Tony Curtis, el galán que se convirtió en mito
AGENCIA EFE
30/09/201014:04 h.La actriz Jamie Lee Curtis, hija del intérprete y de Janet Leigh, la primera de sus seis esposas, dijo hoy en un comunicado: "Mi padre deja un legado de interpretaciones geniales en las películas y una gran labor con sus pinturas y escritos".
"Deja atrás a sus hijos, sus familias y a su esposa, que le amaban, respetaban y le eran devotos. También a sus admiradores en todo el mundo. Le echaremos mucho de menos", añadió.
Curtis, candidato al Óscar al mejor actor por "The Defiant Ones" (1958), por encarnar a un convicto racista que escapa de la cárcel junto a un reo negro (Sidney Poitier), siempre será recordado por su papel de travesti en "Some Like It Hot" (1959), donde formó con Jack Lemmon una de las parejas cómicas más brillantes de la historia.
"Some Like It Hot", considerada la mejor comedia del siglo XX por el Instituto del Cine Americano en el año 2000, muestra a dos músicos fracasados que, tras presenciar en Chicago, durante la Ley Seca, la matanza del Día de San Valentín en 1929 y ser perseguidos por gángsters, deciden enrolarse en una banda de mujeres y aparentar que pertenecen a ese sexo.
En el filme Curtis besó a Marilyn Monroe, algo que comparó "como besar a Hitler", tras más de cuarenta tomas esperando a que la diva consiguiera decir el diálogo correctamente.
La carrera de Curtis, una de las más sólidas de la industria, nunca fue respaldada por una estatuilla dorada ni otra nominación, a pesar de actuaciones tan memorables como la de su Albert DeSalvo en "The Boston Strangler" (1968).
Aquél fue un momento de inflexión para él, lo que le sumió en unos años oscuros de drogas y alcohol, como admitió al diario Seattle Times en el año 2000: "Después de aquello, las películas que me ofrecieron no eran particularmente interesantes", apuntó. "Pero pude hacer frente a los gastos de mis hijos", añadió.
Hasta aquel entonces, Curtis había sumado un ramillete de películas en las que dejó su particular estampa, ya fuera como joven apuesto y conquistador en multitud de cintas de los años cincuenta, una imagen que comenzó a modificar a raíz de "Sweet Smell of Success" (1957), junto a Burt Lancaster.
Había llegado a la industria con un contrato bajo el brazo firmado con los estudios Universal (75 dólares a la semana), tras despuntar en los teatros de Nueva York, y llamó la atención de los críticos por primera vez por su papel en "Son of Ali Baba" (1952), lo que le abrió las puertas a esos papeles de lucimiento en "Houdini", "Mister Cory" o "Kings Go Forth".
Posteriormente, trabajó en clásicos como "Spartacus" (1960), "Who Was That Lady?" (1960), "The Rat Race" (1960), "Taras Bulba" (1962) o "40 Pounds of Trouble" (1962).
Estaba en la cima del mundo y era consciente de ello: "En las fiestas organizadas por los estudios, siempre había una belleza esperándome. Era el rey de la colina por entonces. Y no dejé una falda sin tocar".
Llegadas las décadas de los setenta y los ochenta, se refugió en el medio televisivo con películas y series olvidables.
"Era un gran actor. Le echaré de menos", dijo el actor británico Roger Moore, con quien Curtis coincidió en la serie "The Persuaders". "Era muy divertido trabajar con él, tenía un gran sentido del humor e improvisaba de maravilla. Fueron grandes momentos", añadió en declaraciones al canal Sky News.
Curtis, cuyo nombre real era Bernard Schwartz, nació el 3 de junio de 1925 en Nueva York, hijo de inmigrantes judíos.
Con Janet Leigh formó la pareja de oro de Hollywood desde 1951 hasta 1962. Después contrajo matrimonio con Christine Kaufmann, Leslie Allen, Andrea Savio, Lisa Deutsch y Jill Vandenberg, la que era su actual esposa, con quien se casó en 1998.
Curtis murió anoche en Las Vegas (Nevada, EE.UU.), donde tenía su residencia. Desde mediados de julio se encontraba muy delicado de salud. En esas fechas fue hospitalizado durante varios días en un hospital de esta ciudad debido a problemas respiratorios.
El actor padecía una enfermedad pulmonar crónica desde 2006, cuando contrajo una neumonía que estuvo a punto de costarle la vida en diciembre de ese año y que incluso lo tuvo en coma durante varios días.
Antonio Martín Guirado