A Juan Carlos Evangelio le cedieron un aparcamiento subterráneo para seguir construyendo su gran obra porque su casa ya se le quedaba pequeña. "Me dio un ultimátum mi mujer: o salía la maqueta de casa o salía yo", afirma. Salió la maqueta y, calle a calle, ha ido levantando en el garaje en cartón y madera, con asombroso detalle, su ciudad de Cuenca. Por otra parte, dos hermanos alemanes lograron un récord con una maqueta de tren en miniatura.
"Lo que está terminado es el casco antiguo de Cuenca, lo que es Patrimonio de la Humanidad", señala. Son horas y horas de cariño y dedicación para más de 400 fieles edificaciones. "Llevo ya más de 9.300 horas de trabajo. Son 9 años y tiene más de 1.000 kilos de cartón", explica Juan Carlos.
Casas colgadas, barrio de San Miguel y Catedral, rascacielos... no hay rincón de Cuenca que se le resista, ni la Cruz del Pasadizo, visible solo con el teléfono móvil. Pero el garaje ya es también su prisión puesto que el techo y las columnas impiden que la ciudad crezca. Y lo que es peor, ahí nadie puede contemplarla.
Juan Carlos busca un lugar para exhibir su obra o quizá pronto desaparezca para siempre. "Si tuviera que salir de aquí y no tuviera espacio, haríamos una falla, abriríamos una botella de champán y brindaríamos por la satisfacción de haber hecho la maqueta", concluye. Es decir, la quemaría.