Los toros del covid
Los animales de la cabaña brava que nacieron en pandemia son ahora los que se están lidiando en las plazas
Se cierra así el círculo de "la peor crisis que hemos tenido nunca en la ganadería brava", subraya Ricardo del Río
El nuevo susto de Cayetano Rivera en el ruedo: las últimas cogidas del torero
Ya están listos para la plaza, aunque cuando nacieron no se veía tan claro. Un momento de duelo e incertidumbre para todos, el de la pandemia de la covid-19, que también se sufrió en las dehesas. Y eso que en pleno campo parecía que no se iba a notar. "La peor crisis que hemos tenido nunca en la ganadería brava", relata Ricardo del Río, hijo del mítico Victoriano del Río, dueños de una de las ganaderías más importantes, si no la más, de la actualidad.
"Ni siquiera durante la Guerra Civil española se vivió algo así de no lidiarse prácticamente nada. La pandemia fue crítica para nosotros. Hubo que sacrificar muchos animales". 80 millones de euros en pérdidas económicas directas, más allá del aumento de los costes que llegaron después. Y otras que no se aprecian de primeras, pero que resultan aún peor: la pérdida genética.
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"Porque las ganaderías que desaparecieron en aquella época no se han vuelto a recuperar", se lamenta. Con todo lo que supuso de años de selección minuciosa que se esfumaron. "Se perdió una diversidad genética única en muchos casos". "Fue un corte. Y no es como una fábrica que se hacen tornillos o coches, sino que es un proceso largo", explica José Juan Castro, subdirector general del IMIDRA, el Instituto Madrileño de Investigación y Desarrollo Rural, Agrario y Alimentario de la Comunidad de Madrid.
Y ahí entró la administración, especialmente esa región, para dar ayudas económicas, hasta 6 millones de euros se otorgaron, con las que apoyar al sector. "La raza del toro de lidia es una raza autóctona de la península ibérica. Y apoyarla creímos que era un motivo suficiente para intentar lograr que no desaparecieran las explotaciones". También, por lo que significaba para la sostenibilidad medioambiental de este tipo de ecosistema de ganadería extensiva.
"Hoy hay un 20% menos de toros"
Criar un toro de lidia cuesta alrededor de 5.000 euros. Sacrificarlo para carne sólo reporta un 10%, algo difícilmente sostenible para un negocio más vocacional y de herencia de siglos que otra cosa. Bien es cierto que el IMIDRA ha puesto en marcha, en los últimos dos años, un proyecto para investigar el recorrido culinario y poner en valor ese producto más allá del sabroso rabo de toro.
"No es una raza para carne, son animales peligrosos de manejar", apunta Ricardo, que recuerda cómo cuando se desató la pandemia la política de su padre fue tener los animales preparados para poder volver a los ruedos en cualquier momento. Había incertidumbre. Desconcierto. La apuesta era firme. También elevada. De hecho, y estamos ante una ganadería privilegiada en ese punto, en los poquísimos festejos que hubo llegaron a participar con 19 morlacos. En una temporada normal alcanzan los 100.
Las ayudas que recibieron fueron bienvenidas. Y aunque no quieren que se repita algo así por todo lo que ocurrió, por todas las familias que perdieron a un allegado, por lo durísimo de la pandemia, intenta sacar una lectura positiva.
Lo que se aprendió de entonces. Y la selección de animales que pudieron hacer. "Se torearon en casa para saber si eran buenos o no. Y conseguimos cuatro sementales que en otras condiciones, muriendo en la plaza, no se hubiera dado". Incluso se ha puesto en mayor valor al toro. Ese 'mal que por bien no venga' que, aún así, hubieran preferido, como todo el mundo, no haber tenido que vivir.
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