Eva Amaral y Juan Aguirre toman asiento en un sofá para hablar de su nuevo disco. Es la imagen que todo el mundo tiene de Amaral: la de ellos dos, inseparables. Sin embargo, podría haber sido distinto. En un momento de la entrevista, Eva revela el desconocido dato de que al principio de la carrera del dúo un músico le propuso que dejase a Juan e iniciase nueva andadura con él. “No hice ningún caso. Fue una propuesta que no fue a ningún sitio. Yo estaba super a gusto con Juan. Hasta este momento hemos sentido que podemos desarrollar nuestra creatividad juntos”, explica la cantante y compositora.
Resulta extraño, en cualquier caso, que no exista hasta la fecha ningún disco de Eva Amaral en solitario, cuando el hecho de que los cantantes de los grupos lo hagan es muy frecuente. Añade que ni se lo han propuesto ni ella ha tenido interés. A quien sí se lo han insinuado es a Juan. “Me han ofrecido grabar discos más de ambientes y cosas así”, dice el guitarrista y compositor. “Ambos podemos hacer música separados, y no concebimos el grupo como una unidad cerrada en la que los roles están muy definidos. El riff de ‘Revolución’, que es muy icónico, es de Eva. Hay veces que hemos llegado a lugares a los que solos no habríamos llegado. Nos ponemos a tocar y surgen parten improvisadas, como si fueran chispazos, de una forma muy poco racional”.
Gracias a que no hay quien los separe, este mes de febrero sus fans pueden disfrutar del noveno álbum de Amaral, 'Dolce vita'. Una obra de quince canciones que desde la declaración de intenciones inicial (“Libre”) parece reivindicar la libertad, el derecho de cada uno a llevar su vida por donde quiera y el empezar de cero cuando se lo proponga.
“El concepto de libertad nos ha acompañado desde el inicio”, indica Eva. “El ser músicos es un hecho libertario para nosotros, por ese estilo de vida itinerante, desde un punto romántico. De alguna manera, evolucionando, esa libertad innegociable sigue ahí, tanto en lo artístico como en lo personal. Dolce vita es un lugar donde volver a comenzar, ese es el relato; un lugar donde quieres crear un mundo nuevo, y es imposible, porque la realidad es imperfecta”.
Según Juan, el disco trata sobre todo de relaciones humanas y de sus respectivos mundos interiores: “Nos hemos desnudado emocionalmente bastante. Tu vida, los lazos de amistad, de amor, ocurren en el mundo. Estamos en 2025 y vivimos en un escenario donde están pasando cosas y tenemos más información que nunca, pero hay temas que son universales y atemporales, como la sensación de volver a empezar, de buscar un lugar utópico donde encontrar el equilibrio. Las canciones nacen en un contexto, pero se remontan por encima del tiempo que les ha tocado vivir. Nuestros discos han tenido un largo recorrido, y hay canciones antiguas a las que la gente encuentra hoy otro sentido”.
Hay temas que celebran el estar vivos (“Pájaros”), que reprueban a aquellos que en redes hablan mal de los demás (“Rompehielos”), que apuestan por luchar por los ideales (“Eso que te vuela la cabeza”), el ponerse en la piel del otro (“Podría haber sido yo”) o que incluso valoran la música como catalizador del amor, como en “Hasta que la música se acabe”: “Eso ocurre y ocurrirá siempre”, dice Juan. “No deja de ser misterioso que las canciones están compuestas de una forma muy íntima, y cuando se comparten hay algo físico y nada íntimo; se convierten en algo colectivo”.
O como explica Eva, “muchas veces la música te une a otros seres humanos por motivos misteriosos, y se crea una comunión con otras personas, que es lo que ocurre en los conciertos, donde formas parte de un solo ser. Y sigue pasando. Me gusta pensar que las canciones son a veces una especie de conjuro, que no siempre surte efecto; conjuros que lanzas de ideas, de propósitos”.
El último álbum de Amaral, 'Salto al color', se publicó hace cinco años. El largo paréntesis discográfico hasta Dolce vita no obedece a que cada vez sientan menos urgencia de prodigarse con nuevo repertorio. “Teníamos la necesidad artística de sacar el disco —alega Juan—, pero la gira se ha prolongado más de lo que teníamos previsto. No delegamos la composición en un equipo; componemos nosotros, estamos muy encima de la producción… Los fines de semana tocábamos en directo y entre semana estábamos en el estudio”. La pandemia y un abultado cargamento de canciones contribuyeron a dilatar la espera. “Nos juntamos con una extensión inabarcable de ideas y poco a poco fuimos centrando el tiro en estas quince”, dice Eva.
Aun así, no han estado alejados de los focos. Por múltiples razones, Eva Amaral y Juan Aguirre han seguido atrayendo la atención de los medios. En agosto de 2023, ella protagonizó una insólita performance durante la actuación de Amaral en el festival Sonorama Ribera, mostrando su pecho en solidaridad con las mujeres. Pretendía alcanzar resonancia, pero Eva no entiende que se continúe hablando de ello. “En muchas entrevistas me preguntan sobre aquello”, reconoce. “La verdad es que prefiero no hablar más, porque ese acto tuvo su momento. Cada vez que sale el tema parece que es que lo saco yo, cuando tengo otras cosas que decir”.
Menos conocida es su faceta extramusical. Cuando no están componiendo, grabando o tocando, son muy aficionados a la práctica del deporte. En cuanto puede, Juan pasea con su bicicleta. “Últimamente un poco menos, por falta de tiempo y porque Madrid es poco bici friendly. Llevo como tres meses yendo al gimnasio, que me encanta, y me permite escuchar música, como cosas de los sesenta que no he vivido. Voy mucho al cine y salgo con mis amigos y mi pareja”. Eva hace yoga y, pese a que tiene el menisco roto, sale a correr. “Es increíble, porque aún puedo hacerlo, aunque no me he operado todavía. Me gusta correr por zonas de naturaleza. Soy muy afortunada y vivo en un lugar donde tengo los montes al lado y un río cerca”.
La relación que mantienen va mucho más allá de lo estrictamente profesional. ¿Hablan todos los días? “Nos contamos cosas personales”, responde Juan. “Le cuento a Eva las cosas que me desbordan. La llamo y se lo cuento, y me gusta hacerlo, aunque ella no pueda solucionar nada. Por lo menos escucha”. Interviene Eva: “Y te aconsejo”. Matiza él: “También me aconseja. No se lo estoy contando a Eva Amaral la cantante, sino a Eva, a mi amiga. Es la primera vez que nos preguntan esto”. Y a modo de resumen, Eva declara: “Sí, hablamos todos los días”.