"Hay que dejar de censurar la madurez de las mujeres. Tienen mucho que aportar y son sabias", proclamaba Emma Vilarasau al recoger el Premio Feroz a la mejor actriz protagonista por 'Casa en llamas'. La actriz, de 65 años, estaba cargada de razones en su reivindicación. El 53% de las actrices nominadas en los Premios Goya 2025, que se celebran este sábado en Granada, tienen menos de 40 años. Por el contrario, el 74% de los actores nominados superan esa edad, según datos revelados por la Asociación de Mujeres Cineastas y de Medios Audiovisuales (Cima).
Que en el cine hay un claro sesgo edadista que sufre la mujer lo demuestran las cifras. Y eso por no hablar de otro tipo de sesgos. A lo largo de la historia de los Goya solo tres mujeres han logrado alzarse con la estatuilla a la mejor dirección. Al menos en la edición de este año hay dos aspirantes a esta estatuilla: Arantxa Echevarría ('La infiltrada') y Paula Ortiz ('La virgen roja'). Hay más indicios de que la mentalidad está cambiando, en un momento en que la violencia y agresión contra las mujeres permanece en el centro del debate social.
La categoría de mejor interpretación femenina este año sí que presenta una terna de aspirantes maduras que reivindican sin complejos las arrugas, ayudando a ese empoderamiento de la mujer tan necesario en una edad en la que muchas dejan de recibir llamadas por parte de la industria. Vilarasau, la gran dama del teatro catalán, parte en la 'pole' por su premiada actuación en la película de Dani de la Orden, a quien ha agradecido el ofrecer un papel de "una mujer de más de 60 años que ni está enferma, ni necesita que la cuiden".
La actriz no se ha cansado de reivindicar una mayor presencia de personajes mayores porque "la vejez no puede ser tan terrible" como para no ser representada en el cine. Precisamente dos de sus mayores rivales en la carrera por el Goya son Julianne Moore y Tilda Swinton, ambas de 64 años, las protagonistas de 'La habitación de al lado', de Pedro Almodóvar.
Moore siempre se ha mostrado crítica con que a la mujer le digan que envejece bien porque la considera una expresión "totalmente sexista". "Hay tanto juicio inherente al término 'envejecer bien'...'", comentó en una entrevista para la revista As If. "¿Existe una forma mala de envejecer? No tenemos ninguna opción, por supuesto. Nadie puede controlar el envejecimiento, así que no es algo positivo o negativo, simplemente lo es", añadió.
Quien sí tiene seguro su premio es Aitana Sánchez-Gijón, de 56 años, elegida hace meses por la Academia a para recibir el Goya de Honor. Ella también ha recordado que a la temprana edad de 35 ya empezó a experimentar edadismo. "Yo no me frené, me frenaron (...) Ves que pasan los meses y al principio piensas que es una racha, pero te das cuenta de que se mantiene en el tiempo. Si te ofrecen son personajes que pasan a un segundo lugar, ya son 'la madre de' y es cuando te das cuenta de que hay algo estructural en la manera de ver a las mujeres en las historias que tiene que ver con esas narrativas", explicaba en una entrevista a Europa Press.
Afortunadamente, cree que el sector sí está cambiando y considera que es gracias a la incorporación de tantas directoras, guionistas y productoras, que traen "miradas distintas, nuevas y hacen que se normalice la situación".
La revolución de las mujeres maduras también llega a la presentación de la gala, que este año correrá a cargo de Maribel Verdú y Leonor Watling. La primera, con 54 años, se siente mejor que nunca, y sigue siendo "muy disfrutona". "Carpe diem es mi frase de cabecera y realmente la llevo bastante a cabo", ha admitido en alguna entrevista. La segunda, que cumplirá 50 en julio, aún no tiene asimilada esa cifra. "No puedo tener 49 años, si soy imbécil. A estas edades, uno debería ser una persona con las cosas mejor colocadas, más claras. Pues qué va”, bromeaba en 'Vanity Fair.