Como Funes el memorioso de Borges, Amelia tiene una memoria prodigiosa. Se acuerda de cada detalle: la mueca de una cara hace años, un diálogo de una novela de la infancia, el viento en las ramas en una lejana tarde de septiembre. Amelia lo recuerda todo, menos lo que ocurrió en una fecha concreta, el día de su octavo cumpleaños.
Ese bloqueo mental y esa mente superior que es una condena sirven como reclamo a Al otro lado de la Bahía (Caligrama), una novela que supone el debut literario de la periodista Ana Lorenzo Froufe, compañera de NIUS y Mediaset y que va revelando, como capas de una cebolla, una singular historia familiar.
Aparte de Amelia, hay otras tres protagonistas en esta novela. Dos son Leo y Dora, “las niñas pájaro”, enfermas pero con una sensibilidad superior, internadas en un sanatorio en un islote en la bahía de Santander. Esta ciudad es la tercera protagonista: su historia -su trágico incendio, su abolengo real- y su geografía -las olas contra las rocas- son el telón de fondo de esa absorbente historia.
Ana Lorenzo Froufe despliega sin artificios sus dotes de narradora, con ritmo implacable y un vocabulario que ya quisiera yo para mí, apuntalado todo ello con referencias literarias -Galdós, Sábato, Voltaire- que dan empaque al relato, sin que por ello decaiga.
En cada párrafo se ve el esfuerzo de la escritura, pero el resultado es una lectura sin esfuerzo, impostergable, unas páginas que se devoran en una o dos sentadas. El gusto por la descripción y el detalle no entorpece sino engrasa el relato, el misterio de esas "niñas pájaro", Leo y Dora -¿dónde están sus padres?-, la bondad de sus cuidadoras Clara y Tomasa, la tragedia de Amelia y sus malditos recuerdos.
En la última página todo encaja, pero en medio hemos sentido la pena de los marginados y los diferentes, la belleza de Santander, la bonhomía de conocidos y anónimos. En fin, no duden en comprarla. Al otro de la bahía no les decepcionará.