Verónica Molina (Madrid, 1982) se considera una "superviviente", igual que lo es Martina, la protagonista de su primera novela, Un segundo antes de la furia (Planeta). Las dos tienen .
Su novela tiene mucho de autobiográfica. "Yo, como mi personaje, borré esos sucesos de mi mente durante muchos años para poder salir adelante", confiesa a NIUS. Ahora, una vez asimilado y verbalizado, la autora intenta exorcizar todos sus demonios a través de esta novela, que escribe con una única motivación. "Escribir mi experiencia para que las víctimas que sufrieron lo que yo sufrí puedan encontrar consuelo y para que los verdugos entiendan que al no controlar el monstruo que llevan dentro destrozan los sueños de niños y niñas inocentes".
Un propósito que Molina presenta dentro de un envoltorio inesperado: el de un thriller erótico con el que aspira a dinamitar todos los tabúes.
Pregunta. Hay mucho sexo en tu novela...
Respuesta. Sí, es cierto. Ya he escuchado varias veces que me van a comparar con Cincuenta Sombras de Grey, pero espero que no, porque no es el mismo tipo de novela. No hay una sola escena de sexo que no tenga un por qué, que no tenga un motivo. No hay sexo gratuito. Todas las escenas te van construyendo el lugar al que finalmente llegas una vez que te enteras de que Martina sufrió abusos cuando era niña. El sexo es el medio para ir descubriendo todo eso. Cada una de las escenas de sexo sirve para significar algo de la vida de la protagonista, el dolor, el poder, el control ...
P. ¿Has optado por la novela erótica porque está de moda?
R. Qué va. Si yo nunca pensé en escribir una novela erótica. De hecho escribí antes un manuscrito de 90 páginas que era muy introspectivo, muy optimista, que hablaba de que aunque hayas tenido una vida dura tienes que ser buena gente, cuidar de los tuyos, proteger la infancia..., pero lo compartí con alguien que me dijo que lo que había escrito no servía para mover a nadie, así que lo tiré a la basura, empecé de cero y salió esta bomba. "Si vas a salpicar mierda, que salpique", me dijo. Y le hice caso. Escribí esta atrocidad loca que me salió de las entrañas.
P. ¿Y parir la novela te ha liberado?
R. Más que liberado. Para mí esto ha sido un poco catarsis, el escribirlo. No te digo que haya sido terapia porque es que no he ido a un psicólogo en mi vida y entonces no sé si esto se puede llamar terapia. Pero desde que lo empecé hasta que lo terminé y hasta ahora que se publica, yo he avanzado mucho, he desarrollado mucho en el plano personal y hay todo un aprendizaje de asumir lo que a cada uno le pasa en la vida que está en el libro. Ha sido un proceso duro, he llorado escribiendo capítulos. He llorado revisándolos y decía, pero ¿yo he escrito esto? ¡Dios mío!.
P. Ahora que mencionas a Dios en la novela la protagonista crece en una familia del Opus Dei. ¿Tuviste que documentarte o es una realidad que viviste en tu infancia?
R. Una parte de mi familia, de uno de mis padres, pertenecía al Opus Dei. Lo viví de niña, pero también es verdad que en mi nunca caló. Hay gente de mi familia que está más próxima o que tiene ideales más próximos o que tiene vidas más próximas a esa forma de entender la religión, la pertenencia a un grupo más o menos extremista. No dudo de que el Opus Dei puede hacerle bien a alguna gente, el Opus o cualquier otro colectivo o secta, religión, o como quieras llamarlo. Hay personas que encuentran ahí una paz interior y se sienten acompañadas. No es mi caso, a mi no me hizo ningún bien ese entorno, a mí no me gustó. Yo nunca me sentí bien, pero desde muy niña. Simplemente mi esencia no era compatible con esa forma de vivir.
P. ¿Cuánto hay entonces de ficción y cuánto de autobiográfico en tu libro?
R. Es la pregunta del millón. Yo creo que todo el mundo que escribe habla de su experiencia, o sea, debajo de cualquier historia está el autor y sus circunstancias, su experiencia, sus sufrimientos, su aprendizaje. Obviamente es ficción porque yo no me he planteado matar a nadie en mi vida, tampoco he estado en una orgía loca ni he hecho estas cosas extremas que hace Martina.
¿Qué hay de mi entonces? Pues yo creo que más esa experiencia de haber vivido en una familia muy convencional, de haber crecido y haber sido víctima de abusos sexuales por parte de un familiar cercano, también de haber sufrido maltrato físico y psicológico. Pero sobre todo lo que quería imprimir más en la protagonista de mí es el instinto de supervivencia, la capacidad que todos tenemos para salir de todo sin necesitar a nadie. Podemos salir, podemos salir de todo. Cierto es que al inicio la protagonista muy bien no te cae, y los medios que utiliza no son los más éticos, digamos. Pero la acabas entendiendo y queriendo. Es en esa parte de su carácter de mirar hacia delante, de tirar con la vida, te haya pasado lo que te haya pasado, en lo que tiene más de mi.
P. ¿Y es la primera vez que compartes que has sufrido abusos y maltrato infantil con este libro?
R. Públicamente, sí. Lo he hablado con círculos cercanos, con amigos... pero nunca tan abiertamente como ahora. Lo cierto es que cuando yo empiezo a querer sacar esto y a intentar buscar una fórmula para ayudar inicio casi sin querer una especie de investigación. Comienzo a sacar el tema con gente próxima y de una manera light para que nadie se sienta incómodo y me quedo impresionada con la respuesta. Todo el mundo conoce a alguien que sufrió abusos, una prima, una amiga, el hijo de no sé quién... Y me digo ¡si es que el problema está en que no se cuenta! Esto no se dice, se esconde en un lugar remoto de nuestro ser, y lo bonito de esas conversaciones te diré que ha sido encontrar en el otro lo que tú sentiste. Todos te dicen lo mismo: "Yo me sentía culpable, sentía vergüenza porque yo no supe pararlo". En ese punto se encuentran las víctimas con un modelo idéntico de sufrimiento. Y eso es lo que ya me animó definitivamente a sentarme a escribir.
P. Hablas de otros temas importantes en el libro como la violencia, la familia, el empoderamiento femenino...
R. El empoderamiento está como de moda. Es la palabra del día, no? Pero el tema es que Martina se pone a hacer lo que le da la gana y no le importa nada lo que pueda ocurrir alrededor, que eso tiene una parte egoísta o más maligna, pero tampoco hace cosas que no vengan haciendo los hombres en algunas situaciones. Es lo de siempre, cuando un tío sale de marcha y se liga a dos tías y acaba con una en su habitación le dicen que es un crack. Pero Martina coge, entra en un bar, se lía con uno y vaya guarra. En el aspecto sexual Martina se limita a hacer lo que está bien visto para los hombres.
En la parte más de violencia. Pues lo mismo. Ella reacciona, simplemente está pasando por esa catarsis, por ese viaje en el que algo desde dentro le está haciendo avanzar. Avanzar quizás con los peores recursos, pero la violencia es parte de lo que necesita para salir. Si te quedas quieto te hundes. Esto podría haber sido una historia de fracaso y de hundimiento de una tía que pierde el control, que empieza con sexo, con drogas, con alcohol y podría acabar en destrucción total, pero vemos cómo se va enfrentando y sobreponiendo a innumerables situaciones límite.
P. Es una carrera de venganza, de alguna manera...
R. Pues no me gustaría que se interprete como venganza, pero sí hay furia. El foco o el motivo por el que ella se revuelve o despierta ese monstruo no es con ánimo de vengarse, de hacer daño a los que causaron el dolor. Es más una lucha interior, es un viaje para ella. El foco no está en vengarse del otro, está en salir de la mierda -perdóname la expresión-. No está en que sufran los demás. Sí es cierto que sufre gente en ese camino por el que ella pasa atropellando sin mirar, pero no es intencionado.
P. Hay furia y sobre todo soledad
R. Me gusta que hayas percibido eso, porque está muy presente en la novela. De hecho el primer título que pensé fue Sola. Y a partir de ahí la supervivencia se convierte en una lucha en la que sabes que estás sola, sin apoyos, sin herramientas para salir. Es verdad que sobrevives, pero te puede convertir en una bestia parda a la que todo da igual. Estás sola, así que cuchillo en los dientes y a por todas, es lo que le pasa a Martina.
P. ¿Y por qué no se quedó con ese título?
R. Porque hay más novelas o películas que se llaman así y no resultaba tan original. Así que cuando la editorial me planteó la posibilidad de otro título pensé en este Un segundo antes de la furia, que en el fondo lo que quiere decir es que antes de llegar a la furia pares un minuto y te levantes a arreglarlo. En verdad hay un segundito justo antes de que se despierte ese monstruo en el que tú tienes que ser consciente de qué es lo que ha pasado. Lo tienes que asimilar. Y tienes que coger el toro por los cuernos con la furia que tengas dentro, con esa fuerza que reside en ti y darle la vuelta, convertirlo en un aprendizaje positivo.
P. Dejas en la novela un resquicio al amor. No todo es malo...
R. Sí, no solo es un thriller erótico destroyer. Hay mucho dolor, mucho sexo, mucha violencia, pero también hay amor y es en ese viaje hacia la autodestrucción donde ella lo va a descubrir. Y no solo amor romántico, pero no puedo decir más sin hacer spoiler, solo que hay un giro brutal en los acontecimientos.
P. Al final tu novela es un grito contra cualquier tipo de abuso.
R. Totalmente, porque todos funcionan igual. El mecanismo del abuso, de la violencia es el mismo. Me da igual si es el que ejerce tu jefe porque quiere sexo contigo, tu no se lo das y te destroza la carrera. O el que sufres en la escuela si te hacen bullying o si se trata de violencia intrafamiliar. Es siempre igual, el poder del fuerte contra el débil.
P. Y es eso contra lo que se rebela la protagonista de tu novela
R. Eso es. Si sirviese para ayudar a la gente que vive o ha vivido experiencias de abuso mi objetivo estaría cumplido, porque para eso ha sido concebida.
P. ¿Y si son los verdugos los que leen tu libro?
R. Espero que se sientan mal, que se lo planteen aunque sea durante un segundo, que digan no lo voy a hacer más. Que paren, por favor, que no nos destrocen.