Enrique Obrero y su último 'thriller': la ‘exclusiva’ en forma de cadáver a las puertas de un canal de noticias
El veterano periodista de Informativos Telecinco publica su segunda novela, después de la exitosa ‘Los niños de los árboles’
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Enrique Obrero es una de las caras más conocidas de los informativos de Telecinco desde sus inicios. Con su particular estilo -cercano, empático, incluso simpático- nos ha contado lo que pasa en España a ras de suelo, con sencillez y sin artificio. Es el orgulloso representante de una admirable manera de hacer periodismo, muy pegada a la calle, fiel a la máxima de que la gente es la verdadera protagonista de las noticias.
Hace un par de años, Enrique Obrero nos sorprendió con una novela que trasladaba esa filosofía a otro oficio, el de escritor. Se llamaba ‘Los niños de los árboles’ (Babidi-bu Libros). Ambientada en la madrileña colonia Moscardó durante el tardofranquismo, contaba la rebelión de un grupo de niños tras la desaparición de un compañero. El autor demostró entonces su capacidad de llevar al papel el emocionante ritmo y tono de sus vídeos.
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Aquella exitosa experiencia le dio a Enrique Obrero el impulso y la confianza para iniciar otra aventura literaria que ahora ve la luz con el título de ‘Los chicos del micro’ (Editorial Dalya). Obrero nos adelantó hace años el germen de aquella novela, una escena ficticia tan sugerente que esperábamos con ansia su desenlace. Muy a nuestro pesar, fuimos pacientes. Hasta ahora.
'Exclusiva' sobre el pecho de una mujer, tirada en la carretera
Sin destripar nada, les cuento el comienzo de ‘Los chicos del mico’: al despertar uno de los últimos días de 1995, a los pies de la sede de un canal de televisión, aparece el cuerpo semidesnudo de una mujer tirado en la carretera. Sobre sus pechos, en pintura roja aún legible, está escrita una sola palabra: EXCLUSIVA.
¿Cómo no morder el anzuelo y seguir leyendo sin resuello? Quien esto escribe lo hizo de una sentada. La historia tiene más: corrupción urbanística, envidias periodísticas, sexo, amenazas y violencia. Todo lo necesario para un adictivo thriller, con el añadido de una sintaxis trepidante y un autor que conoce el paño, personajes y escenarios.
Enrique Obrero ha mirado y escuchado mucho durante su dilatada vida periodística. Su prosa literaria refleja esa apertura hacia el mundo y por eso resulta tan convincente y auténtica. Imaginamos que ya le rondará en la cabeza el germen de otra historia. Solo le pedimos que no nos lo cuente. Quizá esta vez no seamos tan pacientes.
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