Fernandisco, el retorno de la voz: “Las canciones de antes perduraban cincuenta años; las de hoy, un cuarto de hora”
El popular DJ radiófonico, con una carrera de más de cuarenta años, vuelve a la actualidad tras retornar a LOS40, la emisora donde triunfó.
Se considera un hombre normal que no ha sido devorado por su popularidad. “En la música hay muy poca gente normal, el personaje absorbe a la persona”.
“Muchos éxitos que pincho ahora los creé yo. Y eso me entusiasma. Y si tú te entusiasmas, los oyentes se entusiasman”, explica.
Fernandisco aún se pierde por los pasillos de los estudios de LOS40 en Madrid. Y eso que fue su casa durante veinte años. Pero tras estar fuera de la emisora dos décadas, este noviembre regresó a la cadena cuyas instalaciones, en ese intervalo, han cambiado y se han modernizado bastante, de forma acorde con los avances de los tiempos. Así que cuando después de la entrevista tiene el detalle de querer acompañarme a la salida, lo que hace es introducirme aún más en ese laberinto de peceras y micrófonos. Está encantado con su retorno. “Ha sido un honor grandísimo”, dice. “Cuando me preguntaron: ‘Fernandisco, ¿quieres volver a casa?’, la única respuesta posible era un monosílabo: ‘Sí’. Cerrar el ciclo de mi vida profesional en esta emisora es lo más grande. Los primeros días que andaba por estos pasillos, sentía felicidad absoluta”.
Fernando Martínez es uno de los DJ radiofónicos más icónicos de los que siguen en activo. En los ochenta y noventa cientos de miles de oyentes crecieron con él. “En un restaurante estaba con mi mujer, Isabel, y mis hijas, y un tío de otra mesa, de unos 50 años, se acercó muy educado y me dijo: ‘Gracias a ti estudié la carrera y formas parte de mi vida’. Oyes eso y no sabes qué decir”.
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En la actualidad se le puede escuchar de lunes a viernes de once de la mañana a dos de la tarde en LOS40 Classic, emisora dedicada a recordar canciones inolvidables del pop y el rock de los ochenta, noventa y principios de este siglo. Gran parte de ellas las dio a conocer él años atrás, cuando se publicaron. “Muchos éxitos que pincho ahora los creé yo”, dice. “Introduje ‘What is love’, ‘Saturday night’…, y eso me entusiasma. Eso es muy bueno para la gente que escucha. Si tú te entusiasmas, los oyentes se entusiasman”.
A sus 65 años, se mantiene en espléndida forma. Está delgado, más que en el pasado, en sus días de máxima popularidad. Su talante es enérgico, vitalista, jovial. “Hay una frase que me gusta: ‘Que levante la mano quien no quiera ser joven para siempre’. Estoy viviendo un poco el retrato de Dorian Gray. Seguimos siendo los chicos y las chicas pop. La música tiene ese lenguaje universal, y cuando trabajas con ella, el combustible que te lleva es de primera división”.
Fernandisco empezó en la radio a principios de los ochenta, cuando se presentó a un casting de jóvenes disc jockeys organizado por Radio España, en Barcelona. Se presentaron más de trescientos aspirantes, y a todos superó, por lo que la emisora lo contrató. “Comencé limpiando los discos de los locutores y para hacer de vez en cuando una hora de madrugada que no escuchaba nadie”, recuerda. De ahí pasó a Radio Barcelona, hasta que los directivos de LOS40 en Madrid se lo llevaron a la capital. “No tengo queja. Nunca me ha faltado de nada en el mundo de la radio. Todo lo que me ha pasado ha sido muy bonito”.
En los noventa, el público pudo conocerlo aún más gracias a su faceta televisiva. En Canal+ presentaba los sábados por la mañana el programa que repasaba la semanal lista de LOS40, y fue entonces cuando los espectadores disfrutaron con su simpatía y su particular estilo, en el que mezclaba con gracia inglés y castellano.
“Cuando estaba en Radio Barcelona —rememora—, aprendí mucho de Constantino Romero, un tipo que era bueno en todo lo que hacía: teatro, doblaje, radio, televisión… Me dijo: ‘Debes tener estilo propio’. Me gustaba mucho la radio estadounidense, hice un par de másteres en Los Ángeles y Nueva York, y como venía chapurreando el inglés, en Canal+ empecé a cambiar el lenguaje. Realmente me di cuenta de lo que estaba haciendo después, cuando la gente me chapurreaba en inglés. Pero fue un automatismo. Soy puro entertainment. Juntando lo que aprendí en Estados Unidos y después de haber flipado con Nacho Dogan en Tocata, que era extraterrestre que hablaba rapeando por la radio, cogí el chicle y lo empecé a estirar. La gente me paraba por la calle y no era consciente de lo que estaba consiguiendo”.
Rodeado de estrellas
En su faceta de entrevistador conoció a artistas míticos como Prince, Elton John, George Michael o los Bee Gees. Tan enorme era su popularidad que los grandes humoristas de este país, como Martes y Trece o Florentino Fernández, lo imitaban. “Hace unos años Millán Salcedo me dijo: ‘¡Es que estabas en todas las ensaladas, te tenía que imitar!’. Eso no tiene precio”, señala.
Sin embargo, en 2004 salió de la emisora a la que había estado ligado gran parte de su vida y rehizo su trayectoria en otras más pequeñas aunque dignas. Afirma que a él, el famoso Fernandisco, no se le cayeron los anillos. “He sabido gestionar muy bien quién era”, alega. “En el terreno profesional me he sentido siempre como un tipo que entiende un poco de lo que hace, pero en el personal me he considerado un tío normal. No me he dejado perturbar por el enemigo más claro que tenemos todos: nosotros mismos”.
Sostiene que Fernando y Fernandisco se han llevado siempre muy bien. “Fernando disfruta de su familia y sus hijos, y Fernandisco hablando por la radio. Siento que no estoy por encima de ninguna cabeza. Suena extraño, pero soy un tío normal, y la normalidad es hoy muy difícil. Soy el Sancho Panza que busca la Ínsula Barataria y ver qué le puede venir. Me considero muy positivo. En la vida todo son procesos karmáticos, y el karma funciona para bien cuando eres un tío normal. En la música hay muy poca gente normal, porque el personaje absorbe a la persona. No ha ocurrido en mi caso”.
Lo extenso de su carrera hace de él testigo de excepción de la evolución de la radio musical. Antaño, los DJ radiofónicos creaban los éxitos gracias a la pasión que imprimían a su trabajo; hoy, pinchan canciones que ya son éxito. Aun así, opina que “la radio no ha cambiado mucho, ha cambiado la música”. Y añade: “Es verdad que nos tocó vivir el pop de los ochenta y noventa, que era galáctico. ¡Cómo no ibas a tener pasión con eso! La música de ahora no me gusta tanto como la de antes, pero hago caso a lo que me dijo [el locutor y productor] Julián Ruiz: ‘Debes estar pendiente de la música que te ha tocado vivir’. La música es la melodía del alma. Las canciones de antes perduraban cincuenta años, las de ahora, un cuarto de hora. Y la gente las olvida porque llega otra que la sustituye. ¿Soy un romántico de la música? Sí”.
El caso es que lleva cuarenta años en activo, no solo en radio y televisión, sino como DJ, pinchando en eventos, festivales y fiestas por toda España. Conoce la noche, pero se ha mantenido alejado de sus tentaciones. “No he bebido, no he fumado, no me he drogado”, declara. “De vez en cuando tomo una copa de Ribera del Duero cuando estoy en un fiestón. Elegí ser así, porque si llego a elegir lo otro no estaría hablando ahora contigo con toda seguridad. La persona que se aficiona a ese estilo de vida, que entra en el sex, drugs and rock and roll, no sale de ahí. He visto a muchos amigos morir. He visto caer mucha gente en el escenario, en cabinas de DJ, y cuando ves eso piensas: ‘No quiero caer’. A lo mejor he sido maduro antes de tiempo. Ya lo decidí a los 20 años. Gracias a Dios que escogí ese camino”.
Hombre de familia, tiene dos hijos: Paola, de 31 años, y Ferrán, de 28. Ninguno ha seguido la senda profesional de su padre. “Les flipa la música, que es un instrumento que les hace ser felices. Pero son de otra generación que no tiene nada que ver con la radio. Es que en mi familia tampoco había nadie interesado en la radio. Yo con cinco años le hablaba al lavabo porque había eco y me oía doble. Pero sus campos son otros”, dice.
En cualquier caso, sus hijos son los primeros fans de este locutor amable y cercano al que todos conocemos por su particular apodo, que surgió de una broma en la radio con la frase: “Dame un mordisco, Fernandisco”. “La gente me llama Fernandisco”, reconoce. “El otro día me paró un señor por la calle: ‘Me encanta oírte por la radio, pero ¿cómo te llamas de verdad, Francisco?’. ‘No, me llamo Fernando, y de ahí Fernandisco’, respondí. El alias me acompañará siempre”.