Tras el reciente estreno de la segunda temporada de 'El juego del Calamar' y con el largometraje en el horizonte de David Fincher, los fans de esta serie han terminado el año con las mejores noticias. Sus productores han tardado poco en anunciar el rodaje de una tercera temporada de la serie, donde terminará la trama de Gi-hun. La serie gira en torno a un concurso secreto en el que 456 jugadores, todos ellos con graves dificultades económicas, arriesgan sus vidas ganar un premio de 45.600 millones. Una crítica mordaz al capitalismo (y los estamentos de clases), a través de la escenificación de varios juegos infantiles que, afortunadamente, no son mortales en la vida real.
Si bien este juego no existe como tal - el destino final no es la muerte, como ocurría también en los 'Juegos del Hambre' - lo que sí es real es un juego con el mismo nombre y bautizado así por la forma que tiene el área al dibujarla en el suelo. Su nomenclatura correcta es 'El Calamar' y se trata de una competición de jugadores múltiples, divididos en dos equipos, ofensivo y defensivo. Hay dos propósitos principales, ya sea que los atacantes logren el la invasión de la zona rival o que los equipos se aniquilen entre sí, en este caso, figuradamente.
Cada equipo se coloca en su base, llamada 'casa', y entre ellos hay un triángulo calificado como zona neutral. La mecánica es la siguiente: el equipo ofensivo debe moverse hasta la casa del equipo defensivo, siempre yendo a la pata coja. Los defensores tienen que evitar que esto pase, por lo que empujan a los atacantes con la intención de defender su juego. El atacante que no consiga colarse en la casa enemiga y sea expulsado (a empujones) de la figura, quedará eliminado. El objetivo final es que los defensores expulsen a todos los atacantes.
Debido a su popularidad, este juego se extendió por Corea del Sur y fue sufriendo algunas variaciones a medida que cambiaba de región. En la ciudad de Busan, por ejemplo, el nombre no lo recibe por la forma geométrica que se dibuja en el suelo, sino porque, para sus habitantes, la figura está rodeada de aguas repletas de calamares, uno de los aperitivos favoritos de los niños locales. Una forma de ocio completamente inocente y que no difiere mucho de conocidos juegos en España como el balón prisionero o la Rayuela.
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