Desde hace menos de una década, los coches diésel corren el riesgo de sufrir una avería que antes no se producía: la cristalización. Esto no quiere decir que la tecnología automovilística cada vez sea peor, sino que han debido adaptarse a los nuevos tiempos y a los estándares de emisiones que han sido aprobados con el objetivo de frenar en la medida de lo posible la emisión de gases con efecto invernadero.
Una de esas medidas afecta precisamente a los coches que funcionan con gasóleo, que han de poner freno a las emisiones NOx, las cuales ya no pueden superar los 0,08 g/km. Y es ahí donde entraron los novedosos sistemas de control de gases de escape en los vehículos.
Uno de esos sistemas –probablemente el más habitual de todos– es el SCR, o lo que es lo mismo, el sistema de reducción catalítica selectiva, cuyo objetivo es controlar las emisiones de óxidos de nitrógeno (NOx).
Su funcionamiento tiene dos pasos. En primer lugar se incorpora AdBlue, una solución compuesta de urea al 32,5% y de agua desionizada que al ser inyectada en los gases calientes se descompone en amoníaco y dióxido de carbono. A continuación, el catalizador SCR permite que el amoníaco reaccione con los NOx, convirtiéndolos en nitrógeno y vapor de agua, ambos inofensivos.
De ese modo, es posible reducir sustancialmente las emisiones de NOx al tiempo que se cumple con la normativa vigente en cuanto a las emisiones máximas permitidas.
Como acabamos de comprobar, el sistema SCR resulta beneficioso para el medioambiente y hace posible que algunos coches diésel puedan circular por las carreteras sin atentar contra ninguna ley. Entonces, ¿dónde se puede producir una avería? La respuesta es sencilla, ya que cada vez que se incorpora una nueva pieza a un automóvil, esta corre el riesgo de estropearse. No obstante, cuando hablamos de cristalización realmente nos referimos al mencionado AdBlue, puesto que esta solución líquida capaz de transformar los óxidos de nitrógeno tiene el hándicap de que se congela a bajas temperaturas, concretamente a 11 grados bajo cero. En ese momento se puede cristalizar y dar lugar a una avería que afectará al propio sistema SCR.
Y es que precisamente la principal avería puede ser el bloqueo del SCR en alguno de sus componentes (bomba, inyector…). Pero eso no es todo, la cristalización puede producirse en otros conductos, de modo que nada funcione como debe. Y claro está, si esto ocurre, los niveles de contaminación se disparan y el automóvil puede ser multado por ello.
No obstante, hemos apuntado que esto sucede cuando las temperaturas bajan mucho, por lo que será entonces cuando haya que estar alerta para que no se llegue a ese proceso de cristalización. Una buena opción para evitarlo será agregar un compuesto al AdBlue creado para impedir su cristalización. De ese modo, un pequeño gasto puede evitar otro muy superior.
En este punto también hay que reseñar que los vehículos equipados con tecnología SCR tienen un depósito separado para el AdBlue, el cual ha de ser rellenado periódicamente. La frecuencia de relleno depende del consumo del vehículo y del tamaño del depósito, pero generalmente se necesita cada varios miles de kilómetros. Asimismo, la mayoría de los vehículos diésel de última generación cuentan con indicadores que avisan al conductor cuando el nivel de AdBlue está bajo y es necesario rellenarlo.
Sobre el AdBlue hay que añadir otros dos aspectos. El primero de ellos es que hay fluidos de diferentes calidades, con lo que cuanto mejor sea, el rendimiento mejorará ostensiblemente.
El segundo es que estamos hablando de un líquido corrosivo que se debe manejar con cuidado, pues una fuga podría terminar por afectar a la carrocería del vehículo en caso de no limpiarla a tiempo.