El hermano de Carmen tenía 25 años cuando se suicidó. Eligió el día de su graduación para hacerlo. Han pasado más de tres años y medio desde entonces y ella confiesa que no lo ha superado. "Es imposible, solo puedes aprender a convivir con ello", dice a NIUS. "Pienso en él todos los días, sueño incluso aún con que le convenzo para que no lo haga, pero con tiempo, esfuerzo y ayuda profesional he conseguido encontrar una forma de darle un sentido a su muerte".
Ese deseo lo ha materializado en un libro, porque a ella, que estudió periodismo, siempre le ha gustado escribir. Lo ha titulado ¿Hablamos del suicidio? (Editorial Universo de Letras) porque quería ver esa palabra en letras grandes escrita en la portada. "Basta ya de esconderlo, hay que hablar de ello, es una realidad muy extendida, muy dura, que requiere toda la atención", recalca.
Un libro en el que Carmen Sánchez Alegre relata su camino de aceptación y adaptación a una nueva realidad, el proceso por el que ha logrado transformar su dolor y sus miedos en un propósito, "ayudar a personas que estén pasando por lo mismo que yo, o por lo que él pasó, y hacer más visible la cruda realidad del suicidio".
Pregunta. A través de tu historia cuentas otra que se esconde detrás, la realidad del suicido en España...
Respuesta. Es la historia de las familias de las 11 personas que se suicidan en España cada día. Lo que yo describo en este libro lo viven 11 familias todos los días en nuestro país. Las cifras son importantes y hay que darlas, tienen que saberse, porque lo que no se conoce parece que no existe. En España se suicidan unas 3.600 personas al año. Es la segunda causa de muerte después de la natural. Se suicida una persona cada dos horas y media, el doble que las muertes por accidentes y ochenta veces superior a las muertes por violencia machista. Pero es algo que la mayoría no sabemos hasta que no nos toca de cerca. No podemos seguir ignorándolo.
P. ¿Qué crees que no sabe la gente del suicidio?
R. Desde el año pasado se ha empezado a hablar más abiertamente de este tema, pero aún queda mucho por hacer. Hay que explicar su magnitud, que es un problema de salud pública muy grave, de hecho es la primera causa de muerte entre una franja de edad concreta entre los jóvenes, lo cual yo creo que dice muchísimo.
Hay que acabar con algunas ideas arraigas en la sociedad como que no se puede hablar del suicidio porque provoca un efecto llamada, cuando es al revés, hay que hablar de ello de manera seria para dar una alternativa. Normalizar el hecho de que nos podemos sentir mal, y que cuando esto sucede se puede pedir ayuda, que los suicidios, si hay recursos, se pueden prevenir, son muertes que se pueden evitar.
Y hay que terminar también con el estigma social, tiene que dejar de ser tabú decir que tu familiar se ha suicidado, ya es suficientemente duro el duelo como para complicarlo aún más teniendo que lidiar con todo lo que supone ocultar la realidad.
P. ¿En tu proceso de duelo llegaste a pensar alguna vez que no ibas a poder superarlo?
R. Muchísimas veces, el dolor que sientes es tan grande que yo muchas veces me he levantado por la mañana y he pensado yo no puedo vivir así, no quiero vivir así, no aguanto este sufrimiento, y me he quedado en la cama todo el día sin salir, intentando evitar enfrentarme a la realidad de mi vida después de que mi hermano se hubiera suicidado.
P. Con un sentimiento de culpa enorme, imagino
R. El sentimiento de culpa es uno de los más presentes en el proceso de duelo por suicidio, por qué no fuiste capaz de darte cuenta de lo que sucedía, por qué no pudiste impedirlo... te preguntas mil cosas, es inevitable. Es una reacción normal, pero no puedes dejar que te coma la culpa, porque entonces estás perdido. Hay que entender que cada uno hemos hecho lo que hemos podido, con las herramientas que teníamos en ese momento. Además, muchas veces no hay señales, en nuestro caso no sabíamos lo que estaba pasando, mi hermano no lo manifestó en ningún momento. Si no sabes lo que sucede, si la persona no te pide ayuda, si la persona no expresa nada no puedes ayudar por mucho que luego te montes películas en tu cabeza. Y si hubiera hecho esto, y si hubiera dicho esto otro... todas esas preguntas dan igual y no llevan a ningún sitio porque la realidad no va a cambiar. Entonces enfoca tu energía en intentar aprender a convivir con ello de la mejor manera.
Además, hay veces que hay señales, otras no, ocasiones en las que no sabemos interpretar las señales, no podemos quedarnos atrapados en esa espiral. Hasta los propios psicólogos que están haciendo terapia con personas con ideación suicida reconocen que no son capaces de darse cuenta de que la persona realmente lo va a hacer.
P. Sin embargo, defiendes en el libro que son muertes que se pueden evitar.
R. Sí, claro, sí, sí, porque la mayoría de personas que no expresan lo que están sintiendo no lo hacen precisamente porque ni siquiera saben que tienen esa opción. Igual se te pasa por la cabeza la idea de que te quieres quitar la vida y no se lo dices a nadie porque crees que van a pensar que estás loco... cuando es una reacción mental normal ante un gran sufrimiento y no significa que lo vayas a hacer. Lo único que quiere decir es que en ese momento de tu vida no estás pudiendo con todo y necesitas ayuda, pero como no está normalizado sentirse mal te lo callas y ese dolor va creciendo. Las personas que piensan quitarse la vida sienten vergüenza y no se atreven a pedir ayuda.
P. ¿Crees que el suicido es un acto voluntario de quien lo realiza?
R. En ocasiones no, hemos escuchado mil veces que la persona que lo hace es muy valiente, o que la persona que lo hace es muy cobarde, cuando hay un porcentaje muy alto de suicidios que no se pueden considerar voluntarios porque la persona que lo lleva a cabo está secuestrada emocionalmente por su dolor. Entonces no están tomando una decisión con el 100% de sus capacidades cognitivas, la persona que decide suicidarse lo hace porque le da más miedo la vida que la muerte. Esto es muy importante entenderlo.
P. En vuestro caso, tu hermano solo dejó una carta de despedida ¿sirve para aliviar el dolor?
R. Solo un 20% de los suicidas dejan cartas, mi hermano lo hizo, y aunque no voy a entrar en el contenido de ella porque es algo privado, te puedo decir que las cartas no sirven siempre para dar consuelo, porque la persona que se suicida y que escribe una carta lo hace en un momento en el que está emocionalmente muy alterado. Seguramente lo que explica en ese instante no tiene mucho sentido para alguien que está en un estado mental digamos más normal, otras veces sin embargo, sí sirven de consuelo, no hay reglas fijas.
P. A pesar de lo que relatas en el libro no hay drama
R. Era algo que tenía muy claro, quería enfocar el libro de la manera menos dramática posible, porque el hecho en sí ya es suficientemente dramático, no le hacen falta florituras. Quería transmitir la historia de una manera seria y serena, aportando las herramientas que a mi me han servido para afrontar el duelo, para ayudar a otros a llevarlo de la manera más sana posible, para vivir la nueva realidad de la manera más amable posible, transformando el dolor en algo positivo. Tenemos que entender que todos los que nos quedamos aquí cuando nuestro familiar o nuestro amigo se va somos supervivientes. Hay que aprender a vivir de otra forma.
P. Me imagino que no sería fácil sentarse a escribirlo
R. Ha sido durísimo porque es revivirlo una vez y otra vez y otra vez... Y en el fondo, esto que hago de hablar contigo y con otros medios es también duro, porque al final cada vez que hablo de ello me revuelve. Pero bueno, ya he interiorizado el hecho de que no me importa pasarlo mal si eso va a ayudar a otras personas.
P. Dices nada más abrir el libro que es un regalo para tu hermano. ¿Has pensado en si le gustaría?
R. Sí, yo creo que le encantaría, primero porque era un lector empedernido y no creo que haya mejor regalo para él que un libro, sinceramente. También porque lo he escrito impulsada por la idea de que ya que a mi hermano no pude ayudarle voy a intentar hacerlo con otras personas que se han visto en su situación o en la mía. Es más, estoy segura de que está alucinando con lo que está generando, la cantidad de personas que me escriben para darme las gracias... eso es algo que me llena infinito porque siento que su muerte no ha sido en vano.