Chapa y pintura para los viejos iconos del terror
AGENCIA EFE
24/07/201009:46 h.El principal cirujano de este centro de antiestética, especializado en rostros desfigurados y máscaras de piel humana, se llama Michael Bay, y su objetivo trata más de que estas viejas glorias sean descubiertas por el nuevo público que de recuperar el esplendor original para sus fans de siempre.
Su última producción, "A Nightmare on Elm Street", es el nuevo rito de presentación de Freddy Krueger, el jardinero de la escuela que acabó podando a más de un colegial en una saga iniciada por Wes Craven en 1984.
En la original había humor, pero vistas por un espectador ahora las carcajadas irían por otro lado: por la transparencia de los trucajes del bajo presupuesto.
Y es por eso que Bay es más partidario de sofisticar la estética -dentro de una maquinaria muy industrial- y quitarle la válvula de escape del exceso para llegar al terror de solemnidad.
El resultado: rebelión por parte de los seguidores porque no hay ni rastro del encanto "austero" -alimentado ahora por los retornos de Sam Raimi o las cintas de Zack Snyder-, y satisfacción para los que se sienten excluidos por el carnaval de la serie B.
La taquilla demuestra que los segundos son legión: este regreso a Elm Street ha recaudado el triple de lo que costó y todavía quedan mercados por explorar como el de España, donde se estrena este fin de semana.
Y en su decisión de que esta nueva "pesadilla" no sea más que un eficaz mecanismo de terror al uso, hay que reconocer que "A Nightmare on Elm Street" maneja las armas del género con rigor, creando una atmósfera onírica y un considerable sentido del desasosiego.
El propio Craven, consciente de que su fórmula había quedado obsoleta, dio la vuelta a los clichés en la otra dirección en el metaterror de "Scream", un ingenioso homenaje a las reglas instauradas por cintas como "The Texas Chain Saw Massacre", del hoy considerado maestro George A. Romero, "Friday the 13th", de Sean S. Cunningham, o su propio Freddy.
Pero ya en el siglo XXI, ante la vulgaridad del terror estadounidense -que no del japonés-, Cunningham y Craven unieron fuerzas en 2003 para "Freddy vs. Jason", un festín nostálgico plagado de viejas glorias.
Ese fue el año, precisamente, en el que Michael Bay -que también lleva la franquicia de "Transformers"- inició este sangriento camino desengrasando una herramienta que había dado grandes alegrías en los años setenta: la motosierra.
Bay descubrió que gastándose sólo 9,5 millones de dólares en un remake de "The Texas Chain Saw Massacre", película que costó en 1974 apenas 140.000 dólares, podría recaudar 80. Y también decidió cambiar el terror sucio, casi documental de George A. Romero, por un tren del terror "mainstream".
Los resultados, en términos económicos, fueron tan satisfactorios y su protagonista, Jessica Biel, acaparó tantas portadas que incluso se animó a hacer una precuela: "The Texas Chain Saw Massacre: The Beggining".
Su siguiente tarea fue llevar a la tintorería las tiendas de campaña de "Friday the 13th" para volver a salpicarlas de sangre transcurridos 29 años de la primera entrega de Jason Voorhess.
Un nuevo grupo de temerarios adolescentes, un nuevo camping y, desde luego, el niño que murió ahogado en Crystal Lake todavía sediento de venganza se dieron cita en 2009.
Estas tres "cirugías" no han reventado la taquilla como un "Armageddon", pero tampoco contaban con presupuesto de altos vuelos, por lo que Bay ha descubierto una pequeña gallina de los huevos de oro a la que, según parece, seguirá exprimiendo.
Y es que, según la Internet Movie Databese, entre sus próximos proyectos está volver a desenjaular "The Birds", de Alfred Hitchcock, para mostrarlos sin croma y sin animales mecánicos, así como dos títulos que no dejan lugar a las dudas: "Untitled Ouija Project" y "Untitled Mark L. Smith Horror Project".
Mateo Sancho Cardiel