Los terremotos son uno de los fenómenos naturales más destructivos de la Tierra. El último de gran magnitud sacudió la costa noreste de Japón este miércoles, causando al menos tres muertos y más de 170 heridos, con una magnitud de 7,3 en la escala de Richter, un ejemplo de lo que son capaces. Pero los mecanismos que impulsan estos sismos y sus consecuencias ocultas todavía son un misterio. Ahora, un estudio ha descubierto que pueden cambiar el movimiento de las placas tectónicas, así como afectar a futuros terremotos.
Las placas tectónicas componen la Tierra como un rompecabezas gigantesco, dividiendo la superficie en piezas de tamaños muy diversos, con continentes e islas. El movimiento de estas piezas es constante y, de vez en cuando, provoca terremotos que pueden devastar ciudades y costar miles de vidas. Se producen habitualmente en lo que se conoce como “Cinturón de Fuego”, una región muy activa donde se encuentra precisamente Japón.
Pero también hemos visto sismos históricos en Europa. En 1999, el terremoto europeo más fuerte de los últimos años golpeó la ciudad de Izmit, Turquía, y se cobró la vida de 17.000 de sus residentes. Más recientemente, en 2020, un terremoto espectacular mató a siete personas en Croacia.
Los científicos y geólogos coinciden en que los terremotos son causados por un mecanismo unidireccional: a medida que las placas se mueven unas contra otras, la energía se acumula lentamente a lo largo de los márgenes de las placas y luego se libera repentinamente a través de los terremotos.
Pero este conocimiento acaba de ser ampliado por investigadores de la Universidad de Copenhague. Su estudio, publicado en Geophysical Journal International, demuestra que el comportamiento de las placas tectónicas puede cambiar después de un terremoto.
Los científicos han analizado datos de GPS y reportes del terremoto de Izmit de 1999, observado un antes y un después en la placa continental de Anatolia sobre la que se asienta Turquía, que ha cambiado de dirección desde el sismo. Los datos también muestran que esto influyó en la frecuencia de los terremotos en Turquía después de 1999.
"Parece que el vínculo entre el movimiento de las placas y la ocurrencia de terremotos no es una calle de un solo sentido. Los propios terremotos se retroalimentan, ya que pueden hacer que las placas se muevan de manera diferente después", explica el autor principal del estudio, Juan Martín De Blas.
"A medida que cambian los movimientos de las placas, afecta un poco el patrón de los terremotos posteriores. Si una placa tectónica cambia de dirección o se mueve a un ritmo diferente al anterior, esto potencialmente impacta en la sismicidad de sus márgenes con las placas vecinas", agrega.
Los nuevos hallazgos brindan una base clara para reevaluar los modelos de riesgo que interpretan los datos recopilados del monitoreo de los movimientos de las placas tectónicas. Así, se mejorarán los avisos de terremotos.
La suposición de que los movimientos de las placas son constantes ha sido en gran medida una suposición "necesaria" según los investigadores, porque antes era imposible monitorear los movimientos de las placas durante un período de unos pocos años. Pero con el advenimiento de la geodesia en las geociencias y el uso extenso y cada vez mayor de dispositivos GPS en los últimos 20 años, podemos rastrear los cambios en el movimiento de las placas durante períodos de un año.
La forma en que se monitorean las placas tectónicas varía mucho de un lugar a otro. A menudo, los transmisores de GPS se colocan preferentemente cerca de los bordes de una placa tectónica. Esto permite que las agencias públicas y los investigadores rastreen el movimiento de los límites de las placas. Pero según los investigadores, también podemos beneficiarnos de más dispositivos GPS que controlen continuamente el interior de las placas, lejos de sus márgenes.
"Los límites de las placas se deforman constantemente y representan de manera deficiente el movimiento de las placas en su conjunto. Por lo tanto, los datos de GPS de los monitores ubicados más lejos de los límites de las placas deben usarse en un grado mucho mayor. Esto puede informarnos mejor sobre el tiempo que las placas están cambiando de movimiento y cómo, y proporcionar información útil para evaluar el riesgo de eventos futuros en algún lugar distinto de los puntos críticos conocidos", concluye Giampiero Iaffaldano, coautor del estudio.