Antiguos nazis camuflados entre turistas y jubilados disfrutando del clima mediterráneo, el pulpo seco y la gamba roja. Sirven de telón de fondo para El sustituto, el thriller que Óscar Aibar presenta el 7 de junio en el Festival de Málaga, pero también son personajes de carne y hueso.
El escenario de la historia real que inspira la película se encuentra en la localidad costera de Denia (Alicante), donde tras la Segunda Guerra Mundial, miembros de las SS y del Ejército de la Alemania nazi se refugiaron amparados por el régimen de Franco, huyendo de la Justicia, para llevar una vida plácida y tranquila en un retiro dorado.
“Está más que claro que gozaban de un cierto nivel de protección por parte de las fuerzas de seguridad y de las autoridades políticas locales, que les permitía sentirse seguros”, explica Rosa Seser, directora del archivo municipal de Denia, donde se guarda documentación que acredita la presencia de nazis en el municipio desde incluso antes de la Guerra Civil.
Johannes Bernhardt era general honorario de las SS, rango que alcanzó después de convertirse en héroe en el campo de batalla en la Primera Guerra Mundial, aunque principalmente por sus servicios a la Alemania de Hitler como prominente hombre de negocios.
Persona afable y simpática, así lo describen personas que trataron con él, levantó un imperio empresarial y fue conocido como el rey del wolframio, ya que se encargó de comprar este metal en Galicia y que resultó fundamental para el funcionamiento de los tanques durante la expansión nazi por Europa.
Bernhardt tenía un chalet en una zona de campo de Denia, la partida del Tossalet, desde finales de los años 30 y allí vivían permanentemente su mujer, sus hijos, e incluso sus suegros, mientras él viajaba por España atendiendo sus negocios. Una vivienda que aún se conserva y que era conocida popularmente como la Casa del Alemán. De hecho, ese nombre figura en los catastros municipales.
Amigo personal de Franco, al que conoció en Marruecos años antes de la Guerra Civil, tuvo un papel clave en el apoyo de Alemania en el golpe de estado contra la República española, ya que hizo de intermediario entre Hitler y Franco, para conseguir la participación del ejército nazi.
La presencia de Bernhardt en Denia está datada hasta principios de los años 50. En esa época, el gobierno de los Estados Unidos comenzó a presionar a Franco, al que presentaron la conocida como “Lista Negra”, donde se detallan los nombres de militares y altos cargos de la Alemania nazi, cuya presencia no estaban dispuestos a tolerar en territorio español.
Una amenaza que obligó a Bernhardt a huir a Argentina con su familia en 1953, donde compró grandes extensiones de terreno que dedicó a la agricultura extensiva, y siguió llevando una vida plácida y acomodada. Allí se llevó incluso a algunos de los trabajadores de confianza que tenía en Denia y que permanecieron con él durante décadas.
A mediados de los 50, finales de los 60, llegaron a Denia otros militares nazis de segundo nivel, que incluso habían pasado por los juicios de Núremberg, por su participación activa en la guerra y en el exterminio judío en los campos de concentración.
De esta época, destaca un personaje, Gerhard Bremer, antiguo oficial de las Waffen-SS, que participó en la invasión nazi de Polonia, los Balcanes y Francia. Al finalizar la guerra fue detenido y juzgado y pasó 6 años en prisión.
Tras salir de la cárcel, en 1955 Bremer emigró a Denia con su mujer, donde llegó con una nueva visión de turismo. “Fue el primero que construyó bungalows en la zona de Les Rotes en Denia, los conocidos como Bremer Park, que le sirvieron para hacer fortuna, alquilando las casas a alemanes, la mayoría filonazis, que venían a Denia a disfrutar de la playa”, explica Rosa Seser.
Al contrario de la mayor parte de los nazis que llegaron a Denia en esa época, que optaron por llevar una vida discreta, casi oculta, Bremer se convirtió rápidamente en un hombre muy conocido.
A la historia han pasado las fiestas que cada 25 julio, Día de San Jaime, daba en su urbanización para celebrar sus cumpleaños. Testigo directo de esas conmemoraciones fue Vicent Grimalt, actual alcalde de Denia, que siendo un niño participó en los aniversarios de Bremer como miembro de la Banda de Música de Denia. “Ese día nos recogían los amigos de Bremer en la plaza del pueblo a todos los miembros de la banda con Mercedes. Solo eso ya era una fiesta para nosotros porque imagínate los coches que había en aquella época”, relata Grimalt.
En su memoria permanece una imagen, que no entendió hasta más tarde, el momento en el que se abrían las grandes puertas de la urbanización y aparecía Bremer, con su uniforme de oficial de las SS, acompañado de su mujer vestida con el traje tradicional bávaro y dos grandes perros, mientras la banda tocaba. “En ese momento, sus amigos, las autoridades locales y las fuerzas vivas, que también iban a la fiesta, les entregaban los regalos, y luego entrábamos en la urbanización en un desfile”, recuerda el actual alcalde de Denia, que explica que para ellos, la mayoría niños y adolescentes, era simplemente un acontecimiento que esperaban con ilusión cada año porque “nos dejaban bañarnos en la piscina del complejo, cuando en aquella época no había piscinas”.
Una fiesta que se prolongaba durante horas y en la que el anfitrión ofrecía a sus invitados una generosa comida con la música de fondo de la banda municipal. “Tocábamos principalmente pasodobles españoles y terminábamos con piezas de Wagner, compositor desgraciadamente asociado a los nazis, como el Coro de Los Peregrinos, una auténtica maravilla de obra”, explica Grimalt, que tiene grabada a fuego una fotografía, que vio en la recepción de la urbanización. “En ella se veía a Hitler con un par de personas, y una de ellas debía de ser Bremer”.
Unas celebraciones, en las que hay constancia de la presencia de destacados nazis residentes en España, protegidos por el régimen franquista, como Otto Skortzeny, conocido como “Caracortada” por una cicatriz que tenía en la cara, que fue un militar de renombre del ejército alemán que, entre otras operaciones, participó en la liberación de Mussolini cuando era prisionero de los aliados y fundador de Odesa tras la guerra, organización que ayudó a numerosos miembros de las SS a huir de la justicia.
Sorprendentemente, estas fastuosas celebraciones se prolongaron desde 1971 hasta 1980, cuando en plena transición llegaron a su fin, entre otras cosas, porque el nuevo director de la Banda Municipal, Pepe Cendra, reconocido hombre de izquierdas, se negó a que la agrupación volviera a tocar en esas apologías del nazismo. “Todo esto hay que verlo en el contexto de la época, en la que había un gran desconocimiento de lo sucedido en la Segunda Guerra Mundial. Además, este hombre trajo trabajo y riqueza a una población que en aquella época vivía de la pesca, apenas había turismo y trataba muy bien a sus trabajadores”, señala Rosa Seser.
Es cierto, que las fiestas terminaron, pero Gerhard Bremer siguió residiendo en Denia hasta su muerte en 1989. Su cuerpo y el de su mujer están enterrados juntos en el cementerio de la localidad, y hoy en día uno de sus hijos sigue residiendo en la capital de la comarca de la Marina Alta.
En la playa de Les Rotes, a unos pasos de la urbanización de Bremer, permanecen los restos de un antiguo embarcadero, que sirvió para la arribada y partida de pequeñas barcas, en las que llegaron y con las que huyeron numerosos criminales de guerra nazis, que tenían en Denia un lugar de paso intermedio y seguro, para escapar a otros destinos más lejanos como Sudamérica. Un claro ejemplo de que los nazis afincados en Denia nunca rehusaron de su ideología, y además de sus negocios y su buena vida, siguieron colaborando con sus antiguos camaradas.
Hasta finales de los 80, en el restaurante Finita situado en Les Rotes, que hoy se conoce como el Palau Verd, un importante grupo de antiguos nazis celebraba cada 20 de abril el cumpleaños de Hitler, con una comida que terminaba con vivas por el dictador alemán y canciones en su honor. La propietaria de este restaurante era una mujer madrileña, miembro de la antigua Sección Femenina, que se casó con un austriaco nazi y que, dada su ideología, permitía y daba acogida a estas celebraciones bien entrada la democracia. “Esto me lo contó el antiguo archivero municipal, que lo vio en directo. Y yo personalmente, recuerdo haber estado allí y ver en una verja del local, una cruz gamada que ya no está”, asegura Rosa Seser.
De esta época, también hay constancia de la llegada de más nazis a Denia. Hombres muy mayores, que llegaron como jubilados y que llevaron una vida muy discreta.
Es el caso de Anton Galler, oficial de las SS que llegó a Denia en los 80 y cuyo cuerpo está enterrado en el cementerio municipal tras su muerte en 1995. Un error burocrático permitió a Galler escapar de la justicia y no responder de sus numerosos crímenes de guerra, como la matanza de 560 civiles, entre los que se encontraban mujeres y niños, en Stazzema, localidad de los Alpes italianos, en 1944.
La literatura también se ha hecho eco del paso de los nazis en Denia y ha contribuido a dar a conocer esta realidad que durante décadas ha permanecido oculta.
Una de las obras más destacadas es “Lo que esconde tu nombre”, novela escrita por Clara Sánchez, a partir de su propia experiencia personal, durante los 7 años que vivió en Denia. “Cuando yo llegué allí a vivir en el año 80 me encontré con que mi vecino era un nazi y comencé a investigar e indagar sobre ello”, explica la escritora.
El libro tuvo un gran éxito en España y en Italia, donde se vendieron más de un millón de copias, y además fue traducido a 20 idiomas. “Recogí testimonios y documentos de personas que tuvieron contacto directo con estos nazis, algunos de ellos relevantes, que tenían una jubilación dorada y que, protegidos por el régimen de Franco y, más tarde, incomprensiblemente, durante la democracia, nadie hizo nada para que pagaran por sus crímenes y se fueron de rositas”, lamenta Clara Sánchez, que con su libro denunció la impunidad con la que vivieron decenas de nazis un plácido retiro de sol y playa en Denia.