Dice Clara Sánchez (ganadora de los premios Alfaguara, Nadal y Planeta) que para ella escribir es vivir, que le sirve para escapar de la realidad, pero también para ser más consciente de ella, para entenderla, para sacarla a la luz cuando alguien se empeña en esconderla.
Y eso es lo que hace con su último libro Infierno en el paraíso (Editorial Planeta). Nos traslada a la costa de Málaga para mostrar el drama que se oculta bajo la Marbella de los jeques: la desesperada situación de las mujeres árabes, "encerradas en jaulas de oro, pero a las que se les han arrebatado todos sus derechos".
"La imagen que tenemos de la Marbella de los jeques es la de grandes palacios, hoteles de lujo, yates, cochazos forrados de oro y seda, mujeres tapadas que visten de Gucci, Louis Vuitton o Dior ..., pero poco se habla de la cruda realidad que se oculta detrás del fastuoso círculo de la realeza saudí", denuncia la escritora. "Nadie denuncia la amoralidad de lo que ocurre en la zona oscura de esos palacios. Preferimos mirar hacia otro lado. Blanqueamos así los terribles abusos sobre esas princesas, niñas ricas secuestradas literalmente por sus familias".
Pregunta. Y no es solo ficción, tu novela está inspirada en el caso de las princesas Latifa y Shamsa, las hijas del emir de Dubái retenidas en sus palacios...
Respuesta. Sí, ahora mismo no se tienen noticias de ninguna de las dos. Pero no son solo ellas, son muchas las princesas que han escapado o intentado escapar de ese entorno opresor. Una de las esposas del emir de Dubai, Haya de Jordania, lo consiguió y se refugió en Londres con sus hijos. Quiero decir que hay muchos ejemplos y la protagonista de mi novela, Amina, sería como el espejo de todas ellas. Es un tema que desgraciadamente no pierde actualidad.
El pasado febrero el caso de Latifa Al Maktoum, de 35 años, volvió a ser portada de los medios de comunicación. En varios vídeos que se hicieron virales, la princesa aseguraba temer por su vida y denunciaba estar retenida contra su voluntad por su padre en una villa de su país, del que intentó escapar sin éxito en 2018.
También pedía a la policía británica que reabriera el caso del secuestro de una de sus hermanas, la desaparecida princesa Shamsa, capturada por orden del jeque hace más de 20 años en Inglaterra, cuando tenía 18 años.
P. En tu libro recurres a una fábula para denunciar la escasa presión internacional que se ejerce cuando temas como estos salen a la luz.
R. Es que cuando se tiene mucho dinero, casi siempre se tiene también mucha impunidad. No solo se ha mirado para otro lado en España, también en todos los países que dependen de ellos por el petróleo económicamente. Hay motivos económicos que parecen más importantes que la vulneración de los derechos fundamentales de las mujeres.
P. ¿Es una novela feminista?
R. Es una novela donde hay mujeres que luchan por su libertad, pero que va dirigida a todo el mundo, y que habla de otros temas, de la pérdida de los seres queridos, de la dependencia, de la manipulación, del amor y de que no somos lo que parecemos.
P. En tus libros te metes en sitios vedados. Lo hiciste en 2010 con Lo que esconde tu nombre.
R. No quiero ni pensarlo, ni imaginarlo, ni mencionarlo si quiera, a ver si voy a dar ideas a alguien. Son dos novelas distintas que tratan de asuntos distintos y espero que esta no tenga ninguna repercusión de ese tipo.
P. Distintas pero con puntos en común...
R. Sí en ambas descubro esa mancha oscura que se esconde detrás de una aparente normalidad, ahora está ambientada en Marbella, entonces en Denia, pero en ambas se vive un ambiente festivo de alegría donde está sucediendo algo escondido, oscuro, para el resto de la gente.
P. Comparten también género...
R. Sí, son thrillers psicólogicos bordeando el terror. Es lo mío. Es así como yo veo la vida, como una continua intriga en que tienes que sobrevivir. A veces para bien, a veces para menos bien. Nunca sabemos lo que nos va a deparar. Me gusta pensar que somo como detectives en potencia de nuestra propia vida. Eso me encanta, el entramado psicológico en el que nos tenemos que mover.
P. Es una forma muy novelera
R. Sí, sí y de sentirla. Yo creo que me paso, que mi manera de sentir la vida es muy melodramática. Pero bueno, es cuestión de carácter, quizás por eso soy escritora, fundamentalmente novelista, porque ahí es donde yo puedo recrear y volcar esa forma de ver las cosas.
P. Eres una escritora muy premiada. ¿Los premios ayudan?
R. Ayudan mucho, porque te dan visibilidad, porque te acercan a más lectores que a lo mejor no te conocían. Para lo que no sirven es para escribir la siguiente novela. La siguiente novela siempre es una incógnita y tienes que ponerte con ella con pico y pala, exactamente como la primera vez.
P. ¿Con más presión incluso, no?
R. Bueno, yo tampoco me lo tomo así. Procuro volver a ese refugio de las primeras veces que para mí suponía escribir. En ocasiones se vive con sufrimiento, porque no encuentras la manera de decir, de contar, que te gustaría. En este caso quizás costó encontrar el personaje que uniera los dos mundos: el árabe y el occidental, representa Sonia, la narradora, una joven camarera que se convierte en íntima de la princesa Amina. Pero mi objetivo es claro siempre: escribir tiene que ser un placer.
P. ¿Porque así lo será también para quien lea tu novela?
R. La novela tiene que ser como un amante. Cuando uno ama con pasión lo que más le gusta es estar con su amante, pues eso me gustaría, que mientras el lector la tenga entre sus manos lo que más le guste es estar con mi novela.