Manteniendo la tradición de los belenes navideños
En España existen un centenar de asociaciones belenistas, referentes de cómo montar un belén navideño
Por la calle Santiago, en Cádiz, avanzan tres profesoras rodeadas de un montón de niños y niñas que apenas sobrepasan los ocho años. Caminan en un sorprendente silencio si se tiene en cuanta la edad de los paseantes. Quizás sea por la emoción de lo que van a ver tras cruzar la puerta de la Asociación Gaditana de Belenistas.
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"Las asociaciones belenistas, junto a los colegios de médicos, están entre las asociaciones más antiguas de España", dice Francisco Morales, presidente de la asociación de Cádiz. "En España hay un centenar de asociaciones. Sólo en la provincia de Cádiz, 18. Aquí el belén siempre ha sido tradición, pero la verdad es que con el tiempo estamos perdiendo a la gente joven, cada vez somos mayores", añade. Y mira con esperanza a los jóvenes visitantes, que levantan el cuello para poder ver unas figuras demasiado altas para su edad. "Lo que están viendo los niños son lo que llamamos dioramas, pequeñas escenas del nacimiento: la huida a Egipto, la carpintería de San José, la anunciación a los pastores... Cada una es una parte de lo que es un belén". Escenas que mezclan lo religioso con lo artístico. Representaciones que no solo incluyen a personajes bíblicos, sino también un mundo mucho más prosaico de pastores, casas, molinos y animales varios.
En la asociación entra ahora otra vecina, Cristina. "Estoy buscando una gallina. La que tenía se me rompió el año pasado", dice. "Tengo 50 años, pero en Navidad soy una niña chica. También pongo el árbol, pero el belén es una cosa que debería estar en todas las casas".
"En Cádiz, como referente para montar un belén, todo el mundo viene aquí", señala Francisco Morales. "Tenemos desde el corcho hasta animales, las luces, cualquier vasija... de todo, absolutamente de todo. Y además les damos consejos a la gente de cómo montarlo".
Y aquí van unos cuantos. Lo primero es medir el espacio. Lo segundo, adecuar el tamaño de las figuras a ese espacio. Luego, situar las luces y, cómo no, la pesadilla de todo belenista: conseguir que el agua fluya por el belén sin destrozarlo en el intento. "Lo peor de un belén es el agua, porque hay muchas filtraciones. Si montas un río, una cascada, tienes que hacer muchísimas pruebas", dicen en la asociación.
La parte más importante es elegir las figuras. Y aquí, dicen, el presupuesto es muy variable. "Hay artistas consagrados", explica Francisco Morales, "como José Luis Mayo, en Madrid. Sus figuras se pueden comprar desde en Cádiz a Nápoles, o Ángela Tripi, en Italia".
Piezas que pueden llegar a valer miles de euros, pero hay figuras de calidad para presupuestos mucho más modestos. Es cuestión, dicen en la asociación de belenistas, de comprar poco a poco y saber elegir. Se tarda tiempo, pero se consigue. De los belenes fabricados en China no quieren ni hablar. "Hacen copias muy malas de figuras de belén", sostiene Morales. "Nosotros, por ejemplo, no podemos poner en un belén una figura fabricada en China junto a una de las que hacemos, porque se nota muchísimo".
Los niños salen con sus profesoras de la asociación. A sus miembros, en la mayoría jubilados, les gustaría que algunos de los pequeños siguieran, en el futuro, con la tradición. Saben que es difícil, pero si el belén ha aguantado ocho siglos, bien puede hacerlo algunos más.