Joaquín Mateu-Mollá, psicólogo: “La ansiedad es una experiencia que todos vivimos en el día a día”
Charlamos con el doctor en psicología Joaquín Mateu-Mollá, que ha publicado ‘Volver a ser tú’
Un ensayo en el que explica cómo funciona la ansiedad y cómo la podemos utilizar para comprendernos mejor
También ofrece claves para superarla cuando se ha convertido en un problema
La ansiedad, igual que el miedo, el estrés o la angustia, es una experiencia más del ser humano. Y todos, de alguna forma, convivimos con ella en nuestro día a día. Por ello, es conveniente no evitarla ni tratar de ocultarla, sino escucharla y comprender lo que quiere decirnos. Unos pasos que nos llevarán a entendernos mejor a nosotros mismos también. Esto es lo que plantea el doctor en psicología Joaquín Mateu-Mollá en su libro Volver a ser tú, un ensayo donde nos muestra cómo funciona la ansiedad y ofrece claves para superarla.
¿Qué es la ansiedad?
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Mucha gente considera que es algo patológico, pero es una experiencia que todos vivimos en nuestro día a día. Es verdad que en algunas ocasiones puede convertirse en algo más problemático y llegar a ser un trastorno. Pero, en líneas generales, es la respuesta que surge en nuestro organismo y mente cuando nos enfrentamos a una situación ambigua que se ubica en algún punto del futuro y que hace que estemos rumiando la posibilidad de que ocurra algo malo.
¿Cómo podemos distinguirla de otros elementos como el miedo, el estrés o la angustia?
La ansiedad, como dices, se parece a otras experiencias. Por ejemplo, es muy parecida al miedo, con la salvedad que el miedo se manifiesta ante una situación inmediata y una amenaza inminente para nuestro cuerpo o salud mental. Igual que con el miedo, se puede confundir con el estrés, la angustia o la desesperanza. Por eso es importante diferenciarla.
¿Cómo podemos darle la vuelta y empezarla a ver de otra manera?
La ansiedad es un sentimiento que incluye componentes cognitivos muy importantes. En este sentido hay que reconocerla como una parte más de nuestras experiencias. El problema es que hemos llegado a un punto en nuestras sociedades en la que parece que la felicidad es lo único válido. Hay una tiranía de la felicidad y todo lo que se aleje de ella es inaceptable. Algo que vemos muy claramente en redes sociales. Esto hace que las malas experiencias nos cueste aceptarlas. Pero la ansiedad es una buena consejera cuando somos capaces de aceptarla como una experiencia más de las que podemos vivir.
También defiendes que no es igual en todas las personas. ¿Cómo la identificamos entonces?
Como dices, cada uno la experimenta de una manera. Esto se debe a que afecta a tres niveles: fisiológico, cognitivo y motor. En el primer nivel es fácil identificarla, ya que es cuando notamos una aceleración de la respiración, del ritmo cardiaco o la sudoración. Las otras dos son más difíciles de identificar.
La cognitiva tiene los componentes de la rumiación y la preocupación, es decir, de recuperar experiencias del pasado para intentar verlas de otra forma y a anticipar las cosas que tendrán que ocurrir en el futuro. Muchas personas tendemos a ello, un tipo de ansiedad que pensamos que es una forma de ser, que nos ha ocurrido toda su vida y que no son capaces de cambiar. Pero cuando es excesivo y empieza a perjudicar, puede ser parte de un trastorno ansioso y necesitar ayuda de un profesional.
La última, la motora, que hace alusión al escape o la evitación de situaciones, ocurre a menudo en contextos de ansiedad ya instaurados. En este caso, la persona evita enfrentarse a las cosas que le dan miedo, como encontrarse con otras personas o coger el transporte público. De manera que al principio lo puede gestionar pero poco a poco va renunciando a más cosas.
Aun así, explicas que hay momentos en los que se vuelve un problema. ¿Cómo podemos anticipar esto?
Al final es como la tristeza. Es algo con lo que podemos vivir en el día a día, pero si nos dejamos llevar por ella, puede convertirse en una depresión mayor. Tenemos que vigilar su origen y adelantarnos a ella. Lo voy a explicar con un ataque de pánico. Todos en algún momento de nuestra vida vamos a experimentar uno y es importante cómo lo percibamos. Cuando vivo algo así y le atribuyo unas cualidades catastróficas, es posible que a partir de ahí vaya articulándose a un problema más grave.
Por tanto, el matiz que diferencia a la ansiedad natural de la patológica radica en la interpretación que hacemos de los síntomas o de nuestros pensamientos. Cuando estos son catastróficos o punitivos, cuando hacen que nos tratemos de manera injusta, aumenta la probabilidad de que con el tiempo se transformen en trastornos clínicos que requieran otro tipo de atención.
¿Y se puede llegar a armonizarla en nuestra vida por completo?
La ansiedad siempre nos va a acompañar y no pasa nada por ello. Pero sí que tenemos que llegar a entender que forma parte de nosotros. Cuando la ansiedad nos desborda, sí que existen estrategias que nos permiten recuperar el estado original. Tenemos un buen arsenal de opciones terapéuticas, que tienen que ser muy bien gestionadas por el médico; o la importancia de la psicoterapia, que nos dotarán de herramientas para afrontarla en el día a día. Esto nos ayudará a convivir con ella de nuevo.
Antes comentabas que las redes sociales tienen algo que ver en que se haya disparado la ansiedad en nuestros días. ¿Cuánto tiene que ver esto con la vida moderna?
Vivimos en tiempos más inciertos que antes en los que hay problemas económicos, conflictos bélicos importantes, atravesamos hace poco una pandemia… situaciones ambiguas que, todas juntas, hacen que nuestra vida sea más líquida. Lo que puede llevar a muchas personas a situaciones de ansiedad. Por eso es importante estar atentos para identificarla de la forma más prematura posible y poder hacer algo al respecto.