De los ataques del 11-S en Estados Unidos en 2001 se ha contado prácticamente todo. Hoy nos fijamos en una historia menos conocida y que tiene una derivación de aquellos atentados. Ocurrió en Gander, un pueblo de Canadá. Allí desviaron los vuelos que no pudieron aterrizar ese día en el país. Esa historia se ha convertido ahora en un musical.
Hoy los héroes reales se funden en un abrazo con los actores que les dan la vida en el musical. Pero volvamos al 11-S de hace 23 años. Mientras las Torres Gemelas ardían, 38 aviones fueron desviados a un pequeño aeropuerto de la isla de Terranova. Unos 7.000 pasajeros aterrizaron asustados y desorientados en Gander, un pueblo de casi el mismo número de habitantes.
Beverly Bass pilotaba uno de los aviones que aterrizaron en Terranova: "Fue maravilloso aterrizar y tener todo lo que necesitábamos. A mis pasajeros no les faltaron tres comidas al día". Mela Lenoir lleva los galones en el escenario: "Muestra la luz que puede haber en la Humanidad. Cómo uno puede transformar algo terrible en algo un poco más luminoso", cuenta. Porque el mundo lloraba la tragedia del ataque terrorista, pero en Gander no había tiempo para eso. Había que ayudar.
El pueblo se volcó para alimentar y dar cobijo a tanta gente. "Logramos vivir en armonía miles de desconocidos de 95 nacionalidades. Durante cinco días, dormimos juntos, comimos juntos y lloramos juntos", cuenta Claude Elliot, alcalde de Gander. De esas lágrimas surgieron uniones indestructibles que se repiten ahora con el elenco: "Nos conocimos el año pasado". "Fue maravilloso, fue llegar y que la directora de la escuela te cocine, te muestre dónde durmieron en el piso...". "Esto que va de acá a acá, no se puede describir en palabras". Se emocionan al revivir una historia de amistad y solidaridad que merecía subir a las tablas.
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