Todos hablan de Musk, Bezos, Zuckerberg, pero algunos opinan que el futuro será analógico
El ensayista canadiense David Sax publica un ensayo con el contraintuitivo título de ‘The future is analog’
Mantiene que la pandemia ha mostrado las limitaciones de una vida basada en competencias digitales
Explica ese fracaso digital en siete esferas de la vida, desde la escuela al comercio, pasando por la cultura
Que el futuro es tozudo y va por libre se ha encargado de demostrarlo la pandemia del coronavirus. No sólo porque una plaga mundial apareció de entre la nada y segó millones de vidas y nos obligó a encerrarnos, sino porque desmontó todos los pronósticos sobre un futuro estrictamente digital, basado en la inteligencia artificial y en el big data.
Eso es lo que trata de argumentar el periodista y escritor canadiense David Sax en un reciente ensayo con el contraintuitivo título de ‘The future is analog’ (El futuro es analógico, PublicAffairs, Nueva York). Sax, que ya aventuraba su escepticismo digital en ‘The revenge of analog’ (La revancha de lo analógico, 2016), explica que la pandemia no ha hecho más que confirmar sus tesis. Y las desgrana en siete esferas de la vida. Veamos.
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El trabajo
Se nos dijo que el teletrabajo estaba aquí para quedarse, que era más eficiente y productivo que la oficina, que ahuyentaba atascos o facilitaba la vida familiar. ¿Pero quién no sintió enseguida la sensación de vacío y desconexión frente a una pantalla de ordenador en una reunión con decenas de caras pequeñas e inexpresivas? Necesitamos el contacto humano, dice Sax, porque de él derivan las mejores ideas, la creatividad, las intuiciones, y sobre todo, la confianza. La información más fiable es inseparable de las relaciones humanas, sentencia.
La escuela
Ese hastío y angustia que vimos en los trabajadores fue más patente e inmediato en los niños y adolescentes, malhumorados ante una pantalla de ordenador, sin el mínimo contacto humano. Sax recuerda al pedagogo John Dewey: el valor de la escuela es su valor socializador. Es el lugar que transforma la mera información en conocimiento verdadero. Queríamos un futuro lleno de Steve Jobs, se lamenta Sax, y hemos criado adictos al Fornite y a TikTok.
Necesitamos el contacto humano porque de él deriva la confianza
El comercio
No es lo mismo comprar que ir de compras, recuerda el autor. Y efectivamente, Amazon o Glovo fueron muy útiles durante la pandemia, con los comercios y los restaurantes cerrados, pero en cuanto se levantaron las restricciones, inundamos las calles en busca de esos lugares. Pensar que todas nuestras compras serán digitales es no entender que el hombre es un animal social y complejo. Sax lo resume muy bien: “No hay misterio ni serendipia en Amazon”.
La ciudad digital
Que no es lo mismo que ciudad habitable. La prueba es que las grandes urbes se esfuerzan por hacer sus entornos más habitables: calles peatonales, parques, menos coches, más bicis y transporte público. Sax recuerda que una cosa es inventar (lo que hace Silicon Valley) y otra innovar. Esto último es crucial: cómo hacer mejores ciudades de las que ya tenemos. Más gráficamente: no queremos urbes con coches eléctricos o hídricos, las queremos sin coches.
Queríamos un futuro lleno de Steve Jobs y hemos criado adictos al Fornite y a TikTok
La cultura
Es algo físico. Ver en una pantalla un concierto no es lo mismo que asistir en directo, donde intervienen todos nuestros sentidos. ¿Quién no ha sentido un escalofrío al estar cara a cara frente al Gernika, después de verlo mil veces en fotos o vídeos?, pregunta Sax. Esa sensación se puede explicar por factores antropológicos, biológicos o sociológicos, pero el autor prefiere resumir: es pura y simple magia. Y eso no lo da una pantalla.
La conversación
¡Cuántos malentendidos por no hablar las cosas cara a cara!, se lamenta Sax. Nos pasaba con el teléfono y ahora con el wasap, los correos electrónicos o las redes sociales. En el caso de Twitter, ese malentendido se amplifica y se vuelve tóxico. Carece del ingrediente principal de toda conversación: la empatía y el lenguaje no verbal. Ejemplo de Sax: cuando alguien te dice hola por wasap no sabes de qué humor está. Si te lo dice personalmente, lo tienes claro.
No hay alma en internet porque los grandes momentos son experiencias físicas
El alma
Sax confiesa que no es una persona espiritual ni religiosa, pero admite que sintió algo muy profundo cuando volvió a coger su tabla de surf al final de la pandemia: sintió el agua y el viento en la cara. Quizá sea eso lo que algunos llaman alma, dice. Instagram nunca será un sustituto. “No hay alma en internet” porque los grandes momentos son experiencias físicas.
Conclusión
Frente a lo que mantienen los gurús de Silicon Valley, el ordenador o el móvil son instrumentos, medios para un fin, pero nada más. “Nunca debemos aspirar al metaverso, como quiere Zuckerberg”, advierte Sax. Pero que nadie lo malentienda: el futuro analógico “no supone un rechazo del progreso, sino la elección consciente de cómo queremos que sea ese futuro”.