Ola de calor. Pleno centro de Madrid. La hora del café después de la comida. NIA llega tarde porque está aprovechando todo el mes de octubre para promocionar a su pequeña gran criatura: su primer álbum de estudio al que le ha puesto el nombre de ‘PaloSanto’.
El talento es el mismo (o más), pero poco queda de aquella gran diva que nos sorprendió sobre el escenario emulando a Beyoncé y de la que todo el mundo esperaba una carrera prefabricada con el apoyo de grandes compañías y mucho dinero detrás. La canaria dio un portazo a todo lo comercial que esperaban de ella y decidió producir su propia música, esa que tal vez le dé menos números, pero sí mayor reconocimiento y satisfacción personal y profesional.
¿Cómo no vamos a apoyar el proyecto de una artista a la que se le iluminan los ojos cuando habla de lo mucho que le ha costado sacar su primer proyecto adelante? Tú mismo puedes vivirlo dándole al play al vídeo que abre la noticia.
-Por fin, Nia. Te has volcado con tu carta de presentación: ¿qué te ha llevado a dedicarle tanto mimo y cuidado?
Le he dado amor y he tardado tanto en sacarlo porque llevo un año y medio buscando el sonido, que creo que es lo que se tendría que haber hecho desde el principio.
Siempre he tenido claro que quería hacer música latina, pero tenía que encontrar la forma que más me representa.
-Desgranemos ‘PaloSanto’:
El que lo escuche va a encontrar mucha raíz, toda mi familia está involucrada en el disco. ‘PaloSanto’ define muy bien el bagaje y todo lo que me han enseñado mis abuelos en casa.
-Son 15 canciones y dos interludios… ¿cuánto ha costado una producción así?
Hemos hecho malabares. Apenas hemos tenido presupuesto… Parece mucho más y los vídeos han salido gracias al equipo con el que trabajo, reciclando la fruta de un vídeo a otro… ¡Parece ‘expensive’, pero no es ‘expensive’!
-¿Te da vértigo no ser lo suficientemente comercial o que no se te escuche en las radios?
Mentiría si dijera que no me genera vértigo. No me preocupa y no me quita el sueño, estoy expectante. Realmente ya han salido todas las canciones y el feedback es buenísimo, las plataformas me están apoyando y es la primera vez que tengo la sensación de que el resto de gente está super IN en el proyecto. Está mal que lo diga yo, pero independientemente de si te gusta la salsa o no, es innegable que el trabajo está bien hecho.
-¿Existen las manos negras cuando una abandona un sello discográfico?
No creo que haya manos negras, pero sí que es verdad que si una va con una gran discográfica te miran con otros ojos: es más importante, tiene más dinero, etc. Pero tengo un equipazo y me va genial. No me puedo quejar.
-Cuando dices que hay gente del entorno profesional que no te termina de convencer y defiende ciertos mensajes por mero postureo, ¿a qué te refieres?
Me han pasado cosas verdaderamente alucinantes, incluso con gente con la que empatizaba porque han pasado por malos tragos y esa misma gente tratarme fatal y hacerme llorar durante una grabación. No me había pasado nunca: tuve que abandonar mi puesto de trabajo porque alguien me estaba haciendo la vida imposible.
-¿Es más complicado la música o emprender?
En un principio solo quería montar una pequeña vinoteca en el centro de Madrid, pero al montar la cocina nos dimos cuenta de que funcionaba genial como restaurante y así se quedó.
En mi caso me genera más dolor de cabeza la música, ya que yo no me puedo dedicar a la hostelería porque no es verdaderamente lo mío. Tengo dos socios que se encargan de todo y gracias a ellos sale adelante.
-¿Y después de ‘Palo Santo’? ¿Qué podemos esperar de Nia?
Hacer directos y poner un pie en Latinoamérica, que creo que mi música allí podría encajar muy bien.