Este es un enigma revelador, ya que por un lado, hay una fuerte sensación de que las condiciones en la Tierra que llevaron al surgimiento de la vida no pueden ser únicas y esto hace que parezca probable que la vida sea común.
Pero, por otro lado, los astrónomos han rastreado el pajar cósmico en busca de la aguja que representaría signos de vida inteligente en otras partes del universo y no encontraría nada. Como resultado, muchos observadores han concluido que no hay signos obvios.
Otros no están de acuerdo. En 2010, la astrónoma Jill Tarter y sus colegas argumentaron que las radiobalizas extrañas podrían ser obvias y comunes en nuestra galaxia, pero que los astrónomos no sabrían porque sus búsquedas han sido incompletas. Estas búsquedas son como buscar en un vaso de agua de mar en busca de evidencia de peces en todos los océanos de la Tierra, según asegura Tarter en la MIT Technology Review.
En la actualidad se ofrece una respuesta gracias al trabajo de Jason Wright y sus colegas de la Universidad Estatal de Pennsylvania. Los científicos han caracterizado el espacio de parámetros que los astrónomos necesitan para buscar signos de vida extraterrestre. Dicen que este espacio es tan vasto que las búsquedas de SETI hasta el momento no han hecho más que rascar la superficie.
Este espacio de parámetros es vasto, las dimensiones relevantes incluyen las tres dimensiones del espacio, el rango de frecuencia de las señales potenciales, su tasa de repetición, polarización y modulación, el ancho de banda de transmisión y la sensibilidad de las búsquedas a esta potencia transmitida.
El volumen de espacio tridimensional que se puede buscar es el volumen del universo centrado en nuestro sistema solar a una distancia específica. Wright y sus colegas lo definen como 10 kiloparsecs, unos 30,000 años luz, o aproximadamente la distancia a los cúmulos globulares que orbitan la galaxia Vía Láctea.
La mayoría de los radiotelescopios pueden observar señales en ambas polarizaciones al mismo tiempo, pero esto no siempre ha sido cierto en el pasado. Así que esta es una dimensión que limita la exploración del espacio de parámetros.
Otras dimensiones son complejas de caracterizar. La tasa de repetición de la señal, por ejemplo, es difícil de manejar en el modelo. Las señales continuas son fáciles de tratar, pero las señales que se repiten rara vez son difíciles. Un ejemplo relevante es el famoso Wow! señal grabada en 1977 en el radio telescopio Big Ear de la Universidad Estatal de Ohio. Se llama así porque los investigadores anotaron los datos escribiendo "¡Guau!" En los márgenes.
Pero a pesar de varios intentos, esta señal nunca se ha vuelto a observar. Eso puede ser porque es completamente falso, pero puede ser porque la tasa de repetición es muy baja.