Pierre Lemaitre (París, 1951), escritor francés de éxito, bien podría ser el personaje de uno de sus libros. No publicó su primera novela hasta los 56 años y tras numerosos rechazos; después, todo fue rápido. Cinco años más tarde, ganó el prestigioso premio Goncourt con Nos vemos allá arriba -de eso hace una década- y desde entonces ha seguido sumando lectores. Elegante en sus formas y con voz profunda, recibe a NIUS en Madrid, en un hotel cercano a las Cortes. El autor ha viajado a España para promocionar su ultimo libro traducido al castellano El ancho mundo (Ed. Salamandra), que llega precedido de su popularidad en Francia.
Tras su trilogía de entreguerras, esta novela es el primer volumen de una tetralogía sobre los "30 años gloriosos" posteriores a la II Guerra Mundial. Beirut, París y Saigón (en 1948) son los escenarios de una historia de suspense con trasfondo histórico (como la guerra en la Indochina francesa) que teje una trama de aventuras, asesinatos, corrupción, amores y escándalos. Un cóctel que Lemaitre, a su más puro estilo, construye con las herramientas narrativas de la novela negra y un sentido del humor inquietante. Engancha. "Es un trabajo de orfebre, de relojería", explica. Y reivindica ese savoir faire: "Los novelistas inventamos las series de televisión en el siglo XIX".
Pero el escritor es también un hombre que se define "en cólera", que firma manifiestos contra el aumento del coste de vida o el cambio climático y que sale a la calle contra la reforma de las pensiones de Emmanuel Macron. El plan, que eleva la edad de jubilación de 62 a 64 años, ha provocado esta semana nuevas protestas en Francia. "Es un país explosivo" en el que esa reforma se convierte en "una provocación del neoliberalismo" que "echa más leña al fuego", asegura Lemaitre.
Su radiografía social es contundente; pero también apela a la duda: "Debemos dudar de lo que vemos. Para hacer avanzar el mundo hay que dudar. Si no dudas, eres víctima de las redes sociales, del escepticismo climático, de los revisionistas... de todos aquellos que van a contar esas historias".
Pregunta: Pareciera que usted ha disfrutado escribiendo este libro, 'El ancho mundo', tanto como el lector disfruta leyéndolo, ¿es así?
Respuesta: Creo que una parte de su éxito se debe a que el lector siente que ha habido alegría al escribirlo. El lector comprende que hay un placer en contar, que yo me divierto, y eso se nota. Es una de mis hipótesis, sí, sobre el éxito de este libro.
P: El lector se sorprende riéndose en escenas truculentas. ¿El humor es importante para usted en cualquier situación?
R: Sí, sí, en cualquier situación. Si observa la intriga de mis novelas, verá que son siempre novelas negras. Son destinos difíciles para los personajes y creo que para sobrevivir yo mismo a la escritura de esa novela negra tengo necesidad de ese contrapunto que es representado por el humor. Es también mi carácter, reírme fácilmente de las cosas. En el fondo, escribo como yo soy.
P: Usted reivindica el folletín del siglo XIX...
R: No hay nada más moderno que el folletín. Cuando hablamos de novela de folletín decimos: "Bah, eso es el siglo XIX, es demasiado viejo, está superado". Pero cuando miras lo que hacen las series de televisión ves que no hacen otra cosa que lo que los novelistas inventamos en el siglo XIX. Las series de televisión buscan que al final de un episodio tengas ganas de ver el siguiente. Somos nosotros, los novelistas, quienes hemos inventado las series de televisión. Cuando construyo novelas con las reglas del folletín, no hay nada más moderno que eso.
P. Los hijos Pelletier (la familia protagonista) van a descubrir que sus padres no son las personas que ellos creían. Aunque en la novela la situación es extrema, es un tema universal con el que todo el mundo se puede identificar.
R: Así lo creo. Los hijos se van a dar cuenta de que los padres no son quienes ellos creían. En la novela es una situación muy extrema; pero, en cierta manera, es algo que nos ocurre a cada uno de nosotros. Todos en algún momento nos damos cuenta de que los padres no son en absoluto eso que habíamos imaginado. Lo que es universal es la toma de conciencia de que los padres son una fabricación de los hijos. Que nuestros padres no son nuestros padres, sino la historia que nos han contado, que nosotros mismos nos hemos contado. Todo eso es una ficción en el fondo. Pero hay un momento en el que les miramos tal y como son. Un momento en el que, en esa confrontación entre quienes son realmente y lo que nosotros habíamos creído, se encuentra la verdad del vínculo con nuestros padres.
P: Tras su triología de entreguerras, llega una tetralogía sobre los "30 gloriosos”(periodo entre 1945 y 1975). ¿Quiere realizar un gran fresco del siglo XX?
R: ¡Sí!...
P: ¿Del tipo los 'Episodios Nacionales' de Benito Pérez Galdós en el siglo XIX?
R: ¡No!... Mi ambición no es contar el siglo sino proponer una fotografía en la que cada uno fabrique su propia instantánea. El siglo XX es un siglo históricamente muy corto, comienza con el final de la I Guerra Mundial y termina en 1989 con la caída del muro de Berlín. No me propongo contarlo, sino ofrecer una fotografía que es la mía, la manera en la que yo veo el siglo. No propongo una explicación; eso es lo que quiso hacer Galdós, la gran novela nacional. Lo que yo trato de hacer es mucho más modesto porque ¡pobre de mí!... yo no soy Pérez Galdós.
P: Aborda la guerra de Indochina, una guerra olvidada, la colonización y el tráfico de piastras. Usted ha hablado de una “guerra capitalista”.
R: Los "30 gloriosos" son los años después de la II Guerra Mundial en los que Francia, y gran parte de Europa, va a vivir el triunfo del capitalismo. En España será diferente con el franquismo. Pero el resto de Europa va a vivir el triunfo del capitalismo. El capitalismo nace con el colonialismo. Me parecía interesante poner en relación la guerra colonial y ese periodo de capitalismo triunfante que son "los 30 gloriosos".
P: ¿'El ancho mundo' se ha convertido en otro mundo? ¿Hemos cambiado mucho?
R: Es un tiempo históricamente muy cercano pero culturalmente muy lejano. La aceleración del neoliberalismo, la financiarización del capitalismo y las redes sociales han cambiado -desde hace 20 años- el mundo totalmente tal y como lo conocíamos. Ha evolucionado con extremada rapidez, pero lo que es interesante es que las contradicciones del mundo actual son el resultado del de ayer. En esos "30 años gloriosos" se crea la contaminación de la que el mundo de ahora es la principal víctima. Lo que es chocante de aquel periodo es que se pensaba que nuestros hijos iban a tener una mejor vida que la nuestra; y, sin embargo, estábamos construyendo un mundo que se iba a convertir en invivible y no lo sabíamos.
P: Se ha descrito como un “hombre en cólera” que no pretende callar. ¿Cuál es su radiografía de la Francia actual?
R: La primera imagen que me viene es la de un país descuartizado entre un poder neoliberal que no cesa de favorecer a los más ricos de la sociedad con un desprecio, una condescendencia, hacia aquellos que sufren insoportable. Es un país en el que la brecha entre los más ricos y los más pobres no ha cesado de crecer. Esa brecha es un volcán. Creo que estamos en un país explosivo y que, por ejemplo, la reforma de las pensiones, es una manera de echar leña al fuego, de avivar las brasas, de provocar la protesta. Tenemos la impresión de que el neoliberalismo no cesa de provocar a las masas populares.
No llego a entender la razón por la que en un momento en el que el país está agotado por la covid, agitado por la inflación, preocupado por la guerra en Ucrania… se hace una reforma que no tiene nada de urgente. ¿Qué hace falta una reforma? Sí, a lo mejor. Pero por qué ahora, y por qué una reforma injusta socialmente, es algo que no puedo comprender más que como una arrogancia ciega. Emmanuel Macron está en guerra contra la pobreza, pero atacando primero a los pobres.
P: ¿Hemos aprendido algo de la pandemia?
R: Nada, nada... O lo que debíamos haber aprendido no lo hemos aprendido. La enseñanza más profunda es que la pandemia es una enfermedad capitalista. La cría industrial de animales, el cambio climático, la covid... son el resultado del capitalismo. La única manera de no encontrarnos con una nueva crisis es poner en cuestión ese capitalismo. Deberíamos haber aprendido que hacía falta cambiar el modelo, pero el modelo continúa replicándose. Creo que es un fracaso intelectual trágico.
P: Es pesimista…
R: Sí y no… Yo pienso que van a nacer alternativas al capitalismo de manera sectorial. Creo que la juventud, ante el calentamiento climático, va buscar soluciones locales, micro-soluciones. Creo que la alternativa al capitalismo no es un nuevo modelo sino la multiplicación de experiencias asociativas etcétera... que, poco a poco, pueden federarse para hacer emerger un nuevo modelo. Es mas así como yo veo el futuro. Y eso no es pesimista.
P: Diez años después de ganar el prestigioso premio Goncourt, ¿cuál es su balance?
R: Muy positivo. He escrito casi siete libros en 10 años (en Francia ya se ha publicado el siguiente: El silencio y la cólera). ¡Está bien! ¡Yo trabajo! El premio Goncourt me ha permitido ser traducido a 43 idiomas y que mis libros sean vendidos en 70 países. El Goncourt ha sido un regalo. La vida me ha hecho ese regalo. Y tengo la impresión de que en 10 años no he perdido mi capital. He sido razonable, he continuado trabajando, he aprovechado el tiempo. Creo que no he despreciado el regalo que se me ha hecho, sino que lo he hecho fructificar.