidad eso es un truco: uso la parte por el todo. Lo que nos ha marcado es la arquitectura. De las bellas artes, es la experiencia más global. Pero no quise hacer un manual de arquitectura. Y las puertas eran la excusa.
P: Las primeras puertas, los megalitos.
R: La arquitectura es la huella del ser humano en el paisaje. Es un paso extraordinario. Organiza el espacio. El dolmen es el diálogo del ser humano con los dioses.
El falo era la cosa más normal del mundo en Pompeya, lo ponían hasta en la cuna de los niños
P: No hay cosa menos práctica.
R: Es la emancipación del ser humano, la conciencia de su fuerza, de la propia civilización. Se da cuenta que puede controlar algunas fuerzas de la naturaleza. La modificación el paisaje empieza con los dólmenes. Se emancipa del medio natural.
P: Andando el tiempo el arte se refina. En Pompeya ya coloca falos en las puertas. Sin corrección política.
R: El falo era la cosa más normal del mundo. Lo ponían hasta en las cunas de los niños. Era un amuleto contra el mal de ojo. Todo es cultural. ¿Una persona torturada en una cruz es más atractivo que un falo para decorar una casa? A mí el arte cristiano me encanta, y lo vemos normal. Pero no un falo inflamado ni una vulva.
P: Los jóvenes ya no entienden la iconografía cristiana, dices.
R: Me encanta que la religión no sea obligatoria, pero me entusiasmaría dar una asignatura de historia de las religiones. Las religiones son básicas para entender la historia de la humanidad. Yo soy ateo, pero hay un extraordinario porcentaje de creyentes. Hay una dimensión espiritual en el ser humano y sin ella no se explica la mayoría de las cosas que desarrollo en el libro.
Al ser humano le entusiasma crear imágenes de sí mismo: es egocéntrico y ególatra
P: Ahora somos más de selfies.
R: Siempre ha sido así. Todo son autorretratos. Al ser humano le entusiasma crear imágenes de sí mismo. Es egocéntrico y ególatra. Los selfies selfiesson normales. Nos comunicamos por el rostro. Uno va a un museo y hay muy pocos cuadros sin un rostro humano. Hay una línea entre un pantocrátor, Superman y un emoticono. Es la potencia de los rostros.
P: Nada es del todo nuevo en el arte, explicas.
R: Venimos todos de Egipto y Mesopotamia. Hay una línea que une las imágenes, las historias, los arquetipos. Son cuatro o cinco historias que nos contamos desde hace miles de años. El pantocrátor es la imagen de los emperadores romanos. Superman se inspira en mitologías antiguas.
Antes el Mediterráneo era una autopista: ahora es una barrera
P: Y el islam. “El Renacimiento nació en Bagdad”, citas a Violet Moller.
R: Vemos el islam como algo retrasado y retrógrado y medieval. Quizá hoy haya partes del islam que respondan a eso. Pero en la Edad Media fue el repositorio de la sabiduría y la civilización. Me fascinó la idea de que parte de la sabiduría egipcia, griega y romana se hubiera perdido si no fuera por el trabajo de sabios musulmanes de Bagdad, Damasco y Alejandría. Esto es salirse de la historia oficial y sencilla. Porque la historia es más complicada. Valoremos la civilización del sur del Mediterráneo. En Europa hemos roto ese vínculo.
P: Entonces el Mediterráneo era un trasiego contiguo.
R: Era una autopista. Hoy es una barrera, por desgracia, entre el primer y el tercer mundo. Es una tristeza lo que ocurre en nuestras playas. Es un problema que va a ir a más. Debería ser un mar de unión y no de frontera. Soy consciente de que es una visión romántica.
Nunca hemos estado tan rodeados de imágenes, pero nunca tan poco interesantes
P: El mundo se ha empobrecido visualmente, dices. Parece una contradicción.
R: Cuantitativamente no, cualitativamente sí. Vivimos rodeados de imágenes, pero muchas no tienen ningún interés. Nos hemos convertido en creadores de imágenes con una facilidad tremenda. Hay quien opina que lo que hacemos con el móvil no es fotografía. Nunca hemos estado tan rodeados de imágenes, pero nunca tan poco interesantes. Sufrimos una intoxicación visual. Estamos tan rodeados de información, que es imposible encontrar el verdadero conocimiento. Antiguamente había menos imágenes, pero estaban más cuidadas. Tenían un valor casi sagrado. Una persona estaba expuesta a muy pocas imágenes. Hoy estamos sobreexpuestos. Han perdido su magia.
P: ¿Solución?
R: Ninguna. Muy difícil. La única vía es la educación. Yo me dedico a la educación visual. Intento que mis alumnos tengan cultura visual, el canon de la tradición, las imágenes válidas. Todo lo que venga hay que compararlo con ese canon.
En el arte hay comportamientos ingenuos por esa valoración excesiva del yo
P: “¿Será el conocimiento la llave que abre todas las puertas, o será la imaginación?”, te preguntas.
R: Una persona tiene que beber de esas dos fuentes. Primero hay que formar en el conocimiento, que es la base y luego viene la creatividad. Un artista o diseñador no puede pecar de adanismo. No pueden entregar un trabajo de fin de grado sobre algo que ya se ha hecho. Para romper las reglas hay que conocerlas.
P: Ese adanismo parece el síntoma de nuestro tiempo.
R: Sí, y es muy peligroso. Harari (autor de Sapiens) habla de que la religión de nuestro tiempo es el individualismo. Eso llevado a un extremo es peligroso. Es el Mr. Wonderful de las tacitas: “tú puedes con todo, todo lo que hagas es maravilloso”. Un peligro. Primero hay que formarse y después se podrá plantear alguna novedad. Hay comportamientos ingenuos por esa valoración excesiva del yo. No todos somos Miguel Ángel ni Marcel Duchamp. Es absurdo. Y va a provocar frustración. Ocurre también en política, en literatura y en periodismo.
Estoy muy en contra de parte del arte contemporáneo
P: “A cada época su arte y a cada su arte su libertad”. ¿Cuál es el arte de ahora?
R: Estoy muy en contra de parte del arte contemporáneo. Les digo a mis alumnos que vayan a exposiciones de diseño contemporáneo, no de arte contemporáneo. Porque la excesiva libertad para el creador es peligrosa. Los diseñadores no tienen libertad. Tienen que crear para un encargo. Para mí la Capilla Sixtina es puro diseño. Miguel Ángel no la quiso hacer, pero tenía un cliente. Le hizo un briefing (“tienes que pintar esto”) y al final consiguió una obra universal. Lo que llamamos arte nace en el Romanticismo, en el siglo XIX: “hago lo que quiero y expreso lo que quiero”. El verdadero arte de hoy sería el que se saliera del mercado, pero es muy difícil, incluso para alguien como Banksy.
P: ¿Vivimos todavía bajo la influencia de la Bauhaus?
R: Sí, pero esa modernidad aburrida va decayendo. Ese “menos es más” de Mies van der Rohe es aburrido. El interior de mi escuela de arte es más aburrido que el hospital de mi pueblo. Hay un extremo de austeridad. La Bauhaus vino bien porque veníamos del modernismo, que era excesivo. Ha sido muy influyente, hasta en los propios diseños de Apple.
¿Quién es el promotor de los bloques de viviendas de Vallecas?
P: ¿Algo que decir del atentado urbanístico en las ciudades españoles?
R: Que no solo ocurre en España. El Berlín Oriental es horroroso, hay barrios de Roma demenciales, Nápoles tiene suburbios que dan pavor. Sicilia es un atentado urbanístico constante. Tienen varios Algarrobicos. Lo que hay que preguntarse es quién ha construido esos edificios, con qué objetivo, y con qué materiales. Hay edificios de principios del XX en el centro de las ciudades en los vivían los propios promotores. Ejemplos son las casas Batlló, Milà y Calvet de Gaudí. Tu casa la cuidas. ¿Quién es el promotor de los bloques de viviendas en Vallecas?
P: Esa fealdad influye en el estado de ánimo del vecino.
R: El buen diseño mejora la vida de la gente. Claro que te influye un ambiente gris o unos edificios horrorosos. El entorno es fundamental. Las autoridades tienen que crear espacios humanos agradables. Viajamos a países más civilizados y tenemos sensación de paz en los barrios. El entorno ayuda al florecimiento personal de sus vecinos.
P: Eres un gran viajero. Este libro te permitió “viajar” durante el confinamiento.
R: Yo pasé el coronavirus en la primera semana. Enseguida activé este proyecto: tenía que ser sobre las puertas. Me di cuenta de su importancia. Nos habían cerrado las puertas de nuestras casas, teníamos que esperar a las puertas de los sitios. Viajé de esa manera, con los libros, a puertas más allá de las puertas de mi casa. Me fui a Egipto, a Viena, a Roma. Ninguna de Albacete. Ni se me ocurrió. Albacete, una ciudad en la que soy muy feliz, era entonces mi prisión.