Está siempre cazando historias. Desde muy pequeño, desde antes de empezar a escribir con 13 años, sentía curiosidad por las peripecias propias y ajenas. Un pequeño anuncio de contactos, una noticia de televisión, la espera en una cola de juzgado son carne de novela, pero como Lorenzo Silva no dispone de tanto tiempo, antes de que esos fragmentos de vida se le escapen, los atrapa y los reduce a dos páginas.
Y ahí nace Donde uno cae (Destino), 525 relatos que son un recorrido literario por los hechos, por las noticias, por esos retazos de la realidad que ha vivido, leído, o escuchado en los últimos diez añosDonde uno cae, convirtiendo en ficción literaria un mundo en constante cambio. Desde la llegada de Trump al 1-O catalán, desde la irrupción de la ultraderecha en Europa a esa niña de 14 años que se prostituye y su cartera de clientes son jubilados, abuelos que a su vez tienen nietos. "Son noticias que me han dejado perplejo. Este libro es una especie de cruce entre periodismo y literatura porque tienen permanentemente una intención de buscar la emoción y la intensidad".
Pregunta. Dice que una buena historia es como un "sopapo".
Respuesta. Es la palabra que mejor define algunas de las historias que cuento, como cuando le pincharon el teléfono a un diputado y, mientras estaba en la Cámara, le estaba diciendo a un amigo: "Aquí estoy, tocándome los huevos". ¿Cómo una persona puede estar representando a los ciudadanos y decir, aunque sea a alguien cercano, algo así? Eso me produce un "sopapo", porque es una historia que te interpela, que te obliga a contarla.
P. Una de las narraciones se titula Ir en la lista, y resume con exactitud en lo que se ha convertido la política española.
R. Hay una manera de mirarlo que lo vuelve muy mezquino y sórdido. La gente calculando su participación en política, convertirse en representante público, en función del rendimiento personal, de si vas en el número ocho en las listas electorales o más atrás. Me aparece apasionante porque en el fondo son personas luchando por la supervivencia. Ir en el puesto 12 es ir en la nada. El escaño te permite la presencia pública que repercute en la construcción de tu marca personal y en tus propios ingresos. Y si no lo consigues, quedan las tertulias para arañar unos euros.
P. Hay algunos personajes que le han dado relatos impagables.
R. A Esperanza Aguirre le debo, le debemos, mucho. Es realmente un personaje brillante. Ese momento de crisis en el que ella no tiene presupuesto, no construye nada porque no tiene dinero, se entera de que abren un Mercadona, que ha creado una empresa privada, y allí va a hacerse la foto. Y además la acompañan sus escuderos. Me pongo en la perspectiva de una cajera... y es grotesco. Y su gran palabra "mamandurrias" no tiene parangón. Para los que trabajamos con el lenguaje es de una brillantez verbal que valoramos especialmente, porque el mérito es de ella. (se ríe)
P. Entre las figuras que le producen más rechazo, la lista no la encabeza Trump.
R. Porque no engaña a nadie. Produce rechazo por su zafiedad, por su elementalidad, por su falta de elegancia en todos los sentidos. Se ve venir. Me producen más reparos los que se venden como lo que no son. Los pretendidos servidores públicos que realmente no tienen en mente más que la rapiña del patrimonio común. Esa tipología es la que a mí me repele.
P. Este ejercicio de resumen de los últimos diez años no es muy alentador.
R. Se ha hecho evidente una dicotomía. Creo que quienes nos dirigen y reclaman nuestra confianza nos han fallado entre estrepitosa y abominablemente. Han fallado de maneras verdaderamente escalofriantes en la escala nacional, autonómica y municipal. Y ante tanto desaprensivo, estos supuestos próceres de nuestra sociedad, tenemos el pundonor, la dignidad, el sacrificio, la vergüenza torera que han tenido millones de ciudadanos de este país para, en condiciones precarias, sin medios, con reducciones de sueldo, seguir manteniendo el tipo y sujetar esto. El músculo que ha tenido la sociedad civil ha sido verdaderamente admirable. Y fíjate en el mensaje a los jóvenes. No importa lo que te formes, no importa lo que trabajes, no importa lo que te esfuerces, que vas a tener una renta que en todo caso es inferior a la que necesitas para simplemente tener una vivienda digna. Los conducen al estallido social y van a provocar una brecha intergeneracional. Lo veremos.
Este ganador del Premio Planeta y Nadal ha sido muy activo en las redes sociales. Sobre todo contra la piratería. Su cuenta de Twitter, seguida por más de 100.000 personas, un buen día la cerró. Y ahora una de las historias la titula, nada menos, que Maldito selfi, a lo que sigue una divertida cita literaria: “Qué es lo que os ha pasado para que pretendáis con tanto afán esta perdición”. Una descripción de intenciones perfecta. “Twitter me pareció al principio una buena herramienta. Me permitía atender a muchos lectores en poco tiempo. Pero lo dejé cuando me di cuenta de que evolucionaba hacia un espacio de autoexposición y de autoafirmación a costa de los otros. No me sentía invitado a una conversación, sino a una especie de torneo permanente, a una confrontación de egos, y ese no es mi lugar en el mundo. Y hay una palabra que detesto. 'Zasca'. Es de una pobreza que tu misión en la vida sea taparle la boca al otro. O sacarte fotos constantemente para que tu imagen borre el mundo. ¡Es patológico!".
P. Fue víctima de los fusilamientos tuiteros sólo por expresar su opinión que llegaron desde sectores dispares. Uno de ellos partió de los independentistas catalanes, porque su postura sobre el procés siempre la ha tenido clara.
R. Cuando analicemos dentro de unos años esta situación, es decir, el empeño en volcar toda la energía de una comunidad en un fracaso absoluto, que además a lo único que conduce es al empobrecimiento, a la fractura civil, dirán: "¡Por Dios! ¿En manos de qué desaprensivos hemos dejado el poder?" Se ha puesto mucha energía en destrozar, por lo que hace falta mucha energía en reconstruir. Esta situación durará años. El nacionalismo catalán decidió hace mucho tiempo echarse al monte, romper todas las reglas.
La pareja literaria que seguramente más le ha dado a conocer va camino de cumplir sus bodas de plata: el sargento de la Guardia Civil Rubén Bevilacqua y su inseparable colaboradora, la cabo Virginia Chamorro. En la última novela los dejamos en Gibraltar luchando contra el narcotráfico. Ahora los malos los llevarán a Baleares y País Vasco, pero será en mayo cuando Lorenzo Silva nos deje su nueva aventura en las librerías. Volverá con historias reales, esas “que le muerden la carne y el corazón a la gente”.