Tramontana, más allá de los Pirineos
Muy diferente resulta el frío que nos deja la tramontana. El latín nos revela su origen –transmontanus, en plural transmontani–, que significa “más allá de los montes”. En nuestro caso, esos “montes” son los Pirineos. Este viento es más intenso en la comarca catalana del Alto Ampurdán y también en Menorca, ya que esta isla se encuentra en la zona de salida natural del corredor donde este aire alcanza las mayores aceleraciones. La tramontana es un viento frío de componente norte que tiene un efecto secante y limpiador del aire. Así, cuando sopla, el cielo suele tener un color azul intenso. Es habitual que la tramontana dure varios días seguidos con rachas de viento que superen los 100 kilómetros por hora.
El malagueño terral, cálido y seco
Uno de los vientos que son capaces de cambiar el ritmo de vida de cualquier persona es el terral, en este caso de los malagueños. El terral viene del Norte o Noroeste y, como su nombre indica, proviene de la tierra. Este viento es uno de los mejores ejemplos para explicar el llamado efecto Foehn la masa de aire entra por el interior de la Península y, al cruzar las montañas y descender por la ladera, aumenta su presión; el aire se comprime y se calienta (un grado por cada cien metros que desciende). Tras atravesar las montañas, a la provincia de Málaga llega una sensación de aire seco y caliente que evita la entrada de la brisa del mar.
Levante en el Estrecho
Otro de estos fenómenos atmosféricos posiblemente más famosos en nuestro país sea el levante, cuyo origen está en el Mediterráneo central y en el área de las Islas Baleares, pero donde alcanza más velocidad es al atravesar el Estrecho de Gibraltar. Los efectos para quienes sufren este viento en el lado este de Gibraltar consisten en nieblas y precipitaciones, mientras que el levante en la costa atlántica andaluza provoca un tiempo seco. El viento de levante puede soplar en cualquier época del año y alcanza mayor intensidad en el área entre Ceuta y la bahía de Algeciras. No es de extrañar que quienes disfrutan de la playa en estas zonas cuando sopla un fuerte levante tengan que buscar un plan alternativo al resguardo.
Las ponentadas valencianas
Mientras el levante es cálido y seco, el poniente atlántico llega fresco y húmedo. Nada que ver con el poniente mediterráneo, que afecta de forma muy diferente a los habitantes del litoral del este del país. Así, los ponientes que llegan a la Comunidad Valenciana son vientos de largo recorrido, se originan en las masas de aire atlántico y atraviesan la Península desde el oeste; al pasar por la meseta se secan y, cuando llegan a la zona del Levante, van perdiendo humedad y aumentando de temperatura debido al llamado efecto Foehn. El poniente mediterráneo resulta muy agradable en invierno, porque llega como un aire templado que suaviza el ambiente, mientras que en verano se vuelve ardiente y seco, dispara las temperaturas y favorece los incendios forestales.
El cierzo en el Valle del Ebro
Pero para vientos fríos no podemos dejar de nombrar al machacón cierzo, sino que se lo pregunten a los habitantes del Valle del Ebro. Esta zona actúa como un canal natural ubicado entre las cordilleras Pirenaica e Ibérica hacia la desembocadura del Ebro, con este canal ejerciendo como un embudo que da lugar a fuertes rachas de viento. Y es que, a este embudo van a parar los vientos del noroeste procedentes del Cantábrico y también los que alcanzan los Pirineos a través de Francia, que son “encauzados” por la cordillera Ibérica hacia el noroeste siguiendo así el mismo camino que cuando llegan desde el Cantábrico. El cierzo, en otras regiones españolas, se utiliza para denominar, en general, al viento frío de componente norte. También tiene otros nombres como regañón, gallego o mistral.
El abrego, un viento para buscar resguardo
Muy relacionado con la agricultura resulta el viento abrego. Los agricultores saben que cuando llega este viento del suroeste no tarda en aparecer la lluvia. Se forma en el Atlántico, con corrientes de aire cercanas a las islas Canarias y a las Azores. Estas masas de aire son de temperaturas templadas y relativa humedad, que pueden dejar lluvias a su paso y se dan, sobre todo, en primavera y otoño. Es probable que el nombre proceda de apricus –abrigo en latín– debido a que, cuando sopla, los agricultores tienen que ponerse a cubierto, es decir, “buscar abrigo”. El viento abrego se asocia a efectos negativos en la salud como catarros, depresiones o cefaleas, aunque sin embargo es muy beneficioso para el campo y, por lo tanto, bienvenido para los agricultores.
Para volvernos locos
Y aún no hemos nombrado al viento que nos vuelve más locos, el siroco, también llamado xaloc o jaloque en la zona mediterránea. El siroco sopla desde los desiertos de Arabia Saudí o del Sáhara –como una masa de aire tropical, cálida y seca– hacía el Mediterráneo, dónde se mezcla con aire más fresco y húmedo. Así, provoca tiempo seco y tormentas de arena en el norte de África, tormentas en el Mediterráneo y tiempo frío y húmedo en Europa. Normalmente viene cargado con grandes cantidades de polvo en el desierto que tiñe de colores ocres y rojizos el cielo y, cuando hay precipitaciones, provoca lluvias de barro. Todo ello genera una atmósfera opresora que pone nerviosa a la gente, por eso el siroco va asociado a la locura. Estos vientos, generalmente, se producen en primavera y otoño, durante los meses de marzo y noviembre.
En las Islas Canarias este viento opresivo, caliente y cargado de polvo es denominado calima.
El régimen de alisios
Ya que hablamos de las Canarias, tenemos que hacer referencia a las propias masas de aire de los archipiélagos, que cuentan con especiales condiciones climatológicas. En las Islas Canarias encontramos el régimen de alisios, que condiciona el clima de las islas durante muchos días al año. Soplan de manera relativamente constante en verano y menos frecuente en invierno. Estos vientos circulan desde las altas presiones subtropicales hacia las bajas presiones ecuatoriales. En el caso concreto de Canarias, tienen su origen en la zona de altas presiones situada al norte correspondiente al anticiclón de las Azores. Los alisios que llegan a Canarias transportan aire freso y húmedo que, al chocar con las islas, provoca la condensación de la masa de aire, creando el mar de nubes, protagonista de las precipitaciones.
Rumbo a Grecia con el gregal
Mientras, en las Islas Baleares podemos encontrarnos con el gregal, que sopla frío y seco porque viene del continente. Cuando hay una borrasca sobre Argelia, este viento trae fuerte oleaje y mar de fondo, por eso es muy tenido en cuenta para la navegación. El nombre de gregal viene de los antiguos navegantes a vela catalanes y aragoneses, que lo denominaban así en sus viajes a Grecia.