'Robot Dreams' o cómo los Oscar cambiaron la vida de un diseñador español que nunca soñó con el premio

Si para Penélope Cruz, "una mujer que creció en un lugar llamado Alcobendas", llevarse un Oscar "no era un sueño del todo realista", imagínense para Nacho Subirats. En su caso, estar sentado en una de las butacas del Dolby Theatre de Los Ángeles con una nominación a Mejor película de animación era un hito inimaginable. De esas cosas que no piensas que te vayan a suceder jamás. Pero ha pasado. Todo gracias a que Pablo Berger le dijo 'sí' a trabajar mano a mano con él en ‘Robot Dreams’, ese fenómeno indie con un perro como protagonista por el que, gane o no, este diseñador audiovisual ya ha cumplido el sueño español sin haber llegado a los 40.

Nacho era de esos críos que nacieron "con un lápiz bajo el brazo". O eso recuerdan sus padres, que en cuanto olieron el talento artístico de su hijo llenaron la casa de cintas VHS para que pudiese parar la pantalla, plantar un papel en el cristal y calcar esos personajes de Disney que protagonizaron sus primeros bocetos. De aquella, Subirats "pensaba que eso se hacía solo, no entendía que pudiese haber una profesión detrás". Y al hacerse mayor, descubrió que sí. Sus padres siguieron apoyándole. Y al terminar Bachillerato, entró en la ESDIP, en Madrid, a estudiar Arte y Diseño Gráfico.

Cuando la vocación va por delante de la estabilidad

Si su infancia ya le daba pistas de por dónde debía ir su futuro, estos tres años en una de las Escuelas de Arte de mayor nivel de nuestro país se lo confirmaron. "Saber que podía dar vida a personajes que no existen y que la gente se emocionase con ellos me enamoró", confiesa en una conversación con la web de Informativos Telecinco. De ahí salió su primer cortometraje, 'Yaku', diseñado al modo tradicional, en papel, fotograma a fotograma. Después fue sobreviviendo en este oficio como ilustrador, diseñador en agencias de publicidad, dando clases o animando producciones dirigidas por otros. Hasta que con la pandemia, ese trance temporal en el que era inviable salir a la calle a rodar, la animación "pegó un boom".

A partir de ese momento, Nacho Subirats pudo empezar por fin a trabajar con los grandes. Desde Telecinco Cinema hasta Disney. Y con ellos cogió la experiencia suficiente para, al escuchar que Pablo Berger estaba fraguando su debut en la animación con la adaptación de una novela gráfica llamada 'Robot Dreams', autoconvencerse de que debía estar en ella. Tras un intento fallido para que le fichasen como diseñador de personajes, siguió persistiendo. Sí o sí tenía que estar en este proyecto. Y su versatilidad dentro del sector hizo que viesen en él al asistente de dirección que necesitaban para que el cineasta pudiese plasmar digitalmente todas esas ideas artísticas y narrativas que brotaban de su cabeza.

¿Por qué una película en 2D sobre un robot y un perro está siendo tan revolucionaria?

Él ya había visto en 'Robot Dreams' algo especial antes siquiera de que existiese, y dos años después, cuando esta historia se convirtió en película, festivales y académicos de medio mundo le dieron la razón. Cannes, Sitges o Toronto la quisieron en sus programaciones. Los Goya la reconocieron con dos cabezones. Y los Annie, los prestigiosos galardones que entrega la International Animated Film Association, la coronaron como Mejor película de animación independiente. A falta de que los Oscar den su veredicto este 10 de marzo, quienes no hayan ido a las salas a verla se preguntarán qué tiene esta película para gustar tanto a la crítica. Y Nacho Subirats parece haber dado con el porqué.

Al final, 'Robot Dreams' es emoción. Es una historia humana en la que no aparece ningún personaje humano. Aquí lo importante es el mensaje

"La gente no está acostumbrada a ver animación para adultos. Y esto es un producto que puede atraer a esa gente a la que quizás le cueste más. Al final, 'Robot Dreams' es emoción. Es una historia humana en la que no aparece ningún personaje humano. Aquí lo importante es el mensaje. Es la prueba de que no hacen falta tantas florituras para conectar con la gente. Es algo que no se ve todos los días en animación. Y puede que este sea su punto diferencial", considera.

Los Oscar, un impulso para desprenderse del 'síndrome del impostor'

"Cuando pensaba en el triunfo profesional, mi idea siempre fue poder vivir de trabajar de la animación", asegura. De ahí que le haya pillado fuera de juego lo de los Oscar, que una producción en 2D, sin diálogos, hecha y producida por un equipo español de 100 personas y con un presupuesto de no más de 5 millones de euros compita con gigantes como Netflix, Pixar, Marvel o Studio Ghibli, cuyos costes de producción partían de los 150 millones de euros. "El síndrome del impostor es algo con lo que convivimos todos los que nos dedicamos al arte, y es difícil lidiar con él. Ver que unos españolitos que han montado una película con cuatro mesas están compitiendo con los grandes nos está dando nuestro lugar", está logrando asumir.

Con esta carrera, a la que llegan como representantes patrios junto a 'La sociedad de la nieve' de Bayona, todo el equipo de 'Robot Dreams' vive lo de este domingo como "un triunfo para España". Casi "como unas Olimpiadas" en las que el premio es volver a casa con la medalla. Y ahora la pregunta es: pase lo que pase, ¿qué vendrá después? "A mí nunca se me han caído los anillos ni se me van a caer por seguir haciendo lo que me gusta, sea el proyecto que sea. Si te dedicas a esto, tienes que sentir pasión. Porque hay momentos muy bonitos como este, pero también muy duros. Yo he podido mantenerme y vivir de esto currándomelo mucho. Cuando decidí dedicarme a esto tenía claro que no soy un funcionario de la animación. Pero tampoco lo quiero. Me aburro como esté demasiado tiempo en el mismo sitio, así que ya se verá".

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