'Mad Max: furia en la carretera', una obra maestra del cine que dejó un desastre medioambiental a sus espaldas

  • El desierto de Namibia sufrió daños irreparables durante el rodaje de la película

  • Tom Hardy pidió perdón públicamente por su comportamiento con el resto del equipo

  • Su precuela, 'Furiosa: de la saga de Mad Max', llega este 24 de mayo a los cines con Anya Taylor Joy y Chris Hemsworth

El cine post-apocalíptico nos ha dado grandes historias como ‘La Carretera’, ‘Hijos de los hombres’ o ‘El planeta de los simios’. También películas denostadas y ampliamente criticadas (curiosamente, dos de ellas protagonizadas por Kevin Costner como fueron ‘Mensajero del Futuro’ o ‘Waterworld’). Todas ellas siempre se han caracterizado por imaginar un futuro nada halagüeño para las generaciones siguientes, con bandas organizadas, problemas medioambientales, escasez de agua y alimentos, y grandes melenas al viento. Pero si hay una película que se ha consolidado como el mejor ejemplo de las últimas décadas es la secuela en forma de reboot ‘Mad Max: furia en la carretera’.

‘Mad Max’ nació a finales de los 70 en el desierto australiano gracias a la unión del director George Miller y el actor Mel Gibson. Tres entregas (la última de ellas con Tina Turner), que se ampliaron en 2015 con la mencionada ‘Mad Max: furia en la carretera’. Ahora nos llega su secuela, en forma de precuela, con ‘Furiosa: de la saga de Mad Max’, protagonizada por Anya Taylor Joy y Chris Hemsworth. Y, si por algo se caracterizan ambas películas, es por un rodaje repleto de efectos prácticos y poco uso del CGI. Al menos la primera de ellas, porque en ‘Furiosa’ hay más pantalla verde que en la anterior. ¿A qué se ha debido este cambio? Todo parece apuntar a una dirección: no repetir el desastre medioambiental que ocasionó el rodaje de ‘Mad Max: furia en la carretera’ durante su rodaje en el desierto de Namibia.

Un rodaje infernal

Pero para explicar lo que ocurrió, tenemos que comenzar por el principio. George Miller llevaba años tratando de rodar una secuela de ‘Mad Max’. De hecho, tenía todo preparado para rodarla a comienzos de la década de los 2000, con Mel Gibson retomando el papel de Max. Pero ocurrió el 11-S y todo se paralizó. Ni las aseguradoras querían cubrir ese tipo de rodajes, ni el público estaba preparado para una historia así. Unos años después, el problema fue el propio Mel Gibson, con su reputación por los suelos debido a varios comentarios antisemitas y racistas por parte del popular actor. La producción fue retrasándose año tras año hasta finales de la década, cuando todo parecía ir, de nuevo, por buen camino. Sobre todo porque ya habían encontrado a su nuevo protagonista: Tom Hardy.

El rodaje iba a tener lugar en los desiertos de Australia. Concretamente, en la ciudad de Broken Hill, en Nueva Gales del Sur. Pero unas lluvias torrenciales en la zona cambiaron por completo el árido paisaje por uno repleto de vegetación, imagen que no casaba nada con la ambientación que buscaba el director para su película post-apocalíptica. Así que ese nuevo giro de timón en la producción de la película empujó al equipo a trasladar todo el rodaje al desierto de Namibia. Concretamente, al desierto del Namib, considerado como el desierto más viejo del mundo (su creación se remonta a la Era Terciaria, hace 65 millones de años), y también al Parque Nacional Dorob. Pero rodar en un entorno así, aunque tenga sus ventajas, visualmente hablando, tiene muchos inconvenientes.

Varios miembros del equipo de rodaje sufrieron de hipotermia debido a las condiciones extremas de la noche en el desierto, y el clima puso a todos al límite, incluidos a los protagonistas Charlize Theron y Tom Hardy, que tuvieron enfrentamientos continuos. Charlize llegó a afirmar que tuvo miedo durante el rodaje debido al clima conflictivo que se había creado. Pero nada es comparable a las denuncias que recibió la película tras su paso por Namibia, originando un desastre medioambiental sin precedentes en dicho desierto africano. El uso extensivo de vehículos modificados y explosiones generó grandes cantidades de emisiones de carbono y dejó una huella ambiental significativa en el área, además de una posible contaminación del suelo y el agua debido a la presencia de aceite y otros productos químicos utilizados durante la producción.

El operador turístico Tommy Collard denunció a AFP que se “crearon pistas en zonas vírgenes” y que el equipo trató de borrar las huellas de los vehículos “echando redes por encima (de la arena) y arrancando plantas”, además de afectar al hábitat de especies de cactus, camaleones y pequeños reptiles.

De hecho, la Autoridad Independiente de Conservación y Gestión de la Costa de Namibia (NACOMA), preocupada por cómo podía estar afectando el rodaje a la zona, encargó un informe que entregó a finales de año al departamento de Turismo del país. En dicho informe, se especificaba con claridad que varias zonas del desierto habían sido destruidas, además de que los permisos y las autorizaciones medioambientales proporcionadas por el ministerio de Medio Ambiente para la película no habían sido lo suficientemente precisas para enmarcar la gestión del respeto del medio ambiente.

La Comisión Namibia del Cine (NFP) negó rotundamente dichas acusaciones, dejando claro que el equipo del rodaje de ‘Mad Max’ había cumplido a la perfección todos los acuerdos medioambientales. Florence Haifene, responsable de dicha comisión, criticó el informe. “No queremos que se cree una mala imagen de nuestro país, sobre todo cuando las alegaciones son falsas”. Pero, tras el fin del rodaje, lo cierto es que decenas de activistas climáticos protestaron enérgicamente con el uso indiscriminado de vehículos y explosiones en una zona altamente protegida (y nombrada como Patrimonio de la Humanidad por parte de la UNESCO). Curiosamente, su secuela, ‘Furiosa: una historia de Mad Max’, ha recurrido a más planos digitales que su predecesora y el rodaje ha vuelto al desierto australiano, como estaba previsto inicialmente con ‘Furia en la carretera’.

El polémico rodaje, eso sí, resultó en una obra maestra del cine de acción, con 6 Premios Oscar, más de 300 millones en taquilla y una revolución completa en el apartado visual. Pero por el camino tuvo que atravesar varias denuncias por ese supuesto desastre medioambiental que unos afirman, y otros desmienten. Pero no deja de ser irónico que una película que denuncia el uso excesivo del combustible fósil y cómo nuestra dependencia de este podría llevarnos a un desastre climático… creara otro desastre por el camino.

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