Desde que Olayo Reynoud (1997, Madrid) cumplió los 14 años, comenzó a madurar en su cabeza la idea de llegar a China desde su casa en bicicleta. Una ¿locura? que se hizo realidad cuando terminó el instituto y sin haber cumplido todavía la mayoría de edad. Apoyado por sus padres y por amigos que ya lo habían hecho antes, un día comenzó a pedalear y no paró hasta llegar al país asiático. Un año plagado de anécdotas, lugares a los que volver, buenos, pero también malos momentos, y, sobre todo, de personas. Unas vivencias que quedarán para siempre reflejadas en el libro Por donde sale el sol (Ediciones Desnivel). En Yasss hemos hablado con él sobre cómo fue esta aventura.
¿Cómo nace una idea así?
Llevaba pensándolo dos o tres años antes. Mis padres siempre han estado muy metidos en el mundo de la bici y gracias a ellos y a amigos que han hecho varios viajes así entendí que esto era posible. Cada vez tenía más ganas y poco a poco fue haciéndose realidad la idea.
¿Por qué hasta China?
Quería hacer un viaje de un año. Algo tranquilo. Si vas rápido, incluso puedes dar la vuelta al mundo. Pero yo no quería eso. Por ello lo restringí a un continente. Elegí Asia porque podía empezar desde Europa y para un primer viaje iba a ser más sencillo. También me atraía mucho todo Asia central y Mongolia.
Antes de empezar leíste un montón de libros y blogs, acudiste a muchas charlas, pero ¿cómo te preparas para algo así?
Por mucho que leas y te prepares, hasta que no estás allí no puedes saber lo que te va a pasar. Lo mejor es hablar con otros viajeros, ya que van a vivir lo que vas a vivir tú. Yo creo que es la mejor preparación, aunque nunca sabes lo que te va a esperar.
Defiendes la bici como modo de viaje por encima del coche o andar. ¿Por qué?
Para viajar, para descubrir un país, a mí me parece la mejor forma. Con el coche al final vas de un punto a otro y te pierdes las cosas de entremedias. Y un país no son puntos, sino gente, paisajes… La bici te da la oportunidad de ver una zona de forma más completa y de acabar en lugares que no te esperabas. También el hecho de estar a la intemperie las 24 horas del día te permite vivirlo más intensamente. Y claro, puedes ir más rápido que caminando.
En el libro cuentas que viviste muchísimo miedo antes de salir.
Fue muy irracional. Llevaba pensándolo muchos años y con mucha ilusión. Pero los dos últimos días antes de salir y los primeros del viaje me entró un fuerte miedo irracional. Mira que luego lo pasé mal, pero siempre digo que mis peores momentos fueron esos días. Unos contratiempos que ahora no me impedirían volver a hacerlo, pero si puedo no volver a vivir ese pavor de los primeros días, mejor.
Un miedo que se fue quitando según más pedaleabas y se te va abriendo el mundo. Llama la atención que el país que más te sorprendió fue Irán. ¿Por qué?
Nos pasa a muchísimos cicloturistas que viajamos por allí. Irán es un país muy recurrente del que todos acabamos hablando. Creo que es por la cultura de la zona, que hace que nos sintamos extremadamente acogidos. Una mentalidad que consigue que automáticamente seas amigo de cualquiera. Una parte muy importante del viaje son las amistades que entablas y cómo socializas. En otros países, por ejemplo del Mediterráneo, donde me costaba más conocer gente, me sentía más solo. En Irán todo el mundo se acercaba, me intentaba ayudar… eso te deja un poco en shock.
¿Puedes poner un ejemplo?
Se me rompió la tienda poco después de salir de Teherán. Estuve dos semanas sin ella y durante ese tiempo, en seguida llegaba una persona, ni cinco minutos pasaban, para que me fuera a su casa a dormir. Eso me parece impresionante.
Al final, como dices en el libro, lo que más te sorprendieron fueron las personas con las que te cruzaste. Que se cuentan por infinitas.
Son tantas que a veces cuesta sintetizar. En mis primeros borrados del libro los puse a todos, pero al final era un rollo. Tuve que borrar a muchísimas.
Muchas de ellas como tú, que están llevando a cabo vidas diferentes.
Eso me sorprendió también. Yo conocía a gente que había viajado en bici y pensaba que era algo más raro. Hasta que lo hice y no paraba de encontrarme a personas como yo. Andando conocía a varios y haciendo autostop también. Pero sobre todo en bici. No hay tanta como para decir que es común, pero es algo que se hace. Que no es algo que haya inventado yo.
Explicas también que no es algo fácil ni cómodo. Que se sufre.
Ves las redes sociales y todo parece maravilloso. Y pasa sobre todo con la gente que viaja, que nunca enseña lo malo. Yo intenté mostrar las cosas como son, no forzar nada. Por ello tenía que contar los momentos más duros. En la editorial les gustó justo eso, que se notaba que era real. Viajar en bici es duro, pero si no sería más aburrido. No tendría tanto sentido. Estamos para que nos den caña, y el componente de reto y dificultades es lo que da sentido al viaje.
¿Volverás a hacer algo así?
Me gustaría volver donde lo dejé, ya que lo terminé precipitadamente. Pero también tengo un montón de proyectos en mente y por ahora los voy a priorizar. Así que por lo menos hasta dentro de unos años no volveré a salir.